—Oh, Hyunjin, son una preciosidad. Son fabulosas —ella le sonrió —Como siempre— añadió ella.
Yeji analizaba los cuadros, sus ojos se detuvieron nuevamente en el árbol gigante y Hyunjin lamentó al instante su decisión de venderlo. Era demasiado personal. No quería que un extraño lo mirara, imaginando quienes eran las amantes, imaginándose a sí mismos en ese abrazo. Pero había llegado a ser demasiado doloroso incluso para la vista de Hyunjin.
—Los pondré en una exposición en menos de una semana— dijo Yeji —Éste es intrigante—dijo ella sus manos tocando la pintura de Hyunjin —Es diferente a lo que normalmente haces— levantó la mirada y sonrió. —Puede que desee quedarme con este. Sólo exponerlo por un tiempo— miró a Hyunjin —Por cierto ¿qué estás haciendo de regreso en la ciudad?
—Recuperándome— dijo Hyunjin fácilmente.
—¿Oh?— preguntó Yeji con interés.
—Estuve en el bosque durante un mes más o menos— dijo ella —He estado de regreso solo cinco semanas— cinco semanas y dos días, contó su mente, desde que había visto a Seungmin.
—Te estás poniendo demasiado vieja para eso. Es hora de asentarte— dijo ella.
Hyunjin sonrió, echando una última mirada al árbol gigante y a las sombras de su corteza. Quería asentarse. Quería establecerse en un pequeño pueblo llamado Gwangju, con una pelirroja de ojos verdes que le había robado el corazón y el alma.
—Tengo que irme— dijo en voz baja.
—Estaré en contacto— dijo Yeji.
Hyunjin se dirigió a la tienda de licores más cercana dejando a un lado su vino habitual y escogiendo una botella de whisky. Una vez en casa, vertió una cantidad generosa y se acercó a la orilla, su cigarrillo colgaba cómodamente entre sus dedos e ignoró la ligera niebla que caía.
Las últimas cinco semanas había estado haciendo este viaje al agua en busca de respuestas. Quiso llamarla, pero no se había atrevido. No quería perturbarla. No quería agitar los recuerdos. Y era mejor así, se dijo ella. Cada día era más fácil.
Se echó a reír con amargura ¿A quién quería engañar? Ciertamente no a sí misma. Cada día era peor que el anterior. Cada día el recuerdo de Seungmin venía a ella con mayor claridad. Cada noche, el toque de Seungmin era más intenso sobre su cuerpo.
Tal vez debería salir. Tal vez debería invitar a una vieja amiga a cenar o a algo más. Algo más. La idea de estar con otra persona simplemente le daba náuseas. No quería a nadie más. Solo quería a Seungmin.
ESTÁS LEYENDO
La luna de Hyunjin
RomantikKim Seungmin no estaba preparada para el matrimonio, así que dejó atrás Seúl y a Jake para vivir con su abuela en las montañas de Incheon, con la esperanza de averiguar lo que le faltaba a su relación con Jake. Allí, conoció a una artista prometedor...