Capítulo 4: Pasado y presente

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Los días pasaban y ese muchacho blanco no dejaba de sorprenderle. Todos los días se esforzaba hasta el agotamiento para cuidar de eso Bewilderbeast.
Hiccup le seguía y aprendía mas de él.

Había descubierto que en realidad ese chico no veía muy bien de día, en ocaciones cuando se movía solo entre los árboles, algo le causaba problemas y chocaba o caía. Al comienzo pensó que podía ser por la herida, pero luego comprendió que esos ojos azul cielo, eran muy sensibles a la luz. Nunca se había preguntado si chimuelo tenía ese mismo problema, sabia bien que de noche un nightfury era de temer, pero y de día? Quizás a su dragón le sucedía lo mismo que a ese chico y él no lo sabia.

Ese fue un descubrimiento curioso que le llevo a más dudas, como que tan sensible era su olfato, como podía guiarse solo con el o con sonidos, ya había notado que tenía un oído muy agudo.
Al igual que chimuelo reaccionaba a ruidos que él apenas podía percibir, pero sin lugar a dudas su mayor sorpresa fue al verle nadar.
Un día siguieron al dragón blanco y a ese chico, en todo ese tiempo que habían estado viviendo entre ellos nunca se había alejado tanto se la montaña y supusieron que seria por algo en especial.

Hiccup casi se quedo sin aire cuando la bestia blanca cayó en picada al agua congelada, manteniendo muchacho sobre su lomo.

El joven blanco tenía una resistencia al frío increíble e inhumana, además de esa capacidad para contener la respiración. No podía decir con claridad que era lo que mas le sorprendió de ese suceso.

Aquel delgado y desteñido muchacho nadaba a una velocidad imposible para cualquier humano normal, dudaba que Astrid en sus grandes habilidades pudiera compararse a ese muchacho.

Poco después descubrió que tenía los dedos de los pies palmeados y la union entre los dedos de sus manos era un poco mas elevaba que la de una persona normal.

Hiccup todos los días aprendía algo nuevo de los dragones y de ese niño. Por otro lado se esforzaba en enseñarle cosas, como lo bueno que era cocinar el pez antes de comerlo o la carne, de todas las cosas que comía crudas, la carne era la que mas le molestaba, ese niño se veía aterrador todo cubierto de sangre
.

Un día volvió al pueblo a escondidas, solo para buscar sal y cocinarle al menor.

Al comienzo como siempre que Hiccup hacia algo, el pequeño parecía recio a siquiera tocar el pescado, pero al ver que Hiccup y chimuelo comían de lo mismo, se animo a probar, descubriendo un mundo completamente nuevo en su boca. El pescado estaba caliente uno era como el calor del regurgitado de un dragón, era muy diferente, sabroso y crujiente. Ese día se acercaron un poco más y desde entonces las cosas solo fueron mejorando.

En ocaciones Hiccup dibujaba como se movía o dibujaba a los dragones, el chico siempre se le perdía de vista de un momento a otro, apareciendo a su lado, curioso de lo que hacia. Al igual que cuando conoció a su dragón se llevó la grata sorpresa de que al chico también le gustaba dibujar, pero era mejor que el dragón.

Sin pedirlas tomaba hojas y carbón, cuando las hojas se acababan seguía por las paredes de piedra, convirtiendo en poco tiempo la cueva en una galería de arte abstracta.

Casi era un mes desde que había comenzado su misión y podía decir que había hecho un gran progreso. El pequeño desteñido ya no le evitaba ni escapaba de él, podía sentarse a su lado sin que nada malo pasara, aun no podía tocarle, pero en muchas ocaciones era tocado. La curiosidad de ese niño nunca se acababa y parecía que siempre encontraba algo nuevo en Hiccup que le llamaba la atención.

- son pecas, no es nada del otro mundo.- decía Hiccup, un poco cansado de eso, ya iban tres días seguido con esa reacción. Casi parecía que internaba descifrar algún especie de código en su cara.

El hijo de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora