Conversación

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Era fascinante, no podía describirlo de alguna otra forma

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Era fascinante, no podía describirlo de alguna otra forma.

Extrañamente, lograba distinguir toda la composición de su cuerpo, la cantidad de moléculas y de que químico estaban conformadas; el hidrógeno, nitrógeno, carbono... como si pudiera contar sus células y la cantidad de energía que desprendían mientras sus átomos chocaban unos con otros.

Como si pudiera rezar una plegaria y escuchar la respuesta del mismísimo dios.

Porque mierda, la forma en que Yoongi sujetó su mentón y deslizó sus dedos por su mejilla, con extrema dulzura, que seguramente derretiría toda la Antártida, tenía a su corazón desbocado como un loco.

En cambio Yoongi se mostraba tan tranquilo, tan sereno, muy al contrario a sus instintos animales, minutos atrás, donde incluso dejó entrever sus colmillos ante la amenaza que suponía el otro alfa, muy diferente a la sutil caricia de sus dígitos por cada milímetro de la piel ligeramente tostada, como si pudiera descifrar algún secreto, examinando cada poro hasta asegurarse que no tenía ni el mínimo rasguño.

No se lo perdonaría si fuese así. No con su compañero.

—Estoy bien, en serio— afirmó el omega, por segunda vez, sujetando con fuerza los bolsillos de la chaqueta ajena, ensimismado  secretamente en su toque.

No quería admitirlo, al menos no en voz alta, pero se sintió como si estuviese hechizado, bajo el encanto divino de los orbes oscuros que le miraban severos.

Quiso envolverse en ellos y quedarse grabado para siempre bajo el manto nocturno.

—Entonces, ¿por qué...?— inquirió, trazando círculos en los mofletes colorados con sus pulgares— ¿quién era él?

Sabía lo que había implícito detrás de aquella simple pregunta, algo que Yoongi no se atrevía a preguntar, probablemente por temor a ser impertinente.

Se sentía en terreno escabroso, como si en cualquier momento las cosas pudieran derrumbarse con solo una palabra.

La comisura de sus labios temblaron dolorosamente, queriendo caer en una mueca triste, pero Yoongi tensó sus belfos en una línea tratando de evitar que sus emociones dominaran sus facciones, pero aún así, Jimin logró percibirlo.

—Yo...— murmuró, avergonzado, totalmente abrumado ante la idea de confesar su cobardía, de bajar los muros que con tanto esmero construyó para alejar a cualquiera.

—No, olvídalo, perdón— interrumpió Yoongi al instante, dando un paso hacia atrás, alejándose de él.

Se sintió tan jodidamente frío.

—¿Eh?

—No es asunto mío— respondió, evadiendo la mirada del omega— desde el principio, no debí intervenir... seguro te he metido en más líos.

El Otro Papá  | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora