-.Capítulo 12.-

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Canción: Snow on the beach — Taylor Swift ft Lana del Rey

Una vez instalados en el hotel en Londres, durmieron un rato para acomodar su cuerpo al horario extranjero. Cada día visitaron un lugar distinto, como la Catedral de San Pablo, en donde vivieron un mágico momento en la galería de los susurros:

–Yibo, te quiero- dijo Xiao Zhan a la pared en un susurro casi imperceptible

Yibo sonrió desde el otro extremo de la sala, y sus orejas se tiñeron en rojo –Yo también te quiero, Zhan-ge

Y Xiao Zhan sonrió hasta que sus ojos desaparecieron.

Otro día fueron al mirador en el piso 72 de The shard, un edificio ubicado a un lado del río Támesis y que tenía fama de ser un lugar muy romántico. Allí vieron el atardecer con la torre de Londres de fondo.

Los edificios patrimoniales apasionaban a Yibo, quien con entusiasmo explicaba su importancia histórica y Xiao Zhan escuchaba con devoción todo lo que su amado decía.
Por la noche hacían el amor, a veces dulce, a veces rudo, a veces solo se limitaban a las caricias antes de caer rendidos.

Se tomaron muchas fotos, la mayoría desde cámara digital o el teléfono, pero al romántico paisaje, también querían darle un toque vintage, tomándose fotos con una polaroid. La más memorable es una en la que Yibo besa en la mejilla a Xiao Zhan quien mira directo a la cámara. Esa foto lo acompañará en sus momentos más difíciles y solitarios.

Hicieron turismo en Londres por quince días antes de embarcarse a su nuevo destino: Las islas Maldivas. Afamado por sus aguas turquesas, este país tropical del sudeste asiático les dio la bienvenida en una de las conocidas cabañas en medio del tranquilo mar.

Fueron recibidos por un hombre mayor, vestido relajadamente con una camisa de lino blanca pantalones cortos y unas sandalias de cuero. El aspecto del mayor contrastaba con lo sonrojados y sudorosos que se encontraban los dos jóvenes. A Xiao Zhan le brillaban los ojos, siempre había visto estas playas en folletos de agencias con las que trabajaba, pero nunca había tenido la oportunidad de viajar al extranjero como turista.

–Dios... Yibo... me encanta – dijo Xiao Zhan mirando a izquierda y derecha, sintiendo la suave brisa revolotear en su flequillo.

–Sí... a mí también... – dijo Yibo mirando fijamente el perfil de su esposo – me encanta... es hermoso.

Xiao Zhan se voltea y ve los ojos de su esposo fijos en él, lo que lo hizo sonrojar y dar una sonrisa tímida antes de darle un golpe suave en el hombro.
–Ya deja de bromear y vamos a prepararnos. El mar me llama.

Caminaron por una larga pasarela sobre las aguas cristalinas color turquesa, casi calipso y llegaron a una cabaña de madera en medio del mar. En la entrada de la cabaña, había un pequeño recibidor que daba directamente al comedor, que constaba de una mesa rectangular mediana y dos cómodas sillas del mismo estilo de la cabaña. Con la alta temperatura constante, no había necesidad de mantener ventanas cerradas, por lo que la suave brisa entraba y salía de la cabaña.

Un pequeño pasillo conectaba el comedor con la habitación, uno de los lados de la habitación daba abiertamente al océano, no había puertas ni ventanas, solo era separada por dos grandes y pesadas cortinas. El dosel de la cama era blanco y liviano, se mecía junto con la brisa del mar. La habitación contenía un gran baño con una bañera blanca tipo jacuzzi en forma de heptágono, iluminada por un tragaluz del techo, usando iluminación artificial solo por la noche.

Toda la disposición de la cabaña dejó a ambos encantados, queriendo quedarse aquí para siempre. Y era lo que inspiraba a cada turista que visitaba este pequeño país.

–Ven, Yibo, vamos a bañarnos en el mar –dijo Xiao Zhan entusiasmado.

–Cariño, hablas como si tocar el mar no fuera simplemente salir y sentarnos. – Se burló Yibo.

–Como quieras, yo me iré a bañar. – dijo Xiao Zhan mientras salía de la cabaña y se sentaba en la pasarela por la que llegaron. El agua estaba tibia, exquisita, ideal para darse un baño.

Xiao Zhan no lo dudó y simplemente se tiró. Aunque no era profundo, aun podía nadar bajo el agua. Yibo lo veía a lo lejos pensando en qué momento se empezó a enamorar de este hombre. Cuando lo vio salir del agua un par de metros más adelante, simplemente pensó que fue el destino. No había otra forma. Sentía que no tenía mérito alguno en esta vida para haber tenido el privilegio de compartir el resto de su vida con este conejito testarudo.

Si Xiao Zhan no fuera corto de vista, podría ver a Yibo dedicándole una de sus sonrisas más encantadoras, e incluso que le tiraba un beso. Pero lamentablemente no pudo verlo, solo notó que Yibo hacía algún tipo de gesto y solo le devolvió con una sonrisa tierna. Luego se fue nadando hasta donde estaba Yibo.

Yibo estaba sentado en la pasarela, con las piernas abiertas meciéndolas junto con las olas. Vio como Xiao Zhan nadaba hacia él, y también vio cómo su pícaro esposo aparecía entre sus piernas, todo mojado, con las gotas de agua cayendo por su rostro y su cuerpo. Se quedó pegado en los brillantes labios rojos que ahora estaban peligrosamente entreabiertos entre sus piernas.

–¿Qué tal? Tengo suficiente resistencia – dijo Xiao Zhan con una sonrisa refiriéndose a su resistencia para nadar largos tramos sin salir a respirar.

–¿Tienes resistencia, Zhan-ge? ¿Quieres comprobarlo? – respondió Yibo con un brillo peligroso en sus ojos.

–No, Yibo... no, no aaaaaaahhhhhh
Fue lo último que se escuchó antes que Yibo lo levantara por los brazos y cayera sobre su cuerpo.

–Zhan-ge, me estás provocando... estás casi desnudo y mojado... no esperes que me contenga.

–Yibo... no me tientes, porque corremos el riesgo a que nos echen de aquí.

–Bueno, tendremos que hacerlo en silencio, ¿no crees, conejito?

Ambos se pusieron de pie, entraron a la cabaña y se besaron con pasión. Afortunadamente la distancia a la cama era corta. Solo bajaron las cortinas antes de quitarse la ropa y comenzaron una sesión de besos y caricias rápidas. La verdad ni ellos mismos sabían por qué lo estaban haciendo tan rápido, casi como si lo estuvieran haciendo a escondidas del mundo. Y ahora era realmente libres.
Xiao Zhan de espaldas en la cama tenía a Yibo ahorcajadas sobre sus caderas.

–Vamos, Zhan-ge, no seas tímido, no ahora que tengo tantas ganas de que me cojas. – susurró Yibo al oído del mayor.

Para Xiao Zhan fue como si le activaran un interruptor, y antes de que Yibo se diera cuenta, ahora era Xiao Zhan quien estaba arriba, aprisionando con sus fuertes brazos el delgado cuerpo de su esposo.

–Baobao me está haciendo una solicitud de ese estilo, no soy quién para negársela.

Xiao Zhan comenzó a besar el cuerpo de su esposo, desde su cuello, pasando por su clavícula y pecho. Si bien Yibo es delgado, su cuerpo está tonificado, marcado lo justo y necesario de los músculos visibles. Para el mayor, esto era una tentación aun mayor, porque se le antojaba marcar cada parte del cuerpo de Yibo, quería reclamar a Yibo como suyo. Pero su memoria le lanzó un recuerdo doloroso: El contrato de matrimonio.

Esto solo duraría un año, ya habían llegado a la mitad, y luego firmarían el divorcio. Sus sentimientos ya habían cambiado hace mucho... ¿o no? De repente la angustia se posó en su mente, ¿y si sus sentimientos no son reales? ¿Qué pasa si todo lo que cree sentir es solo una confusión arraigada por su acuerdo contractual de estar juntos por un año?

Esto hizo que sus movimientos flaquearan por un momento, haciendo que sus toques fueran desordenados. Si Yibo lo notó, no dijo nada.

Mientras luchaba con sus pensamientos, observó una marca sobre el blanco pecho de Yibo..una marca hecha por el mismo. Ante esto su mirada se tornó brillante, le gustaba mucho marcar a Yibo, le gustaba que su esposo tuviera sus marcas en la piel.

Mío.

Su mirada estaba fija sobre esa marca cuando tuvo esa epifanía. No...no es una confusión.

Yo quiero a Yibo...lo amo.

Amaba a Yibo.

Su corazón dio un vuelco cuando esta realización lo golpeó.

Sus pensamientos negativos fueron sustituidos por un deseo posesivo y dominante. Su intención del actual encuentro dejó de ser un jugueteo, pero no se atrevió a decirlo.

De ahora en adelante le haría saber a Yibo lo que sentía; lo amaba con locura, al punto que no quiere que nadie más pueda ver su cuerpo en la cama, no quería que nadie más viera su sonrisa por las mañanas, quería a este hombre solo para él y la mera idea de separarse de él hacia retorcer las entrañas y querer sumergirse en una oscuridad sin retorno. Conquistaría a su esposo, haría que todo fuera recíproco.

Inundado por la nueva ola de emociones, bajó por el cuerpo de Yibo sin darse cuenta...

Yibo sintió un cambio en la intensidad de las acciones del mayor, pero no era malo, así que solo se dejó llevar, siendo completamente ignorante del tren de pensamiento de su esposo.

–Ahhh Zhan-ge... es delicioso... – gimió Yibo mientras su esposo le practicaba sexo oral.

–Sí... bobo... es delicioso... – y es solo para mí, pensó.

Una vez que se aseguró que Yibo no se sintiera incómodo, untó suficiente lubricante en la entrada de Yibo y en su propio miembro.

–Aquí voy, bobo... –Xiao Zhan quería sentir bien y cómodo a Yibo. Entró con suavidad en el cuerpo ajeno, sintiendo como poco a poco su miembro era apretado por el menor. – Tan apretado...

–Tan grande... – salió un gemido gutural desde la garganta de Yibo.
–Y es lo que te gusta, ¿no?... Cariño, dime cuánto te gusta...

Yibo sentía que cada embestida podía reorganizar su interior. El mayor estaba siendo rudo y gentil a la vez, provocando que Yibo pidiera más en muchas ocasiones. Luego de un par de rondas, Yibo se sintió agotado, quedando medio muerto en la cama. Xiao Zhan se encargó de limpiarlo con cuidado y lo abrigó en sus brazos para dormir.

Al día siguiente, Xiao Zhan despertó con los ojos de Yibo mirándolo fijamente y una sonrisa tonta.

–Estos sí son buenos días... –dijo el mayor pasando su mano por el cabello de Yibo.

–Buenos días, Zhan-ge... hoy desperté feliz.

El corazón de Xiao Zhan se sintió cálido ante esto. Su amado era feliz, y mientras Yibo sea feliz, él también lo será.

–Yibo... – susurró, y recordó la revelación recibida el día anterior – te amo.

Solo se podía escuchar la suave brisa deslizándose por las cortinas, el tranquilo ruido del mar, la suavidad de las sábanas y la luz de la mañana que iniciaba.

–Lo sé... –dijo Yibo con una sonrisa – Yo... también te amo, Zhan-ge.

Xiao Zhan entró en pánico, ¿cómo es que fue descubierto?

–¿Co... cómo lo supiste? – dijo el mayor con los ojos bien abiertos y su rostro yendo del blanco al rojo.

–Lo dijiste mientras dormías... por eso desperté feliz. – Yibo abrazó a Xiao Zhan por la cintura, dejando que su rostro quedara a centímetros del otro.

–Yo... yo... – no pudo evitar tartamudear, ¿qué más podía hacer, aparte de reconocer la verdad? Así que tomó un respiro hondo y cerró los ojos. Los abrió y se encontró con Yibo... –Yibo, te amo.

–Te amo, Zhan-ge

Ambos sonrieron y se rieron a carcajadas. Se besaron mucho, de todas las formas posibles, y disfrutaron de los últimos días de luna de miel. Como un juramento de amor, prometieron volver al mar, la inmensidad de ese mar turquesa se convirtió simplemente en un lugar inolvidable para ambos. Estando en esta isla, la serenidad instantánea, la paz y el amor que sintieron, los envolvió a ambos como la luz del sol envuelve el amanecer… es algo que definitivamente desean volver a experimentar juntos.

Regresaron felices a China, con una sonrisa en el rostro y ánimo renovado. Habían declarado sus sentimientos mutuos y se disfrutaron el uno al otro.
Pero no todo podía ser tan bonito. La realidad siempre da un duro golpe, y el impacto es inevitable.

Al salir del aeropuerto, Xiao Zhan ve la familiar figura de un empleado de la empresa de su padre acercándose a él.

–Joven Xiao, debe acompañarnos al hospital. – dijo el hombre vestido de traje.

–¿Qué? ¿qué pasa? – Xiao Zhan palideció

–Es su madre...

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