CONVERSACIONES CON ERIC

20 2 3
                                    

—Hey tío, ¿Qué haces?

—Estaba durmiendo la siesta, Chris. —dijo Eric—. Su voz al otro lado del charco sonaba áspera y cansada.­ —­Ayer nos corrimos una juerga de las gordas.

Miré mi reloj y calculé mentalmente la diferencia horaria.

—¡Joder! Perdona, no me he dado cuenta de la hora.

—No importa, ya son las 4.30. Iba a levantarme enseguida de todos modos. ¿Pero estás bien? El que debería estar en la cama eres tú.

—Sí, sólo quería hablar contigo un rato. Pero sigue durmiendo, ya te llamo más tarde.

—No, Christian, dime, ¿Qué pasa? —Me pasé la mano que tenía libre por la frente y la arrastré hacia la nuca, dándome un rápido masaje para desestresarme. —¿Estás bien?

—Estoy hecho un lio tío. Me he... —Las palabras se ahogaban en mi garganta.

—Chris... ¿Qué has hecho?

—Me he liado con Olaya —respondí esperando su reacción.

—¡Con Olaya! ¡Serás cabrón!

—Sí tío... anoche bebí un poco y... —Me sentí patético echándole la culpa de mis decisiones a una mísera cerveza de mierda.

—¡Joder! —Noté la decepción en el tono de voz de mi hermano—. Pero...

—Lo sé, no debería... ¿Verdad?

—¡No! No me refiero a eso... Estaba pensando en Clau, tío. ¡La odia!

—Yo no he dejado de pensar en Claudia durante toda la noche pero...una cosa llevó a la otra... y no quiero hacerle daño a Olaya, no se lo merece.

—¿Pero a ti te gusta ella? —Se hizo el silencio y una pausa eterna precedió a mi respuesta.

—No...—protesté entre sollozos—. Sólo pura atracción física y si me apuras, ni eso. ¡Joder, es que mientras mi cabeza me dice que lo supere, mi corazón no acaba de arrancar.

—Tío, debes pasar página. Tienes tan idealizado el pasado que no eres capaz de afrontar el presente... Si es lo que quieres hazlo y no te sientas culpable... Anda, deja de llorar, no puedo soportar que estés así.

—Es que todavía no he hablado con Claudia, aún no sé si lo nuestro puede arreglarse. Me duele poder ser capaz de querer a alguien que no sea ella. ¿Entiendes? ¡No quiero querer a nadie más! ¡No quiero enamorarme de nadie que no sea ella!

—Chris, ¡Escúchame coño! Vive el momento, tienes que intentar ser feliz. Si te gusta Olaya, adelante. ¡Que le den por el culo a todo lo demás!

—Tío, yo no soy como tú... No puedo ignorar lo que siento...

—¿Tú crees que yo, precisamente yo, ignoro lo que siento? ¡Joder, cómo puedes decirme eso después de todo lo que he pasado! —Se está exasperando por momentos y tengo miedo de que piense que me va a dar un bajón como el anterior y voy a cometer otra locura—. Sabes que...

—No me he explicado bien... —le interrumpo—. Quiero decir que tú has podido reprimir lo que sientes por Claudia y sé que no está siendo nada fácil para ti, sobre todo viendo que estaba conmigo...

—No me estoy reprimiendo, me estoy jodiendo, que es distinto.

Ya me lo imagino dando patadas a los trastos con los que hace deporte que tendrá tirados por el suelo sin recoger y por los ruidos que se han empezado a escuchar, confirmo mis sospechas.

—Esto es una putada, ahora ni tú ni yo la tenemos. Somos gilipollas.

—¿Desde cuándo hablas tan mal? —se ríe y por un momento, la conversación se aligera y podemos respirar los dos.

—¡Jajá! —Sólo Eric puede hacerme reír en los momentos más oscuros—. Supongo que he cambiado un poco ¿No? Si tuvieras a Matías pegado a tu culo las veinticuatro horas del día, a ti también se te pegaría su lenguaje. Estos argentinos...

—Tío, ¡Tengo unas ganas de darte un abrazo!

—Yo también Eric. Quedan menos de 10 días. —Visualizo en mi mente la semana que viene y me entra el pánico—. Luego tengo que volver al mundo real.

—Mamá y papá están histéricos blindando la casa para que no te dé por hacer una de las tuyas. Me han obligado a quitar la barra que tenía sobre mi puerta para hacer dominadas. —Se echa a reír pero luego su risa cesa bruscamente—. Lo siento, Chris, no debería estar bromeando con algo tan serio.

Ignoro su comentario.

—Bueno, qué, ¿La has visto?

—No tanto como me gustaría. La verdad es que no ha salido mucho últimamente ni siquiera con Eva. Creo que al final ha acabado dándose cuenta de que la ha cagado contigo. Está muy encerrada en sí misma.

—¿Cuándo hablaste con ella por última vez?

—Hace unas dos semanas más o menos. Fui a verla a casa cuando salí del entrenamiento. Estaba enferma con un resfriado flipante. ¡Si vieras qué manera de respirar más rara!

—¿Y no volviste a llamarla para saber si había mejorado? —Qué estúpido soy, esperando de mi hermano lo que debería hacer yo—. Espero que haya ido al médico. Últimamente siempre que pregunto por ella está mala.

—Le mandé unos cuantos mensajes, pero responde cuando le da la gana. Ya sabes, ¡Es Claudia! O la tomas o la dejas. Habrá mejorado, la Negra le tenía preparado un brebaje de los suyos que olía a podrido.

—¿Te preguntó por mí? —le digo, temiendo su respuesta.

—Pues claro Chris, es lo primero que hace cada vez que hablo con ella. ¡Y no sabes cómo me jode! —Ignoro sus ironías pero no sé cuánto de broma y cuánto de verdad hay en ellas.

—¿Qué te dijo?

—Nada tío, lo típico... Ella también está mal, sólo que ya sabes cómo es. Antes de reconocerlo es capaz de meter la cabeza en un cubo de vómito. ¡Se parece a Rita un huevo!

—¡Joder Eric, qué burro eres! ¿Pero te dijo algo de mí?

—Bueno, me dijo que te echaba de menos y me preguntó lo mismo que tú. Que si preguntas por ella, que qué haces todavía allí, que cuándo vuelves... que si estás viendo a alguien. Si nadie entiende por qué estáis separados tío.

—Ni yo mismo lo sé... Porque somos unos putos inmaduros los dos.

—¿Y qué piensas hacer con Olaya?

—No sé, ahora ya he dado el paso, no quiero echarme atrás. Puede merecer la pena intentarlo, es una buena tía a pesar de que Claudia y ella no se puedan ver. ¿Tú qué opinas?

—Ya te lo he dicho, la vida es corta y yo estoy hasta los cojones de que seas tan comedido tío. Arriésgate por una vez, exponte a la decepción o al triunfo. Tienes que correr riesgos porque en la vida el mayor peligro es no arriesgar nada. ¿No aprendiste nada del verano pasado, cuando te arriesgaste con Claudia?

—Sí, aprendí que cuando merece la pena, es importante arriesgarse. Pero el problema es que creo que esta vez me voy a equivocar de pleno. Y Claudia me va a matar...

—Eso está más que claro. Ya podías haber elegido a cualquier rubita americana de esas que no paraban de visitarte en el hospital pero no, tenías que liarte con Olaya.

—Bueno Eric —le interrumpo—. Mejor dejamos esta conversación para otro día. Vamos a colgar que ya te he entretenido bastante.

—Si quieres hablamos mañana, cuando hayas meditado todo el asunto.

—Por mucho que medite...

—No te comas tanto la cabeza.

—Hasta mañana Eric.

—Adiós hermano. Te quiero.

Al final no medité, ni me paré a buscar los pros o los contras de comenzar una nueva relación cuando aún no te había sacado de mi cabeza. Simplemente seguí el consejo de mi hermano y tiré para adelante, con la esperanza de que se produjera un cataclismo que me ayudara a olvidarte.

Y así es como, por un baile tonto y una cerveza de más, Olaya y yo empezamos a salir juntos. Seguir profundizando en aquellos días en Estados Unidos poco sentido tiene ya.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 01, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SIGO CONTANDO ESTRELLAS EN EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora