CAPÍTULO 4: PESADILLA

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M: “¿Peach?” 

La princesa del Reino Champiñón estaba de espaldas a Mario en el recibidor del castillo.

P: “Mario.” Se giró al fontanero asustando a éste último al ver que ella portaba en sus brazos una fusta de cuero. “¿De verdad creías que yo te amaría?”

M: Avanzó lentamente hacia atrás sin voltearse. “P-Peach, ¿q-qué vas a hacer con…?”

En un parpadeo Mario se encontraba semidesnudo tumbado y esposado en una cama. Intentaba soltarse pero le era imposible. De la oscuridad salió Peach con una siniestra sonrisa en su rostro y sosteniendo la misma fusta disfrutando del miedo de Mario.

M: “¡E-espera! ¡P-por favor!”

P: “Oh Mario, ¿enserio creías que yo querría tener sexo contigo? ¿Qué lo único que querías era sentir amor?” Puso la fusta en la barbilla de Mario y la apretó con fuerza. “¡Antes preferiría usarte como juguete sexual que follar contigo, gordo italiano de mierda! Nadie te quiere, ni siquiera tu querido hermanito.”

Las lágrimas salieron descontroladamente de los ojos de Mario. Peach le azotaba sin piedad alguna mientras se reía disfrutando del miedo, la tristeza y el sufrimiento de Mario. Entonces, de la nada, Mario se encontraba en mitad de la plaza del reino completamente desnudo, con las marcas de aquel instrumento sádico de Peach, mientras que ésta última lo exhibía como si fuese una atracción de circo y todos se reían de él.

L: “¡Mario! ¡Mario!” La voz de Luigi resonó en su mente. “¡Vamos, despierta!” Y Mario abrió los ojos.

M: “¡NO, DÉJAME EN PAZ!” Despertó sobresaltado mirando a su alrededor y se alivió de ver que estaba en su cuarto, y junto a él estaba Luigi. 

L: “B-bro…” Estaba muy asustado y preocupado por Mario, y más aún cuando lo vio llorar. 

M: “¡LUIGI!” Le abrazó al instante dejando reposar su rostro cubierto de lágrimas. 

L: Le dio palmaditas en su cabeza. “Y-ya está, ya está. Ha sido una pesadilla.”

M: “Mi angelito. Gracias. Gracias por sacarme de ese infierno.”

L: Se sonrojó cuando Mario le llamó angelito. “D-de… de nada.” No sabía que era lo que Mario estaba soñando, pero sentía que, a juzgar por las lágrimas y la forma en que despertó, llegó a tiempo a despertarlo. “Te traeré un poco de agua, ¿vale?”

M: “Vale.”

Luigi se levantó a por un vaso de agua al cuarto de baño mientras Mario intentaba ubicarse en el mundo real, intentando aceptar que lo ocurrido solo estaba dentro de su mente, pero a la vez se sentía aliviado de que su ángel le liberase de aquel horrible sueño. El pequeño volvió, como prometió, con el agua y se la entregó a Mario para que, de un solo golpe, se la bebiese. 

M: Le pasó el vaso a Luigi y lo colocó en la mesita de noche. “Gracias. Ya me siento mejor.”

L: “De nada bro… ¡AH!” Al volver a tumbarse sintió dolor en su trasero.

M: “¿E-estás bien?”

L: “S-si… n-no te preocupes.” Dijo sonriendo con esa dulzura propia suya a la vez que pasaba su mano por una de sus nalgas.

Fue entonces cuando Mario lo recordó todo: cómo Luigi estaba encima de él; cómo su pene invadía el interior de Luigi; cómo jugueteaba con uno de sus pezones; y cómo se vino Mario en su interior y degustar de lo cremosa que era la esencia de Luigi. Y todo con muchísimo amor, pero a Mario le preocupaba algo.

M: “Te hice daño. Y todo por mi culpa.” Pensó que Luigi tenía razón con respecto a lo del tamaño de su pene.

L: “¡N-no! E-estoy bien, de veras. M-me… me gustó mucho que estuvieses d-dentro de… m-mí.” Dijo sonrojado recordando lo bien que se sentía el tener el pene de Mario en su interior.

M: “Pero no quiero hacerte daño. No quiero que te alejes de mí. No quiero perderte.” Pasó su mano por su mejilla. “¿Qué voy a hacer yo sin ti?”

L: “No voy a dejarte solo, y sé que nunca me harías daño… intencionalmente, claro.” Dijo sonriendo con esa carita angelical. “P-pero s-si lo dices por mi dolor de en el culo no hay nada que perdonar. ¿T-tú… lo disfrutaste Mario?”

M: “Mucho. ¿Qué digo mucho? De aquí al extremo de la galaxia ida y vuelta.” Le dio un tierno beso en la frente. “No me arrepiento de nada de que mi primera vez haya sido contigo, aunque seamos hermanos.”

L: Se quedó sin palabras. “I-igual…” 

En ese momento Luigi se sentía la persona más feliz del mundo. Su virginidad murió con su hermano, la persona a la que más quería, lo disfrutó con él y no lo odiaba por haberlo hecho con alguien con quien compartía la misma sangre. Era la noche más feliz para los hermanos.

M: “Volvamos a dormir. Es bastante tarde.”

L: Bostezó. “Si, es lo mejor.” Dijo somnoliento. “Buenas noches bro.”

M: “Buenas noches mi angelito guardián.” 

Abrazó a Luigi para sentirse a salvo en el mundo de los sueños y se quedaron dormidos con una sonrisa en sus rostros.

Y aquí acaba este hermoso capítulo.
Decidme si gusta porfis 🥰

Nos vemos 💕

Hazlo conmigo (Mario x Luigi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora