Capítulo 6

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Cuando Crystal la arrastró hasta su cabaña y cerró la puerta Nerea pensó que, entre Crystal y Daniel, aquello se estaba convirtiendo en costumbre.

-¿Qué pasa?-preguntó la española.

-Es que... Creo... Me gusta Daniel-confesó Crystal.

Nerea no supo como reaccionar. No sabía sí le parecía bien o mal, ni tampoco si el chico correspondería a su amiga. No tuvo mucho tiempo para pensar porque las llamaron a la Casa Grande.

Al llegar vieron que todas las chicas menores de catorce años del Campamento Mestizo estaban allí. Una hija de Hermes les explicó que estaban las cazadoras de Artemisa, y que todas tendrían que pasar para que les ofrecieran unirse a ellas.

 Nerea no tenía muy claro que suponía unirse a las cazadoras de Artemisa, así que no sabía que pensar. Una a una las campistas fueron pasando. Entraban por delante y luego salían por la puerta trasera, por lo que no sabían que pasaba con ellas. Cuando Crystal entró, Nerea empezó a ponerse nerviosa.

Y, tras una espera que le pareció eterna, llegó su turno.

Entró en el salón de la Casa Grande y allí le esperaban tres chicas, una de doce años y las otras dos rondando los dieciséis. Una de las mayores tenía el pelo y los ojos oscuros, la piel morena y llevaba un brazo en cabestrillo. La otra tenía un aire punk, ojos azules y una diadema plateada en la frente. Pero la que le llamó la atención fue la pequeña. Tenía el pelo marrón rojizo y unos ojos grandes y amarillentos, como la luna. Nerea no dudó al decir su nombre:

-Artemisa...

-Sí, Nerea. Esa soy yo-dijo la niña-. Artemisa, diosa de la caza, la virginidad, las doncellas y la luna.

A Nerea le dio un vuelco el corazón. Ni siquiera pensó en como sabía su nombre. Era la diosa de la luna. ¿Y si se referían a eso su madre y Hestia con lo de preguntar a la Luna? La diosa siguió hablando.

-Estas son dos de mis cazadoras-explicó señalando a las otras chicas-. Thalia Grace, mi teniente, y Reyna Ávila Ramírez Arellano. Están aquí para responder a tus preguntas.

-¿A mis preguntas sobre qué?-preguntó Nerea.

-Sobre la vida siendo parte de la Caza.

-Parte de la Caza...

-Sí. Hace unos días luchamos contra un monstruo que mató a casi la mitad de las cazadoras, así que hemos venido a buscar nuevas miembros.

-Y... ¿Qué pasaría si me uno?

-Vivirás con el resto de las cazadoras, viajando y cazando monstruos, y serás inmortal.

-¿Inmortal?

-Sí, salvo que mueras en batalla o rompas tu juramento.

-¿Qué juramento?

-Jurarías lealtad a mí y el rechazo a todo tipo de amor romántico y a la compañía del los hombres.

-Por eso solo había chicas de menos de catorce años...

-Exacto, con más edad se echan a perder. Eres lista. Entonces, ¿aceptas?

Nerea no supo que responder, la idea la atraía y disgustaba a partes iguales. Sería genial ser inmortal y viajar por todas partes cazando monstruos con un grupo de chicas. Pero por otro lado... Había algo en la idea de abandonar a los hombres y rechazar el amor que no le gustaba, aunque no sabía por qué. ¿Qué hacer?

Y, en medio de la confusión de repente lo tuvo claro, la respuesta llegó a ella desde algún lugar en su cabeza.

-Señora Artemisa... Es un honor que me dé la oportunidad de unirme a su Caza... Pero no voy a aceptar. Usted pide que rechacemos a los hombres y eso no está bien.

La Rebelión de los OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora