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Hyunjin se mantuvo alejada. Durante tres días trabajó en su pintura, terminando la salida del sol en el lago y continuando con la puesta de sol que había compartido con Seungmin.

Seungmin. Ella había ocupado sus pensamientos día y noche, pero Hyunjin se había negado a llamarla. Se había negado a ir a la tienda.

Necesitaba tiempo lejos de ella. Nunca en su vida ninguna otra mujer le había consumido de esta manera, haciéndole casi enloquecer de deseo. Había pasado tanto tiempo desde que había experimentado este tipo de deseo.

—Ella es hetero —se dijo a sí misma nuevamente ¿No es así? Encendió un cigarrillo, su sexto y se dejó caer en la silla de jardín. Fumar y beber, lo había hecho mucho más desde que había conocido a Seungmin, pensó ella, mientras levantaba la botella de cerveza a sus labios. Trató de no imaginarse a las dos juntas, como lo había hecho en sus sueños la noche anterior.

Negó con la cabeza lentamente, golpeteando distraídamente las cenizas de su cigarrillo. No era como si estuviese buscando a alguien. Se había dado cuenta en los últimos tres años que realmente no había necesitado a nadie en su vida. Si se sentía solitaria, si sentía urgencia por el toque de alguien, siempre había mujeres dispuestas en Seúl. El sexo casual era mucho más seguro para el corazón que pasar por todo ese tonto cortejo.

Había encontrado un lago en el mapa que quería mirar, pero lo había estado postergando.

Miró el cielo claro y azul. Esta noche sería un buen momento, pensó ella. Sólo que estaba al otro extremo de la ciudad, pasando por el almacén general y no había querido pasar cerca de allí, por temor a que Seungmin o Taeyeon estuviesen afuera. Entonces se sentiría obligada a detenerse y visitar y se vería obligada a mirar los ojos verdes de Seungmin y se perdería en ellos nuevamente.

Detuvo sus pensamientos. No podía seguir evitándola. Vino aquí a trabajar. Si había un lago al que quería ir, iría. Estaba actuando como una adolescente con un enamoramiento ¡por el amor de Dios! Con eso, apagó el cigarrillo y tomó con rapidez lo último de su cerveza. Ella iría, echaría un vistazo y si los colores eran buenos, esbozaría otra puesta de sol y regresaría.

Condujo rápidamente, con buenas intenciones de no mirar siquiera hacia la tienda, pero sus ojos fueron arrastrados hacia ella. Vio a Seungmin sentada en el porche y maldijo cuando Seungmin levantó una mano en saludo y sin pensarlo, Hyunjin giró su Toyota hacia el camino de entrada y se detuvo a su lado.

—¿Qué estás haciendo?— preguntó Hyunjin a través de la ventana abierta.

—Simplemente estoy sentada— explicó Seungmin— ¿Tú?

—Hay un lago en las afueras de Mill Creek— dijo ella señalando el camino.

—El lago Potter. —suministró Seungmin.

—¿Has estado allí?

—Muchas veces.

—¿Es bueno?

—Tranquilo. Muchos árboles —dijo Seungmin, sus ojos en los de Hyunjin— La pesca no es grandiosa.

—Oh, maldición— dijo Hyunjin con una sonrisa.

Se miraron la una a la otra y Seungmin no pudo desviar sus ojos de inmediato, incluso cuando sintió que su pulso comenzaba a latir con nerviosismo. Sus ojos se posaron brevemente en los labios de Hyunjin, recordando todo lo que esos labios le habían hecho en sus sueños. Se sonrojó y se encontró nuevamente con los ojos de Hyunjin, tratando de leerlos. La puerta mosquitera se abrió y Seungmin finalmente fue liberada del agarre de Hyunjin en ella.

—Vaya, Hyunjin —dijo Nana.

—Hola, Taeyeon.

—¿Saliendo a dibujar otra vez?

La luna de HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora