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El tiempo no funcionaba para todos.

Yoongi no había querido detenerse a pensar mucho en las últimas dos semanas y media. Inundado de trabajo, encerrado en su estudio, pasó los últimos días con sus dedos vagando sobre su mezcladora y su piano, tratando tontamente de llenar el vacío con cualquier sonido que pudiera hacer eco en su cabeza y pudiera sobreponerse a la última oración que Jimin espetó casi con desprecio.

Aunque era prácticamente imposible.

Las palabras rebobinaban una y otra vez, retumbando en sus sienes, buscando hacerle sentir miserable como él mismo, perturbando cada minuto del día, casi como si ese fuera su único propósito.

Exhausto por las incontables noches sin dormir y el incesante llorar de su lobo, solo atinó a tumbarse sobre el respaldo de su silla reclinable, en la soledad de su oscuro estudio.

Era un desperdicio, se decía a sí mismo, pues de cualquier forma no podría conciliar el sueño, por mucho que lo intentara.Ni las pastillas lograban hacer efecto.

Así que, resignado a su fallido intento por no morir de agotamiento soltó todo el aire que sus pulmones se empeñaban en retener y se levantó con pesar de la silla.

Renuente a cualquier tipo de contacto social, optó por tomar las escaleras. No trabajo sencillo, pues estaba en el quinto piso, pero prefería eso a las miradas lastimeras que le daban algunos miembros del staff o compañeros mismos.

Él sabía de su apariencia, se miraba todos los días al espejo, se analizaba de forma concienzuda, pero nada podía hacer para cambiarlo de cualquier forma.

Sabía de las oscuras ojeras bajo sus profundos ojos oscuros, de la palidez de su piel (más de lo usual), de la delgadez de su rostro, de la barba incipiente que ni siquiera se había molestado en quitar, de lo desaliñado de su cabello rubio, de la tristeza que emanaba con su andar. Joder, lo sabía.

Pero la sombra de aquello que se esfumó entre sus manos como un fantasma que aún vivía en su casa.

Podía distinguir su aroma tenue en sus sábanas, escuchar sus pasos descalzos sobre el piso de madera... su voz pronunciando su nombre.

Nuevamente una punzada anunció el inminente dolor de cabeza, llevando sus dedos al puente de su nariz, como si de aquella manera pudiese aminorar la sensación amenazante pero fallando rotundamente

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Nuevamente una punzada anunció el inminente dolor de cabeza, llevando sus dedos al puente de su nariz, como si de aquella manera pudiese aminorar la sensación amenazante pero fallando rotundamente.

Sin más opciones que volver a casa por un rato, salió de su estudio, colocando rápidamente la contraseña en la cerradura digital. No quería toparse con alguien ni por accidente, aunque todos en el edificio lo entendían, pues el pasillo generalmente concurrido estaba completamente vacío.

Nunca fue un alfa precisamente amenazante ni territorial, pero recientemente su lobo antipático colocaba enormes barreras entre él y el resto del mundo, provocando que rehuyeran de él por sus fuertes feromonas. Quizá esa era la principal razón por la que ni un alma se atravesó en su camino.

El Otro Papá  | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora