Capítulo 8

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Nerea se despertó en una cama que no conocía, pero al momento supo donde estaba. La Estación de Paso. Recordó el hombre que les había recibido, Leo Valdez.

¿Ese Leo Valdez? ¿El hijo de Hefesto que se había sacrificado para destruir a Gaia y había vuelto de los muertos? Tenía que descubrirlo.

Se levantó y vio que estaba en una habitación con varias camas, como si estuviera pensada para mucha gente.

Salió al pasillo y vio que en la puerta había un cartel que decía: chicas. Por eso los gemelos no estaban con ella. Estaban en la habitación de los chicos.

Sin dudar, Nerea recorrió pasillos hasta llegar a una gran sala, que era un cruce entre comedor y taller mecánico. Vio su mochila sobre la mesa y la cogió. Respiro tranquila cuando tuvo en la mano su cuchillo, lo único que tenía de su madre. No se dio cuenta de que no era la única despierta hasta que una voz la hizo sobresaltarse:

-¿Has dormido bien?

Nerea se dio la vuelta y, en un acto reflejo, colocó su arma en el cuello de la otra persona. Pero luego se dio cuenta de quien era y la quitó.

-Lo siento-recordó que en EEUU eran más educados que en España-, señor Valdez.

-Estás perdonada, pero prométeme una cosa-dijo él-. Nunca me llames señor Valdez, me hace sentir viejo. Llámame Leo.

-Prometido, Leo-los dos sonrieron-. No tienes porque responder sino quieres, pero... ¿Eres Leo Valdez, el héroe de la profecía de los Siete?

La sonrisa se apagó por un instante en la cara del hombre. Luego volvió.

-Sí que lo soy-suspiró-. Han pasado catorce años y todavía hay gente que me mira como si fuera famoso.

-Es que lo eres, al menos para los semidioses. Nos salvaste a todos, Leo. Si estoy hoy aquí, es por ti. Yo nací después de la guerra. Si existo es por ti. Gracias. Nunca nadie podrá agradecerte todo lo que hiciste.

Se quedaron en silencio por un momento. Nerea miró a su alrededor, pero Leo habló atreyendo su atención.

-Gracias a ti...

-Nerea.

-Bonito nombre. En fin. Gracias a ti, por recordarme que hay una razón para todo lo que hice.

-¿A qué te refieres?-Nerea se dio cuenta de que ahora Leo parecía varios años más viejo.

-Yo... Llevo aquí trece años. Llegué aquí feliz, creyendo que este era el lugar en el que quedarme y vivir.

-Llegaste aquí... Por Apolo, cuando fue humano. Tú y Calipso le ayudasteis.

-Eso fue en febrero. Luego Apolo se marchó. Mi mejor amigo murió a manos de los emperadores- Jason Grace, pensó Nerea-. Llegó el verano y ganamos la guerra contra el Triunvirato, todo iba a ir bien. Pero apareció ella

-¿Ella quien?-interrumpió Nerea.

-La diosa a la que pertence este lugar. La Estación de Paso también se conoce como la Casa de las Redes por su dueña. Britomartis.

Nerea se quedó blanca. Ese lugar...

-¿Estás bien?-preguntó Leo

-¿Este lugar es de Britomartis? ¿De Britomartis, la diosa de las redes?

-¿Conoces alguna otra Britomartis? En fin, a finales de julio del año que llegué la diosa apareció. Nos dijo que esa sería la última vez que la veríamos y que este lugar ya no pertenecía a las cazadoras de Artemisa. Nos dijo algo de esperar a su legado... En fin, que se despidió. Después de ese día las cazadoras dejaron de venir y cada vez llegó menos gente. Calipso me dejó y se fue. Además de nosotros aquí vivían dos excazadoras con una hija adoptada, una semidiosa, que se unió a la Caza y no regresó. Y luego una de las mujeres mayores murió. Ahora aquí ya solo vivimos yo y Jo, la otra mujer, la que sigue viva. Y siento que estoy tirando mi vida por la basura, pero este lugar es lo último que me queda. Ojalá Britomartis viniera y arreglara todo, este sitio es suyo.

La Rebelión de los OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora