-.Capítulo 20.-

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Yibo despertó un poco aturdido.

Le dolía la cabeza, tenía la nariz congestionada y la voz rasposa.

El audio seguía sonando, tocando canciones románticas ridículamente dulces. El aroma del detergente le resultaba familiar, eternamente familiar. Intentó parpadear, pero le ardían los ojos. Escuchó el toque suave en la puerta, ese es el toque de mamá.

—Hijo, ¿puedo pasar? — la voz suave de su madre resonó en la habitación que parecía vacía.

—Me duele la cabeza... —es lo único que puede decir.

El extraño sonido que salió de entre el edredón alertó a la madre Wang. Entró casi en silencio y acercó la silla del escritorio a un lado de la cama. El rostro de su hijo se veía hinchado, sus ojos rojos, con claros signos de haber llorado.

Esto le partió el corazón, hace muchos años que Yibo no lloraba, recordó el último episodio en que Yibo lloró. Cuando no pudo consolar a su hijo de ese maldito encierro y que le provocó tantos problemas después.

Posó su mano en la frente de su hijo y notó la calentura que emanaba su cuerpo. Salió un momento y le pidió a alguien de la casa que trajera agua y medicamento para la fiebre.

Cuando volvió, Yibo parpadeaba lentamente. Esta vez se sentó directamente a la orilla de la cama, y comenzó a acariciar el cabello de su hijo. Hace mucho que no lo hacía. Este gesto nubló sus ojos.

Recordó a su pequeño bebé, a su pequeño hijo brillante, a aquél que quería cantar y bailar, pero que fue rápidamente apagado por su padre. Recordó a aquel joven introvertido, que se encerraba a leer, y que había vuelto ver brillar junto a Xiao Zhan.

—Mamá, ¿tienes ganas de llorar? — pregunta Yibo medio aturdido.

—Hijo, cariño... ¿qué pasó? — pregunta Wang Xu aguantando las lágrimas.

Yibo desvió la mirada y seguía viendo el paisaje que le permitía ver la cortina abierta.

—No sé que pasó, mamá... está todo arruinado y no entiendo por qué. — los ojos de Yibo amenazaban nuevamente con llorar y el ardor se hacía presente una vez más.

—¿Quieres hablar de eso? — pregunta Wang Xu con una sonrisa.

Quedaron en silencio un momento. Después de un rato Yibo asintió.

De alguna forma, la cabeza de Yibo quedó en el regazo de su madre, como cuando era niño. Yibo intentó explicar todo lo ocurrido desde su punto de vista y de las cosas que sabía, pero aun así no entendía qué pasaba con Xiao Zhan.

—Bien, querido... ¿quieres escuchar mi opinión? — pregunta la madre, mirando mucho más tranquila, viendo que su hijo ya no lloraba.

—Sí... ayúdame a entender, mamá. Mi cabeza es un lío.

—Bien... Yo veo que aquí hay dos problemas. Uno es con Xiao Zhan y el otro es con tu tío. El de Xiao Zhan, sabes que tienes que hablarlo con él y descubrir qué pasó, no puedo opinar sobre ello. Pero con el problema de tu tío, déjalo en mis manos. — explicó su madre.

—Mamá, no quiero que me ayudes. Es algo que quiero hacer yo... que debo hacer yo. Si soy el heredero de las Empresas Wang, ya debo empezar a actual como tal.

La madre sonrió y dejó de acariciar su cabello.

—De acuerdo... Entonces lo primero que debemos hacer es llamar a una junta de accionistas y poner tu ascenso en tabla. Todos te han visto trabajar y tendrás el apoyo de todos, más aún después de estar trabajando casi dos meses junto a Nikolai Kravchenko.

Atado a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora