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—¿Hyunjin?

—Sí— una pausa y luego —¿Cómo te va?

Seungmin sintió que su corazón se contraía ante el sonido de la suave voz de Hyunjin y agarró el teléfono como si pudiese tocar a Hyunjin.

—Bien— mintió ella —Supongo.

—Oh... Vamos a Drury Falls esta tarde. Nana quiere hacer una fogata y perros calientes— explicó ella.

—Suena divertido.

—¿Vienes con nosotros?— preguntó ella vacilante.

—No lo creo— dijo Hyunjin.

—¿Por favor? Nana quería que te llamara. Ella espera que estés allí— Seungmin bajó la voz, echando un vistazo a la sala donde estaban sentados Jake y Nana —Quiero que vengas— agregó en voz baja.

—Seungmin, sería incómodo para ti... y para mí también.

—Lo sé, Hyunjin ¿No crees que lo sé? Pero necesito verte— declaró Seungmin —Por favor, Hyunjin. Me volveré loca si no te veo.

—¿Perros calientes?

—Tenemos algunos vegetarianos en la tienda. Llevaré algo para ti— prometió ella.

Escuchó el profundo suspiro de Hyunjin y sabía que su mandíbula se estaba contrayendo y deseó estar allí para calmarla. Para sostenerla.

—Está bien. Iré— dijo finalmente —Si crees que vamos a estar bien

—Gracias, Hyunjin — dijo Seungmin suavemente —Yo... te extraño.

—Seungmin, no lo hagas. Esto ya es bastante difícil.

—Lo sé. Y mentí antes. No estoy bien. Me siento tan miserable.

Escuchó la risa baja de Hyunjin.

—Cariño, soy yo la que se siente miserable.

Ella colgó mirando el teléfono, preguntándose qué iba a hacer. Hyunjin tenía razón. Sería incómodo para ellas, para las dos, pero tenía que verla. Tenía que mirar sus ojos. Ella cerró los suyos recordando el suave toque de Hyunjin sobre su cuerpo, los suaves labios que le habían provocado tanto placer. No era Jake. Nunca había sido él. Había sido una tonta al permitir que él viniera aquí y más tonta aún al permitirle entrar en su cama. Era a Hyunjin a quien quería. En su vida y en su cama. No a Jake. No a ningún otro hombre.

Caminaron hasta las cataratas y se sentaron en la roca, apenas fuera del alcance del fresco chorro

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Caminaron hasta las cataratas y se sentaron en la roca, apenas fuera del alcance del fresco chorro. Seungmin tenía la esperanza de que Hyunjin apareciera, pero para cuando Nana estuvo lista para ir de excursión, aún no había rastros de ella. Seungmin tenía miedo de que ella hubiese cambiado de idea y no viniera, después de todo. Necesitaba que viniera. Tenía que verla. Necesitaba hablar con ella, decirle lo que sentía y que no podía esperar un día más.

La luna de HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora