Capítulo VIII "La destrucción tiene nombre: Noxus"

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El tiempo transcurría rapidamente en la Orden de las Sombras. Zed había alargado su estáncia en el dojo mas de lo que había planeado, dos semanas habían pasado en las que el señor de las sombras se había dedicado a supervisar los entrenamientos de los alumnos rezagados, asegurandose de pulir sus habilidades al máximo. Quería asegurarse de que todos los alumnos tubieran mas o menos el mismo nivel. Tambien dedicó mas tiempo del que debía a entrenar a Io. Aunque la joven era sencillamente brillante, aún tenia mucho que aprender. Lo cierto era que los numerosos entrenamientos con la invidente eran una escusa para pasar más tiempo con ella.
La razón por la que Io era capaz de defenderse a pesar de ser completamente ciega era que no necesitaba los ojos para ver. Localizaba al rival por las vibraciones que este provocaba en el suelo con sus pisadas. También contaba con un oido extremadamente desarroyado. Nadie escapaba a la sensibilidad de sus pies y sus oidos. Salvo alguien que no necesitara andar para desplazarse y atacar...
Cierta noche, una repentina y molesta sensación de culpabilidad se incrustó en el corazón de Zed, robandole demasiadas horas de sueño.
Se reposó en el alfeizar de la ventana, esperando que la brisa nocturna alejara aquel sentimiento de su alma. El viento recorrió su torso desnudo haciendolo estremecer y revolvió levemente su cabello.
Entonces, la noche clara y bañada por la luz plateada de la luna llena se volvió completamente negra. Extrañado alzó la mirada hacía el cielo y vio que ante la luna se había detenido nada mas y nada menos que el templo de Syndra.
Aquello lo hizo recordar de golpe algo que no debería haber olvidado. El prometió regresar al Templo. Pero aún no podía... tenía mucho trabajo que hacer en el dojo.
Los días transcurrieron lentos y monótonos, la rutina empezaba a hacerse repetitiva, salvo por el echo del templo flotante que todos señalaban y observaban extrañados. Lo que preocupaba a Zed era que la fortaleza permanecía estática en el cielo, no se movía. Si algo sabía era que aquel templo jamás se detenía. En cambio ahora lo había echo y la razón aun era un misterio para Zed y aquello lo atormentaba. Finalmente la preocupación lo hizo abandonar de nuevo a sus alumnos y visitar la fortaleza.
Todo oscuro, silencioso y vacío. Era cómo si el templo estuviera abandonado. La buscó por todas las habitaciones, pero no había ni rastro de la soberana. Pensó en que quizás Syndra se hubiera largado, pero rechazó inmediatamente aquella idea. El poder de Syndra estaba demasiado presente.
La encontró finalmente en uno de los tejados de pagoda, sentada con la mirada perdida en la oscuridad de la noche. La luna hacía relucir su cabello blanco, dándole un aspecto sobrenatural.
-Zed...-murmuró ella sin necesidad de darse la vuelta psra verlo. -creia que ya no volverías...
Hablaba con un hilillo de voz delatando su debilidad. A demás del tono de su voz , la forma en la que se abrazaba a si misma y temblaba denotaban su frágil estado de salud.
El se acercó a ella, con la culpabilidad oprimiendo dolorosamente su alma. Se sentó a su lado y pudo ver su rostro demacrado, aunque no estaba pálida. Sus mejillas mostraban rubor, el llevó una mano a la frente de ella y sintió que ardía.
-Tienes muchísima fiebre...-dijo preocupado.
Ella cerró sus ojos, acristalados por la enfermedad que padecía y se encogió sobre si misma temblorosa.
-Ven aquí... -dijo cogiéndola en volandas como a una princesa.-será mejor que guardes reposo en la cama.
Dicho esto la llevó a la cama donde la depositó suavemente. Juntó su frente con la de ella para comprobar de nuevo su fiebre. "Demasiada" pensó Zed.
-Espera aquí, te traeré un paño húmedo.
Ella solo gimoteo débilmente.
Cuándo volvió le levantó un poco la cabeza y ahuecó la almohada para que estubiera cómoda, luego puso el paño frio en su frente esperando que la fiebre bajara.
Ella entreabrió los ojos y sus labios se torcieron formando una pequeña sonrisa.
-Te habia... echado de menos...
El maestro de las sombras sonrió un poco, sintiéndose halagado al mismo tiempo que un nuevo pinchazo de culpabilidad atacaba a su corazón.
-Siento haber tardado tanto...
-L-lo importante es que has vuelto...
Ella no tardó en caer rendida, un profundo sueño se apoderó de ella en pocos minutos, pero mientras dormía la fiebre fue en aumento.
-Z-Zed....hace...calor...y frio...
Volvió a tomar la temperatura de la soberana y, alarmado por lo caliente que estaba la volvió a coger en brazos y la llevó al baño.
-Perdoname por esto...pero es necesario...-dijo empezando a llenar la bañera con agua fria.
-¿Q-que vas....que vas a hacer...?
-Voy a intentar que te baje la fiebre-dijo acercandose a ella y llevando las manos a la parte de abajo del blusón de ella.-porfavor, no me tomes por un pervertido...
Syndra estaba demasiado debil y cansada como para oponer resistencia alguna. Por lo que Zed aprovechó para retirar la prenda que usaba como pijama.
El torso de ella quedó completamente expuesto. Zed en ningún momento la miró para no incomodarla. La ayudó a entrar en la bañera y sentarse e inmediatamente la soberana empezó a temblar como un flan.
-Aguanta un poco...-le dijo acariciandole el pelo.
-Z-Zed...he de...he de contarte algo...
-¿De que se trata?
-T-tube otra pesadilla...era d-d-distinta p-pero...-tartamudeó ella a causa del frío.-..era c-como si estubieran re-relacionadas...
-Pensar en eso no te hará sentir mejor Syndra...
-P-Pero es imp-portante...
Zed guardó silencio y la dejó hablar.
-N-Noxus....-murmuró ella. -los d-del otro sueño e-e-eran de allí....en el sueño...se mencionaba u-un arma y un gra-gran poder...no entendía nada...p-pero no dejaban de sonar voces en m-mi cabeza...que me decían q-que Jonia sería destruida...-la soberana hizo una pausa para toser levemente y luego prosiguió.- n-no sé que pensar sobre t-todo esto...es...t-tan extraño...
Zed no sabía que decir, la pesadilla no parecía haber sido tan horrible como la anterior, pero aún así ella había estado sola, había sufrido sola durante días y ella no parecía tenerselo en cuenta.
-Ya pensaremos en eso más tarde...será mejor que descanses...-dijo tomándole nuevamente la temperatura.- te ha bajado la fiebre...vamos, te llevaré a la cama.
Los párpados de Zed pesaban mucho, no había pegado ojo en todo lo que llevaban de noche por miedo de que Syndra empeorara y a pesar del inquietante relato de la soberana estaba demasiado cansado como para preocuparse. Llevaba varios dias sin dormir, siendo aturdido por aquella constante culpabilidad y sentía que ahora por fin podría dormir bien.
La ayudó a salir y la envolvió en una toalla.
-Yo...yo n-nunca había estado enferma...-susurró ella mientras Zed la ayudaba a secarse. - n-no me gusta...me siento inútil...
-Si mañana no estas mejor te llevaré a algún pueblo, necesitas un médico.
-S-soy el ser mas poderoso de Jonia...n-no necesito médicos...
El no le respondió. La vistió de nuevo y la agarró en brazos, ella apoyó la cabeza en su pecho y volvió a quedarse profundamente dormida antes de llegar a la cama.
Se quedó unos minutos contemplandola, velando por su sueño hasta que finalmente Morfeo se lo llevó con el.

La Soberana. [Zed x Syndra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora