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Seungmin levantó la mirada al escuchar el sonido de la campana, como siempre lo hacía. Su sonrisa vaciló y dejó caer el cambio que le estaba entregando a la señora Huh, escuchando como caía arriba del mostrador y luego al suelo. Hyunjin.

—Yo lo levanto —dijo la señora Huh, pero Seungmin apenas escuchaba. Sus exaltados ojos verdes se encontraron con los azules a través de la habitación. El corazón le latía dolorosamente en el pecho y no podía respirar. Pero Hyunjin estaba allí, de pie junto a la puerta, aun manteniéndola abierta, como si tuviese miedo de entrar.

Seungmin se movió, sus pies le llevaron lentamente alrededor del mostrador, sus ojos nunca dejaron los de Hyunjin.

Se detuvo a un paso de ella, sorprendida de encontrar miedo en los ojos de Hyunjin —Nunca...nunca me dejes otra vez— susurró Seungmin.

—No.

Seungmin dejó escapar su aliento lentamente y se movió hacia los brazos de Hyunjin, presionándose contra su calor, sintiendo tanto alivio que pensó moriría. Unos brazos fuertes le abrazaron y aspiró el olor de Hyunjin.

—Seungmin... —Seungmin se retiró de sus brazos y se volvió hacia Nana, quien las observaba con recelo.

—¿Puedes encargarte sin mí?

—Supongo —dijo Nana incapaz de mirar los ojos de Hyunjin.

Seungmin se volteó y salió por la puerta, sintiendo la presencia de Hyunjin detrás de ella. ¿Por qué estaba aquí? ¿Había regresado por Seungmin o venía finalmente para explicar? Se detuvo ante la Land Cruiser de Hyunjin, luego se volteó y miró sus ojos, las lágrimas inundaron sus ojos ante la profunda tristeza en los ojos de Hyunjin.

—Minnie... Yo...

—No quiero hablar todavía —dijo ella secando una lágrima de su mejilla. Hyunjin condujo rápidamente por el camino, sus ojos mirando a Seungmin con frecuencia, pero Seungmin se negaba a mirarla.

—Tenemos que hablar —dijo Hyunjin finalmente— ¿Quieres ir a tu casa?

—No, no estoy lista para hablar —dijo Seungmin en voz baja.

Hyunjin se dirigió a la cabaña de los Yang en silencio, mirando de vez en cuando a la mujer a su lado, la mujer que se limitaba a mirar por la ventana mientras ella manejaba. Una vez dentro, se quedaron mirando entre sí por innumerables segundo, ambas tratando desesperadamente de leer los ojos de la otra.

—Lo siento —dijo Hyunjin finalmente— Sólo quería que tuvieras la oportunidad...

—Dije... que no quiero hablar todavía —susurró Seungmin. Fue hacia Hyunjin y se deslizó entre sus brazos— Sólo quiero amarte —dijo en voz baja.

—Oh, Seungmin —murmuró Hyunjin en su cabello, respirando profundamente. Todas las interminables semanas de dolor desaparecieron cuando sus manos se movieron sobre el suave cuerpo de Seungmin que se moldeaba al suyo.

—Necesito... estar contigo —susurró Seungmin— Necesito saber si es verdad —dijo ella.

—¿Si es verdad que?

—Lo vi en tu pintura, pero pensé que tal vez sólo estaba esperando, deseando...— dijo ella con voz temblorosa por la emoción y lágrimas no derramadas. Ante el ceño de Hyunjin dijo —Fui a Seúl a buscarte. Vi el árbol. Lo compré —Hyunjin acarició el rostro de Seungmin mientras las lágrimas inundaban sus propios ojos. —Dime que no imaginé el amor en ese cuadro.

—Supe con certeza que te amaba esa noche —susurró ella— Y tuve miedo.

Seungmin atrajo la cabeza de Hyunjin hacia ella, encontrando sus labios por primera vez, sintiéndose tan débil como se había sentido una vez, hacía mucho tiempo ahora.

La luna de HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora