¿Cómo no había pensado en eso? Se sentía increiblemente estúpida. No podía flotar hasta su fortaleza y tampoco sabía donde estaba la Orden de las sombras. ¿Que iba a hacer ahora? Estaba completamente perdida. Y lo peor...débil y en tierra firme. Era una presa fácil para los jonios sedientos de venganza. Y a demas...seguía lloviendo. Tenía frio y se sentía muy sola. Protegía el pequeño libro entre sus brazos, resguardandolo de la persistente lluvia y avanzaba a paso lento, arrastrando los pies y ensuciandose con el barro.
Maldita sea, no quería enfermar de nuevo.
Temblando cómo un flan, no frenó su marcha en ningún momento. Aunque no sabía a donde iba, simplemente vagaba sin rumbo.***
Zed observaba aburrido el entrenamiento de los más novatos. La mayoría no eran capaces de mantener su sombra de pie y esta se desvanecía pocos segundos después de ser materializada. Tamborileaba impaciente con los dedos sobre el reposabrazos de su trono sin prestar casi atención a sus alumnos.
No aguantaba mas aquello. Desde que había dejado a Syndra en Kinkou apenas se esmeraba en las clases y estas las hacía cada dia mas breves. Sentía la necesidad de estar a solas, no quería juntarse con nadie, ni siquiera con Io, la cual estaba preocupada por su maestro. Pero este no decía ni media palabra sobre de que se debía su estado de ánimo.
Decidió terminar pronto con aquel entrenamiento y fue a buscar a Io. Le había prometido que la ayudaría con sus prácticas y aunque lo único que quería era meterse en sus aposentos y no salir hasta el día siguiente debía cumplir su promesa.
Se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados mientras Io se preparaba. En un primer momento iba a limitarse a observar y juzgar los movimientos de la joven Ninja. Luego tenía pensado entablar un pequeño combate de entrenamiento.
Sus movimientos eran ya casi tan perfectos cómo los suyos propios. Pero aún fallaba al transportarse a su sombra. Eso había que perfeccionarlo.
Después de cinco minutos aquello empezaba a resultarle molesto. Se frotó la nariz justo debajo del entrecejo y cerró los ojos un momento.
Se sentía mal consigo mismo por no ser capaz ni de dar clase a una sola persona. No sabía muy bien que le pasaba, pero se sentía vacío desde que dejó a Syndra en Kinkou.
-¿Estás bien Zed?-le preguntó Io, preocupada.
El maestro de las sombras suspiró.
-No te preocupes Io, estoy bien. No te distraigas, lo estás haciendo muy bien.
Io sólo asintió y siguió con sus movimientos que rozaban la perfección. Parecía que bailaba con su sombra.
A diferencia de su maestro, la forma de desenvolverse de Io era mas rítmica y fluida mientras que Zed tenía un estilo mas fugaz y violento.
Zed se sentía cada vez más y más molesto. Cada vez soportaba menos la compañía de nadie.
Quería fiarse de Shen y Akali, pero realmente le costaba y Syndra no se le iba de la cabeza. Sólo era capaz de pensar en ella.
Se frotó el rostro, frustrado. Realmente se sentía incapaz de terminar aquél entrenamiento y alargarlo más no iba a serle de mucha ayuda a Io si el no se esforzaba.
-Lo siento Io, dejemos esto para otro momento, por favor.
La joven aprendiz se detuvo con una mueca de desilusión marcada en su rostro. Lo cual hizo que Zed se sintiera aún peor.
-Lo siento, enserio. No me encuentro bien...mañana te prometo que entrenaremos enserio.
-Eso también lo prometiste hoy...
-Io porfavor...comprendelo.
-Esque no puedo comprender nada si no se lo que te pasa...desde que volviste has estado muy extraño. Si me contarás lo que te ocurre quizás pueda ayudarte...¿Estás enfermo o algo?
-Io sólo quiero estar solo. Dejame, hablo enserio, mañana entrenaremos más pero ahora solo quiero estar a solas.
Ella suspiró y asintió.
-Está bien.-dijo desanimada y salió de la sala de entrenamiento.
Zed salió poco tiempo después y se encaminó rapidamente a su habitación procurando evitar a todos, no quería que nadie lo hiciera detenerse. No quería ver a nadie, ni hablar con nadie. Solo ansiaba disfrutar de unas horas de soledad hasta que amaneciese al día siguiente.
Se encerró bajo llave en su habitación y se despojó de toda su armadura, nunca la había sentido tan pesada. Se quitó la ropa quedando en ropa interior y se dejó caer en la cama. Se llevó una mano al rostro cubriéndose los ojos y soltó un largo suspiro.
-Syndra...-murmuró para si mismo.
Hizo que su sombra cerrara la ventana. La estancia se sumió en penumbra y silencio. Por fin solo. Por fin alejado de la multitud.
Ahora que lss voces y los pasos no retumbaban en sus oidos era capaz de pensar con claridad. Pero sólo era capaz de pensar en su soberana.
Su voz y su rostro habían aparecido noche tras noche en sus sueños y cada vez que recordaba aquel sonid, la belleza de su rostro, el aroma de su cabello y su carácter quizás demasiado fuerte, su corazón se aceleraba.
Decidió que al día siguiente volvería a por ella. No soportaba dejarla más tiempo en Kinkou. Aunque en el fondo sabía que estaba en muy buenas manos, le hubiera encantado quedarse a su lado.
También pensó en invitarla a quedarse en la orden. Pero recordó a Io y los momentos que habían pasado juntos...y una horrible culpabilidad se sumió sobre el. Se dio cuenta entonces del enorme error que había cometido al besarla por primera vez. Pero entonces no sabía el daño que provocaría aquella decisión. ¿Cuánto tiempo podría ocultar sus verdaderos sentimientos? ¿Cómo le diría a Io que no estaba enamorado de ella?
Se tiró del pelo, casi sin poder soportar la angustia y la frustración. Cerró los ojos con fuerza y unas lágrimas escaparon de estos y se deslizaron por sus mejillas.
Hacía tantos años que no lloraba que ni siquiera recordaba aquella sensación. No le gustó.
No sabría decir cuanto tiempo transcurrió desde que se había acostado, pero alguien interrumpió el silencio y la soledad que Zed tanto había deseado.
-Maestro Zed...-empezó a decir uno de los alumnos pagando la oreja a la puerta de la habitación. Al otro lado sólo se escuchó un tosco gruñido.- ...Tiene visita.
-¿Visita?-preguntó de mal humor.- No quiero ver a nadie.
-Pero ella dice que necesita verle...
-¿Ella? ¿Quien es?
-Una mujer muy bella de cabello blanco, parece débil o enferma...
Los ojos del maestro sombrío se abrieron cómo platos. No podía creer que Syndra estubiera allí. Necesitaba verlo con sus propios ojos.
Se puso únicamente los pantalones y las botas y bajó corriendo las escaleras hasta llegar a la entrada y la vio, apoyada en la pared, completamente empapada y temblando. Parecía enormemente cansada.
-Syndra...-murmuró avanzando hacía ella.
Ella se apartó de la pared y se tambaleó, pero Zed la sujetó antes de que se desplomara. Ante la mirada de toda la orden la tomó en brazos y la llevó a sus aposentos. Dio la orden de que nadie los molestara y se encerró de nuevo.Escribiendo cómo se sentía Zed, me metí tanto en el papel que acabé cabreandome yo sola. Así de bien estoy c:
PD: Sé que la de la foto es Akali, pero pasa por Io, oie ci.
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La Soberana. [Zed x Syndra]
FanficLa oscuridad no es sinónimo de maldad. La gente no suele saber diferenciar entre ambos términos, y Syndra nunca entendió muy bien por que. Ella conocía bien el significado de las dos palabras y sabía que no había ninguna relación entre ellas. Ella e...