CAPÍTULO DIEZ

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Su cara debido al desmayo quedó arrinconada en mi pecho, tan pronto recobró la conciencia y abrió los ojos las lágrimas humedecieron sus mejillas, yo no me podía quedar de brazos cruzados y aunque no me lo pidiera con la voz sus ojos eran espejos ...

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Su cara debido al desmayo quedó arrinconada en mi pecho, tan pronto recobró la conciencia y abrió los ojos las lágrimas humedecieron sus mejillas, yo no me podía quedar de brazos cruzados y aunque no me lo pidiera con la voz sus ojos eran espejos claros de lo que necesitaba, por eso no dude en abrazarla, mis brazos la sujetaron con fuerza y permanecieron inmóviles alrededor de su cuerpo.

Los sollozos desconsolados y afligidos resonaron una y otra vez en mis oídos, eran golpes de culpa, impotencia y dolor.

Merry llegó de inmediato por orden mía y con tal de hacer que ella descansara le aplicó un tranquilizante, eso la haría dormir profundamente por un par de horas aunque cuando despertara la realidad volverá a hacerle daño.

—Cuide de ella, por favor...—Merry asintió y se acomodó en el sofá al costado de su cama

Salí con la cabeza hecha un mar de líos, antes de que Tyler o Sondra insistieran en acompañarme tome una de las Jeep para ir al hospital, desde la entrada hasta la zona de pediatría todo el personal me observaba con muecas de distintos sentimientos pero al fin solo era tristeza y dolor. En la entrada de terapia intensiva los gritos desconsolados de Jill me perforaron aún más, doblegando mi fortaleza.

Quede inmóvil en el marco de la puerta mientras observaba a una señora mayor sosteniendo con fuerza a Jill para que no se desmoronara, no tenía cara para verlo ni espíritu para ser un apoyo, con los sentimiento a flor de piel di media vuelta y siendo un cobarde regrese por donde llegue, termine encerrado en la oficina siendo tragado vivo por los recuerdos.

***

Los toques en la puerta me sacaron del trance mental en el que estaba sumergido, Tyler asomo la cabeza sin esperar que le dijera algo se acercó y como yo estaba tirado con las rodillas pegadas al pecho él se sentó a mi costado.

—No te hagas esto Max...—abrace con más fuerza mis rodillas.

Una cosa es clara: jamás estás preparado para la muerte.

—Arriba...—él se levantó y estiró la mano en mi dirección, estaba recio a tomarla pero al final lo hice.

La muerte de Taleh fue indolora, pacifica pero inesperada, por un segundo frene mis pasos a mitad del pasillo recargándome en la pared y dándome cuenta de lo rápido que todo había cambiado, veía los recuerdos en mi mente como una película de terror, uno a uno avanzaban, el primero era desde que regrese con ella al hostal, segundos después yo estaba cayendo de cansancio y quedándome muy dormido, fue Mason quien entro agitado y desesperado a despertarme, la llamada era urgente y venia del hospital, por el otro lado de la bocina era uno de los urgenciólogos informándome del apagón total que hubo en el edificio, los generadores de emergencia no respondían y todas las áreas del hospital habían entrado en código negro, quería correr, buscar ayuda, hacer algo, pero todo paso demasiado rápido, el teléfono volvió a sonar, de todas las malditas áreas del hospital la más afectada en energía por falta de generadores fue terapia intensiva donde monitores, tanques de oxígeno y cientos de instrumentos más eran abastecidos por luz eléctrica, ya no había tiempo, ni salidas practicas o medios de emergencia disponibles, muchos instrumentos estuvieron apagados durante los cuarenta minutos que duró el apagón, cuando se hizo el conteo de daños salió la primera víctima, llego la segunda y justo en la habitación quince Taleh fue la sexta víctima.

DE VIAJE A SUDÁFRICA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora