Al día siguiente, las cosas estaban tensas.
Los chicos no eran capaces de verse a los ojos.
Mientras estaban en la carreta de camino a la ciudad, todo era silencio. Un silencio que Once no pudo soportar.
—¿En serio vamos a seguir así? —cuestionó Once.
—Por favor, no. —contestó Nick, generando risas en ambos.
—Entonces... ¿Olvidado? ¿Todo bien?
—¡Claro! —ya con todo resuelto, siguieron su camino.En cuanto llegaron a la ciudad, Dominick recibió una llamada de su madre.
—¡Nicky! —exclamó la madre con alegría.
—Mamá, ¿Qué pasó? —respondió Nick.
—Sólo quería saludar a mi hijo.
—Pues, hola. —ambos rieron.
—¿Hay escuelas de leyes allá? —Nick lo pensó un momento.
Había una universidad donde podría estudiar literatura, no quería estudiar leyes.
Pensó en su respuesta, no le mentiría a su mamá, pero tampoco iba a estudiar algo que no quería.
—Emm... No... No las hay. —realmente no había buscado en el lugar si había una escuela de leyes porque la verdad no le importaba.
—Qué pena... Ya encontrarás una.
—Sí, ma...
—¿Y Once? ¿Ya vendió su Thneed?
—Aún no... —suspiró. —Ma... ¿Qué pasará si no lo vende?
—¿Qué quieres decir?
—Sé que llevamos apenas dos días pero... Le rompieron su guitarra y Oncie se puso terrible... No es que no confíe en él, pero...
—Te entiendo, hijo. Lamento mucho lo que le pasó a su guitarra... Por eso no quería que fueran, el mundo real es... —soltó un suspiro pesado. —Sé que aveces parece lo contrario, pero quiero mucho a Once y me preocupa que lo lastimen.
—Lo sé, ma... Si no lo logra... No seas dura con él, ¿Sí?
—Este es un paso muy grande a todos los que ha dado, las personas pueden herirlo...
—Temo por él, mamá...
—Nick, yo ya no estoy ahí. Necesito que lo cuides. El mundo real lo va a herir... Eres lo único que tiene en este momento.
—Lo sé... Tengo que ir a trabajar.
—Adiós, hijo. Suerte. —colgó la llamadaEl día se mantuvo relativamente normal, se encontraron en la carreta, Once estaba nuevamente lleno de jitomates que Dominick le ayudó a limpiar y se dirigieron a su casa, donde simplemente llegaron a dormir por lo exhaustos que estaban.
Al día siguiente, la mañana estuvo bastante tranquila, los chicos platicando, Nick yendo a trabajar y Once a vender su producto.
Alrededor de las 6:30 pm, se encontraron a las afueras de la ciudad puesto que, el lugar donde trabajaba Dominick había cerrado más temprano.
Todo el camino a casa estuvieron riendo y hablando sobre su día, aunque realmente el de Nick había sido exageradamente aburrido y el de Once algo malo, pero siempre encontraban de qué reírse.Ya en la casa, decidieron sentarse en la cama a comer, ya que era temprano y realmente ninguno había comido.
Decidieron comer en la cama ya que querían ver televisión mientras comían.
Al terminar, se dirigieron a poner los trastes en el fregadero, los lavarían a la mañana del día siguiente.
Se pusieron sus pijamas y se recostaron a seguir viendo televisión.
Mientras veían la tele, apareció cierta escena en la que un chico dedicaba una canción a la chica que le gustaba (sí, la tocaba con una guitarra).
—Esto me recuerda, extraño mi guitarra. —hizo un comentario al aire, Once.
Nick rió.
—No tienes a quién dedicarle una canción, de cualquier modo.—respondió Dominick, sarcásticamente.
—¡Auch! —ambos rieron. —Podría dedicarte una a tí.
—¿Tenemos jitomates? —Once le dió un codazo.
—¡Bobo! —Nick rió.
—¿Qué me dedicarías?
—Algo como... Mi hermano es molesto, muy molesto. —canturreó Once, generando una risa sarcástica en Dominick.
—Muy gracioso, hermanito. —Once rió.
—¿Piel Canela?
—Esa canción no se dedica ni por error. Es demasiado gloriosa.
—Que se quede el infinito sin estrellas... —comenzó a cantar Once.
—¿En serio? ¡Once!
—O que pierda el ancho mar su inmensidad.
—Iré por jitomates, tal vez así te calles.
—Pero el negro de tus ojos que no muera y el canela de tu piel se quede igual.
—¿Si te callas? —a este punto, Nick estaba nervioso. ¿Qué diablos? Tan cliché barato y terriblemente vergonzoso, aunque nadie los viera, era raro.
—Si perdiera el arcoiris su belleza y las flores su perfume y su color, no sería tan inmensa mi tristeza, como aquella de quedarme sin tu amor. —miró a Nick. —Te la sabes. —Dominick reviró los ojos, esbozando una sonrisa.
—Tú ganas. —rió.
—Me importas tú y tú, y solamente tú y tú, y tú. —comenzaron a cantar ambos chicos, en coro. —Me importas tú y tú, y tú, y nadie más que tú. —ambos rieron.
—Eres tan cursi. —comentó Dominick.
—Así me quieres. —dijo Once.
—¿Ahora quién es el egocéntrico?
—Sabes que, de los dos, ese eres tú.
—¿Yo? Jamás en la vida.
—Dices. —los chicos rieron.
Todo se tornó en un silencio cómodo mientras se miraban a los ojos.
¿Tonto? Sí.
¿Cliché? También.
¿Absurdo? Sin duda alguna.
Pero vamos, era lindo para ellos.
—Sigamos viendo la tele. —dijo Nick antes de que la situación terminara igual que hacía dos días.
Pasaron un par de horas antes de que cayeran dormidos.Como siempre, un día nuevo trae nuevas oportunidades. Pero el día siguiente, este día haría que todo fuera completamente de cabeza.
El día transcurrió relativamente normal.
Había sido el día de descanso de Nick así que, mientras Once promocionaba su producto, él iría a ver la universidad que le había llamado la atención. Tal vez podría intentar hablar con su madre.
13:00 pm, los chicos se encontraron en el mismo lugar de siempre.
Dominick miró sorprendido a Once, ya que ya no tenía en el cuello aquél invento suyo. —¿Y tu Thneed? ¿Lograste venderlo? —preguntó Nick, sacando de su trance a Once, quien se encontraba viendo a la misma nada.
—¿Eh? No.
—¿Qué le pasó?
—Lo tiré...
—Ay, Oncie... Lo lamento tanto... Estabas muy emocionado.
—¿Sabes? No importa. Ahora podemos pasar más tiempo juntos.
—¿Seguro que estás bien?
—¡Sí, tranquilo! ¿Panqueques en casa?
—Sí, por favor. Invitemos al Lorax, casi no convivimos con él.
—¿Por qué no? Me empieza a caer bien esa albóndiga. —rieron y se dirigieron a su casa.Afuera, se encontraron al Lorax jugando cartas con unos animales.
El Lorax también preguntó a Once si lo había vendido, este respondió que no y afirmó que estaba muy avanzado para su época.
Lorax los invitó a jugar cartas con él y los animales, sin embargo, todos jugaban cosas diferentes.Al cabo de un par de horas, varios animales se encontraban adentro de la casa de dos de los hermanos Ler, quienes cocinaban panqueques mientras tarareaban una canción. —¿Quién quiere una novena ronda? —preguntó Once con un plato lleno de un montón de panqueques.
—Oncie, ya son muchos.
—Nunca son suficientes.
—Bueno... Pásamelos. —comentó El Lorax.
—¿Lo ves? ¡Esa es la actitud! —antes de hacer algo más, sintieron el piso temblar.
Salieron corriendo a ver qué estaba sucediendo.
A lo lejos, pudieron divisar a un montón de gente llegando al lugar. —Ay no, ¡Es una muchedumbre!
—Oncie... ¿Qué hiciste? —cuestionó Nick más en forma de regaño que de pregunta.
Las personas se acercaban alegres.
No era una muchedumbre furiosa, eran un montón de gente de la ciudad cantando una canción reconocida: la que había hecho Once para vender su producto.
Entre El Lorax, Dominick y Once se miraron confundidos. Habían rechazado mucho a Once, ¿Y ahora llegaban felices cantando su canción? Y además con el Thneed que supuestamente había tirado Once.
Las personas rodearon a Once con dinero en las manos para comprar aquél producto. Once comunicó que se abría la venta, de nuevo.
El Lorax miraba la situación confuso, Nick miraba a su hermano, lleno de alegría por él.
Once marcó un número por su teléfono.
—¿Mamá? ¡Hola! ¡Soy tu pequeño! ¡Te dije que iba a ser un éxito! Debes traer a toda la familia enseguida, ¡Nos haremos ricos! —al ver el rostro algo molesto del Lorax, cubrió la bocina del teléfono. —¿Qué? Necesito todo apoyo que haya. —le dijo al Lorax. —No te preocupes.
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~Are you satisfied?~ (Onceler/Una vez)
FanfictionOnce-ler y Dominick-ler, dos hermanos (adoptivos) viajan a un bosque en busca de nuevas oportunidades para ambos. Cuando Once logra llevar su invento a las nubes, la fama se le sube a la cabeza y Dominick intenta hacerlo entrar en razón antes de que...