CAPÍTULO VEINTICINCO

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💛CAPITULO LARGO💛

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💛CAPITULO LARGO💛

(La Toscana Italiana)

La brisa corría con fuerza moviendo los arboles, gente pasaba de un lado a otro y las callecitas empedradas hacen todo muy idéntico a una linda postal de revista, yo tenía bastante sueño pero hacía esfuerzo para no quedarme dormida y poder admirar la vista a mi alrededor, mi novio era todo lo contrario, solo toco el asiento del taxi y callo rendido. Pobrecito pero lo entiendo porque hemos estado viajando por unas once horas y el jet lag si empieza a cobrar factura.

—Siamo arrivati...(Hemos llegado)—paro mis pensamientos el taxista cuando hablo

—Grazie (Gracias)—trate de sonar decente con mi poco dominio de italiano

Max abrió los ojos en ese instante despabilando su mente, le pagó al chofer y minutos después ya arrastrábamos nuestras maletas por un camino empedrado, en parte era de alguna de la colina y daba hacia una de las muchas cabañas.

Subir nos tomó unos diez minutos al menos estaba nublado y soplaba un viento ligero eso hizo menos pesada la travesía de jalar mi equipaje en pleno rayo de sol.

El pelinegro se paró delante de una bien conservada reja en color cobre, detrás de los barrotes podía distinguir un hermoso jardín con los rociadores encendidos, algunas tumbonas y lo principal era la enorme construcción de estilo bohemio y clásico. Todo con el deje Italiano plasmado en cada metro cuadrado. Un busto de venus sobresalía en la fuente de la entrada.

—Prima le signore...(Primero las damas) —abrió la reja a la vez que jalo mi maleta más grande y se la pasó por un hombro

—Esto es impresionante Max...

De frente toda la casa era aún mejor, a la izquierda una piscina infinita con vista a los pastizales, de lado derecho una terraza junto a un tejado donde varios automóviles y camionetas de distintas marcas estaban estacionadas rodeado por mucha vegetación. Era sin duda una casa bien conservada en la Toscana.

Frene mis pasos cuando el sonido de los ladridos pegó en mis oídos, dos caninos salieron por un extremo a máxima velocidad, ay dios santo, venían hacia nosotros.

—Nerón, Othón...fermare (Deténganse)

El par de rottweiler obedecieron y se quedaron sumamente quietos, es más se echaron sobre el pasto pero observándonos fijamente.

—¿No me dijiste que tenías perros?

Max soltó una carcajada antes de volver a cargar las maletas y seguir caminando—No son míos si te sirve de consuelo...

—¿Entonces de quién son?

—De mi nonna... (abuela)

Por fin dejamos atrás la enorme entrada para subir las escalinatas donde Max con toda la confianza del mundo abrió la puerta. Obvio es su casa.

DE VIAJE A SUDÁFRICA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora