—Es el gran árbol —dijo Nana con entusiasmo.
—Sí
—Es... hermoso —dijo ella mirando más de cerca— Mira, hay gente...
—Sí —dijo Seungmin bruscamente.
Nana miró hacia arriba —¿Deberíamos colgarlo sobre el sofá?
—No, quiero ponerlo en mi habitación —dijo ella.
—¿En tu habitación? ¿Por qué? se vería maravillosa aquí —dijo Nana. Seungmin le miró fijamente.
—Prefiero colgarlo en mi habitación.
—Bueno, está bien. Es tu pintura —dijo Nana a la defensiva— ¿La has visto?
—No. La compré en una galería, en el centro —dijo ella.
—¿Cuánto pagaste?
—No importa —dijo Seungmin en voz baja.
—Demasiado, sin duda. Solo debiste pedirle uno. Dijo que a veces los daba como regalos —dijo Nana.
—Como he dicho, no la vi —dijo Seungmin. Se fue tomando la pintura con ella. La apoyó contra la cama y la miró, nuevamente. Todo estaba allí. Todo lo que ella sentía, todo estaba allí. Hyunjin lo había capturado exactamente. Su amor.
Cerró los ojos, tratando de evitar las lágrimas que sabía vendrían. No había podido detenerlas la noche anterior ni hoy. Había llorado. Había llorado por ella misma.
Lloró por Hyunjin. Lloró porque el dolor en su corazón era casi demasiado para soportarlo.
Tal vez no debió haber tomado la pintura. Era demasiado doloroso mirarla, de verdad. Tal vez sólo debió dejarla a un lado por un tiempo. Tal vez con el tiempo, años a partir de ahora, podría mirarla sin recordar.
—¿Dónde estás?— susurró ella —¿Por qué no vienes a mí? Sé que me amas— escondido su rostro entre sus manos y lloró, sollozos profundos que provenían de su corazón.
Gritó cuando la máquina de expreso le dio un moka en lugar de un café con leche. Golpeó uno de sus lados, las lágrimas corrieron por su rostro.
—¿Minnie?
—Esta maldita cosa —murmuró ella. Tomó un sorbo del moka y se quemó la boca.
Lloró cuando se tropezó con el estante de cereales, tumbando varias cajas al suelo. Los recogió secándose las lágrimas.
—¿Minnie? ¿Qué pasa? —preguntó Nana.
—Nada.
Lloró cuando quemó el pan de ajo que estaba preparando para la cena— ¡Maldita sea! —gritó ella, señalando el pan en el horno.
—¿Seungmin?
—Lo siento —susurró ella.
Nana se la quedó mirando, sin saber qué decir.
Y lloró en la cama, la luz seguía encendida, sus ojos fijos en la pintura de Hyunjin durante horas y horas.
Nana sufrió sus ataques de lágrimas en silencio. Seungmin no pudo decirle que estaba mal. Nana había dejado de preguntar. Caminaba alrededor de ella con cuidado, tratando de no molestarla.
Una noche, semanas más tarde, mientras Seungmin estaba en la cama y las lágrimas corrían por sus mejillas, Nana se acercó a ella.
—Minnie ¿qué te pasa, hija? —preguntó con suavidad— Quiero ayudarte.
Seungmin miró a Nana con sus ojos hinchados.
—Estoy... Estoy tan sola —susurró ella.
Nana se sentó en el borde de la cama y acarició su cabello como si estuviese calmando a una niña.
—¿Por qué simplemente no llamas?— preguntó ella.
—¿Llamar?
—Jake —dijo Nana suavemente. Seungmin lloró con más fuerza, sus hombros temblaban.
—Oh, Nana. No es... no es Jake —dijo ella. Nana le miró desconcertada.
Seungmin no pudo esconderlo por más tiempo. Ya no le importaba si Nana le odiaba.
—Extraño a...Hyunjin —exclamó ella.
—¿Hyunjin?
Seungmin asintió, tapándose el rostro con las manos.
—No entiendo —susurró Nana.
—Hyunjin se fue... por mi culpa —dijo ella.
—Eso no tiene sentido— dijo Nana— ¿Por qué iba a irse por tu culpa?
Seungmin tomó la mano de Nana.
—Hyunjin y yo... nosotras... —no pudo decir las palabras. No a Nana.
—¿Minnie? ¿Qué? ¿Qué pasa?
—La amo —susurró Seungmin. Nana frunció el ceño.
—Son buenas amigas.
Seungmin negó con la cabeza— Más que amigas.
Taeyeon frunció el ceño nuevamente, sus ojos buscando los de Seungmin.
—¿Qué estás diciendo, niña?
—Nosotras...—Seungmin cerró los ojos— Fuimos amantes —susurró en voz baja— Estoy enamorada de ella
—¿Minnie? —Nana se quedó sin aliento— ¿No estás diciendo que... que tú y Hyunjin?
—Lo siento, Nana. Sé que no lo entiendes —abrió sus ojos pero Nana no pudo encontrarse con los suyos— No sabía cómo decírtelo.
—Pero... Jake. Tú no eres... así. Hyunjin no es... —pero Nana se detuvo— ¿Lo es?
—Sí
—Dios mío ¿Qué te hizo?— siseó Nana.
—No, no fue ella. Fui yo, Nana —tomó la mano de Nana tratando de hacerle entender— ¿Por qué crees que huí de Jake? Simplemente no estaba bien con él. No había magia. Estaba buscando la magia que tenías con el abuelo —dijo ella— Y entonces conocí a Hyunjin. Y finalmente encontré lo que había estado buscando. Ella me hizo sentir todo lo que había estado buscando.
Nana sacudió la cabeza— No entiendo— dijo en voz baja— Simplemente no lo entiendo.
—Sé que no. No iba a decírtelo —se dio la vuelta— Se ha ido de todas maneras.
—¿Es por ella por quien has estado sufriendo?
Seungmin asintió, las lágrimas aparecieron nuevamente— La amo. Pero no creo que ella regrese a mi.
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La luna de Hyunjin
Roman d'amourKim Seungmin no estaba preparada para el matrimonio, así que dejó atrás Seúl y a Jake para vivir con su abuela en las montañas de Incheon, con la esperanza de averiguar lo que le faltaba a su relación con Jake. Allí, conoció a una artista prometedor...