Capítulo 1

753 70 5
                                    

Do Kyungsoo oyó el helicóptero a media mañana, pero, a las cinco, Kim JongIn aún no lo había llamado. Técnicamente, el ya había terminado el turno. De hecho, ni siquiera formaba ya parte de la plantilla. 

Y se marcharía para siempre en doce horas.

Decidió ignorar la sensación de tristeza y vértigo que sentía en su interior y se recordó que el señor Kim JongIn no seguía un horario normal de trabajo.

Viajaba mucho y, si quería archivos, estadísticas o informes, llamaba sin importarle la hora que fuera. Se los pedía muy cortésmente y, entonces, le recordaba que lo contara como horas extra y le daba las gracias por haberlo ayudado.

Daba gusto trabajar para él y Kyungsoo iba a echarlo de menos más allá de lo que era apropiado.

Se miró en el espejo y vio las maletas ya organizadas a sus espaldas. 

Se preguntó por qué seguía vestido con el uniforme de Kim Resort. 

Sacudió la cabeza. Se había peinado,  se   maquillo un poco y se había lavado los dientes. Todo estaba listo para cuando él 
lo llamara.

Después de todo lo que le había hecho salir huyendo de su hogar en Chuncheon, jamás habría creído en lo que se iba a convertir: un doncel totalmente enamorado de su jefe.

¿Sabía él que él se marchaba y no le importaba? Nunca se había metido en cuestiones personales. Nunca. De hecho, a Kyungsoo no le sorprendería si él no se habia dado cuenta de que era un doncel.

Lanzó una carcajada. Si no lo hubiera visto invitando a cenar a alguna mujer o doncel que estaba de vacaciones en solitario en el resort e incluso ocupándose de todos los gastos de su estancia, Kyungsoo habría llegado a pensar que no se fijaba en ninguna mujer o doncel.

Sin embargo, estaba con una persona cuando le convenía y eso hacía que él se sintiera… extraño. Desilusionado e incluso celoso, lo que era una incongruencia, dado que no deseaba acostarse con él. ¿O sí?

Sintió que la tensión se apoderaba de el. No era terror y náusea. No era el modo en el que solía sentirse cuando pensaba en el sexo. Sin embargo, tampoco se trataba de fuegos artificiales y estrellas fugaces. 

Entonces, ¿por qué le importaba que tal vez no tuviera la oportunidad de decirle adiós?

Se sintió mal. Tenía que despedirse. No era lógico sentirse tan apegado a alguien con quien solo había tenido una relación profesional, pero así era.

Los desafíos de su carrera habían hecho que él fuera una gran parte de su vida. Además, lo respetaba y lo consideraba una persona útil y competente y había conseguido que el volviera a sentirse seguro en su lugar de trabajo.

Había hecho que Kyungsoo sintiera que, tal vez, solo tal vez, podría volver a ser un doncel entero y no uno que se había distanciado de todos sus atributos de doncel, a excepción de los más básicos.

¿Quería decirle todo aquello? No. Por lo tanto, se marcharía a Ulsan sin despedirse de él.

Sin embargo, en vez de desatarse el pañuelo rojo y blanco, tomó su tarjeta de seguridad y se dirigió a la puerta. Se dirigió al ascensor. ¿Y si estaba con otra mujer o doncel?

Unos minutos más tarde, se secó las palmas de las manos contra el pantalón antes de llamar a la puerta. Técnicamente, la planta catorce pertenecía a la familia Kim, pero Suho, el hermano menor, no era tan entregado a sus deberes como JongIn.

Dara, la hermana de ambos, la cabeza figurativa de la empresa, programaba sus visitas a Busan para poder tomarse un descanso de los fríos inviernos de Nueva York.

Una noche inolvidable (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora