Bálsamo

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—¿Pasa algo? — inquirió divertido, notando el ceño fruncido del menor. Jimin ni siquiera se giró para verlo, siguió atareado en acomodar una y otra vez los productos en el tocador de Yoongi, como si ese fuese su único propósito en la vida. El mohín en su boca no desaparecía por mucho que intentara estirar sus labios en una línea tensa.

El alfa sonrió socarrón, en cuanto cerró la puerta de su camerino tras de sí luego de que su staff saliera por órdenes suyas después de haber terminado su trabajo de prepararlo para su próxima presentación.

Desde su posición camino los escasos cinco pasos que lo separaban de su omega y colocó sus manos en su cadera, provocando que se detuviera de inmediato, percibiendo como la tensión recorrió sus músculos hasta dejarlo quieto.

—Nada— respondió tajante, sin embargo no se separó del toque, al contrario, se incorporó despacio, como si quisiera que el alfa sintiera como su cuerpo chocaba lentamente contra el suyo.

—Uhm...— farfulló, acariciando suavemente con su nariz la curvatura de su cuello, cuando por fin su espalda se pegó a su pecho— ¿qué es lo que te molesta lobito?, me gustaría que sintieras la confianza de explicarme claramente todo, no importa si sientes que es vergonzoso, no quiero que haya lugar para malas interpretaciones entre nosotros.

Jimin hizo una mueca, totalmente indefenso, pues no existía algún argumento que pudiera lanzar en contra de la petición del alfa, así que, solo suspiró rendido.

—Es solo que...— Yoongi reconoció la duda tambalear en la lengua de Jimin, cuando vio su reflejo en el espejo, como si estuviera mordiéndose los labios para no decir algo inapropiado, no obstante, en lugar de terminar su oración, se giró sobre sus talones para encarar al rubio, quien escabulló sus manos frías debajo del suéter verde del omega.

Con sumo cuidado, Jimin colocó su índice debajo de la barbilla de Yoongi y con su mano libre tomó uno de los bálsamos que descansaban sobre la superficie de madera. Aplicó el producto rosáceo despacio sobre los labios bonitos de Yoongi, con cuidado de no salirse más allá del borde.

—Hueles mal— sentenció, causando una risa que brotó desde lo profundo de la garganta de Yoongi, obteniendo nuevamente aquella arruguita particular entre las cejas de Jimin.

—¿De verdad?

—Estoy hablando en serio.

—Estoy seguro de haberme duchado hace unas dos horas y recuerdo perfectamente que te ayude a sentarte-

Jimin colocó ambas palmas sobre la boca ajena, arruinando su propio trabajo, con la vergüenza a flote de piel, estallando en carmín en la punta de sus orejas.

—Alguien podría escucharte, idiota.

—Eso no es un problema, honestamente no es un secreto que estamos juntos ¿sabes?

—¿Eh?

—Incluso Taehyung me lo dijo, llevas mi aroma sobre ti. Y yo el tuyo.

—Mmm — respondió tajante, extrayendo una pequeña toalla de algodón para limpiar el desastre en el rostro ajeno.

—¿Es malo?

—No. Pero definitivamente tu no llevas mi aroma.

—¿De qué hablas?

—Jihyo huele a fresas. Te va mejor ese aroma, supongo.

Y todo hizo clic. Solo fue necesario ese comentario para que todo su sistema nervioso actuara en su lugar.

—¿Estas celoso? —preguntó, con tono serio, no quería que el menor pensara que se burlaba en ningún sentido de la situación.

Jimin colocó el producto hidratante nuevamente en los belfos de Yoongi, evitando responder la pregunta.

El Otro Papá  | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora