Te deseo

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El sol no estaba por ningún lado. El reporte del clima había anunciado días atrás la ausencia del astro divino, y pudo comprobar la veracidad de sus palabras cuando intento buscar la presencia del sol por el firmamento, pero este no estaba por ningún lado, oculto tras las brumosas nubes de lluvia que opacaban su brillo. Seúl siempre había parecido gris, pero especialmente en aquellas épocas, cuando los diluvios azotaban la ciudad  bañándola, permitiendo que los edificios se desdibujaran en el triste firmamento. Pero existía algo especial en ello, en la frescura después del rocío y la brisa golpeando suavemente su rostro. Se permitió disfrutar brevemente del clima, mientras sus botas Chelsey en sincronía con sus latidos, resonaban contra el pavimento de la acera.

Sonrió como un tonto, balanceándose al ritmo de "Written all over your face" que se deslizaba suavemente
por sus auriculares, cuando un rayo de sol cayó de lleno contra su rostro, un simple chasquido fugaz que le arrebató una carcajada.

Estaba tan feliz que su aroma dulzón atrajo las miradas curiosas de los transeúntes que se cruzaban por su camino a la empresa, tanto que incluso un par de omegas (ademas de montón de estúpidos alfas) intentaron coquetear con él. Y era extraño, hasta para sí mismo era difícil de asimilar el sentimiento, tanto que el peso de su corazón era demasiado abrumador como para cargarlo sin problemas en su pecho a punto de estallar, pero no podía reprocharle nada en absoluto, pues sin lugar a dudas, su buen humor tenía nombre y apellido.

Min Yoongi.

El alfa había sido terriblemente dulce con él los últimos días, que casi podía sentir el sabor del azúcar en su boca. No quería admitirlo, no al menos en voz alta, pero secretamente lo adoraba. Aunque, Yoongi era coqueto siempre que tenía la oportunidad, estaba en su naturaleza, por lo que le era prácticamente imposible ir en contra de ello, pues no dudaba ni un segundo en jugar con Jimin, como un pequeño cachorro travieso en busca de su atención, pero siempre respetando los límites. Jimin sin embargo, no podía resistirse a responder maliciosamente ante cualquier intento de cumplido, gozando fervientemente de lanzar argumentos irrefutables en contra del alfa, quien solo aceptaba resignado entre risotadas cada rechazo, como un juego recurrente entre los dos. Algo que solo ellos mismos entendían.

Su omega, ansioso por encontrarse con su alfa, movía la colita de un lado a otro, impaciente por llegar, así que, cuando los cristales polarizados del edificio comenzaron a vislumbrarse en su camino, disminuyo gradualmente su rápido andar, procurando no tropezarse o trastabillear con sus propios zapatos. Saludo propiamente al guardia de seguridad del pórtico con una ligera venia e ingreso con su credencial plástica colgada visiblemente en su pecho, chocando suavemente contra la lana caoba de su abrigo. Caminó con serenidad en dirección al ascensor y presionó casi con parsimonia el botón metálico, se deslizó suavemente al interior del cubículo móvil esperando pacientemente su recorrido.

Hizo un recordatorio mental de las cosas que habían quedado pendientes la semana anterior y las numeró en orden de importancia en su cabeza para comenzar a trabajar en ellas en cuanto abriera el estudio, pero rápidamente quedaron en segundo plano cuando el aroma a chocolate se decantó sobre su cuerpo. Min Yoongi estaba ahí, recargado contra la puerta, como si el mundo pudiera irse a la mierda y a él no le importara en lo más mínimo, como si nada en el universo pudiera perturbarlo. Su cabello rubio caía con gracia descuidada sobre su frente, usando un suéter de cachemira celeste que se amoldaba perfectamente a su figura, envolviendo perfectamente sus hombros anchos y un pantalón holgado de denim con bordados en las costuras laterales.

Su mente quedó completamente en blanco por un segundo, como si se hubiese drenado de pronto, llenándose al instante solo de pensamientos sobre el alfa, más concretamente de sus manos en su cintura, de su boca en su cuello, de su peso sobre su cuerpo...

El Otro Papá  | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora