Capítulo 10

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Cuando Kyungsoo tuvo que acudir al mostrador de recepción porque Bina había preguntado allí por él, lo primero que pensó fue en enviar a su prima a casa. Antón la había mandado con su niñera para comprobar cómo estaba y tratar así de controlarlo.

Sin embargo, Bina tenía un vínculo muy fuerte con Mark que había ayudado a la niña a afrontar la pérdida por la que aún seguía sufriendo. 

Kyungsoo no tuvo corazón para pedirle a su prima que se marchara sin poder visitar a su adorado primito. Además, una conversación ininterrumpida con JongIn por primera vez desde que le volvió a ver resultaba tremendamente atractiva.

Le envió un mensaje para decirle que Bina y su niñera iban a quedarse con Mark y que él lo esperaría a él en el vestíbulo principal para ir a cenar. Entonces, preso de un pequeño ataque de vanidad, había ido a una de las boutiques del hotel para comprarse un traje y unos zapatos nuevos.

Tras mirarse en el espejo del aseo, se preguntó qué era lo que estaba tratando de demostrar. Se había retocado el peinado y el maquillaje. El único par de zapatos que le iba con el traje eran unos de charol un poco extravagantes de lo que solía usar. En cuanto al traje, era mucho más estilizado que sexy. 

A pesar de las confesiones de aquella tarde, no iba a permitir que su pasado lo acobardara. No iba a negar que era un doncel ni iba a fingir que era feo o asexual. No tenía nada de qué avergonzarse. Ser hermoso no era un delito. Querer agradar a un hombre no era una invitación para que se abusase de él.

En un acto de valentía final, se aplicó una capa de brillo sobre los labios y se dirigió al vestíbulo. JongIn era la única persona que estaba en recepción en aquellos momentos. Como no lo había visto aún, Kyungsoo se permitió unos segundos para contemplar su perfil, tan perfecto como el de una estatua.

Proyectaba un aire de riqueza indiscutible, con un reloj de oro y una camisa hecha a mano por encima de unos elegantes pantalones y unos mocasines italianos. 

Dado que daba todas aquellas cosas por sentado, emanaba un aire de poder. 

Resultaba muy atractivo con su atlético cuerpo, su excelente corte de pelo y un rostro recién afeitado.

Kyungsoo siempre había pensado que él lo tenía todo y que, por eso, parecía aburrido con el mundo. Sin embargo, ya lo conocía mucho mejor y sabía que aquel aire distante era tan solo un escudo de protección. Se había dado cuenta de que debía de sentirse muy solo.

JongIn lo miró con aire distraído y luego dio un respingo al reconocerlo. Expres sorpresa, tal vez algo más. Fuera lo que fuera, lo enmascaró rápidamente.

–No llevas uniforme –comentó, sin realizar cumplido alguno.

–No quería que empezaran los rumores si alguien reconocía al director gerente de Kim Resort cenando conmigo. He hecho las reservas al otro lado de la calle.

JongIn asintió. Tras sujetarle la puerta de entrada, salió tras Kyungsoo y los dos se dirigieron a La Fumée Blanche. Kyungsoo llevaba mucho tiempo queriendo probar aquel restaurante, pero era un lugar para parejas, no mujeres y donceles solteros y sobrinas preadolescentes.

Los acompañaron a través del comedor, que rodeaba una pequeña pista de baile, en la que un terceto tocaba jazz francés. Desde la mesa que le asignaron, se divisaba una espectacular vista del oceano. En otras circunstancias, habría sido el lugar perfecto para una cita.

–¿Vino? –le preguntó él.

–Pensaba que no bebías.

–Pensé que a ti te apetecería.

–Bebo a veces, si es una ocasión especial. Pero esta noche no necesito nada.

No era una noche especial, a pesar de la luz dorada de las velas sobre las copas de cristal y la maravillosa música.

Una noche inolvidable (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora