Antes que nada aclarar qué este capítulo no guarda ninguna relación con la historia original. Podéis considerarlo un OVA xD. Cómo ya imaginaréis la acción va a ocurrir en un hambiente navideño, en una ciudad inventada donde viven distintos campeones de distintos lugares y va a ser narrada desde el punto de vista de Syndra. Pequeña nota: esto se me ocurrió esta tarde al pensar en la skin de Syndra Dia Nevado que acabo de comprarme por un arrebato XD y me hacía ilusión escribirlo :3 ojalá disfrutéis y prometo que pronto seguiré con la historia original. No os molesto más, que empiece el capítulo~
PD: imaginaros a los campeones que aparecerán con los aspectos Snow Day, Winter Wonder o simplemente imaginaroslos abrigados xD¿Qué le ve la gente a la Navidad?
Muchos consideran la Navidad cómo la época más mágica del año. Unos días llenos de ilusión y felicidad, en los que las familias y los amigos se reunen.
¿Pero y que pasa si no tienes ni familia ni amigos? Fácil, que aborreces las Navidades y lo que para unos son los mejores momentos del año para ti son un auténtico horror.
Lo sé. Puedo sonar muy amargada, pero esta es mi cruel y triste realidad.
A nadie le gusta cenar solo la noche de Navidad. A nadie le gusta no encontrar regalos bajo el árbol la mañana después. A nadie le gusta ver disfrutar a la gente cuándo tu sólo deseas llorar a todas horas.
Todos sentían una enorme felicidad, en cambio yo sólo sentía frio. Y odio el frio.
No me gustaba salir de casa por esas fechas por no ver los adornos, los niños riendo y mucho menos las incontables tiendas de la ciudad. Pero por desgracia necesitaba comer algo y mi nevera estaba deprimentemente vacía.
Me abrigué bien y salí, muy a mi pesar. El frío me golpeó cómo si fuera un tren. Estúpido invierno.
Me aseguré de que sólo mi cara estuviese en contacto con el viento gélidos y me dirigí a hacer las compras.
Para llegar a la zona comercial tenía que pasar por un pequeño parque.
Suspiré. Adoraba ese parque cuando el otoño lo tenía todo de colores cálidos, pero el invierno realmente lo estropeaba. A demás de que se llenaba de adornos ya que había numerosos abetos.
Lo peor de aquél parque en Navidad era la ridícula pared de los deseos, donde los enamorados guardaban sus deseos para el año próximo entre las grietas del muro.
No me extrañó ver a Katarina y Garen por allí.
Aunque ellos insistían en ocultarlo era demasiado obvio que entre esos dos había algo. Algo nauseabundo.
Estornudé. ¿Veis? Para esto es para lo único que sirve el frio. Ya me había resfriado. Que genial.
Continúe andando por el camino de adoquines oscuros que atravesaba el parque pensando en mis cosas cuando de repente una bola de nieve me golpeó en la cabeza.
Juró que mataré a quien lo hizo.
Me quité el gorro para retirar la nieve y fue cuando se me acercaron dos pequeños que en un primer momento me parecieron niños. Cuándo me fijé mejor vi que se trataba de dos yordles. La pequeña y adorable Lulu y el juguetón y peludo Gnar. Con esos dos era imposible enfadarse.
—Lo siento señorita Syndra. —se excusó la yordle. Realmente creo que esos dos son los únicos en esta ciudad a los que no odio. Me gusta verlos jugar a todas horas, son adorables.
Sonreí restándole importancia al asunto.
—Tranquilos chicos, anda iros a jugar.
Me alejé de esos dos y continúe andando entre los abetos llenos de nieve. Estaba pasando al lado de un pequeño lago que se había congelado por el frio y lo habían convertido en una pista de patinaje sobre hielo.
Vi a Orianna danzando cómo siempre. ¿Los robots no se quedan sin batería? Porque yo la apagaría a porrazos de vez en cuando.
No entendía cómo un robot podía captar la atención de todo el mundo. Era deprimente pero la gente quería más a una máquina qué a mi. Debo admitir que tampoco hago un gran esfuerzo por gustarle a la gente, pero al menos a Gnar y Lulu les caigo bien.
Me acerqué al hielo pretendiendo acomodar mi cabello. Tras haberme quitado el gorro se había deshecho un poco y me gustaba mantenerlo impecable. Sin embargo lejos de arreglarme me resbale y me deslicé torpemente por el hielo, chocando con Orianna y llevandomela por delante. Fue satisfactorio fastidiarle el baile, pero entonces la gente empezó a reirse de mi torpeza y del enorme ridículo que había hecho. Enrojecí cómo una fresa y trate de salir de la pista resbalandome una y otra vez.
Que vergüenza.
Orianna me ayudó a salir del hielo. Hacerlo sin patines había sido una odisea, a mi no me culpen.
Salí de allí todo lo rápido que pude. No quería saber nada de nadie.
Porfín salí del parque. Me encontraba en una avenida llena de gente. Había tiendas a cada lado de la calle de las que entraban y salían los ciudadanos haciendo sus compras navideñas.
Ignoré el alboroto a mi alrededor y me encaminé al supermercado en el que solía hacer mis compras. Me lo encontré lleno hasta arriba. Era agobiante comprar en esos momentos, pero ya que estaba allí no iba a volver con las manos vacías.
Era normal que estuviera lleno. 24 de diciembre, cena de Navidad. Todos comprando toneladas de pavo, marisco, dulces, cava, etc.
Y yo con una pizza y un brik de leche.
Tras una larga cola kilométrica llegué a la caja y busqué mi billetera. Y la busqué, y la busqué, y la continúe buscando. Pero no estaba. Había perdido mi maldita billetera.
Debía de haberse caido en el parque.
Aquél definitivamente no estaba siendo mi día de suerte. Oh espera. ¿Cuándo había tenido yo un día de suerte?
Tuve que regresar al parque y busqué por todas partes mi billetera. No había cogido demasiado dinero pero...¡Era mi billetera!
No podía perderla así sin más. Le tenía cariño.
Empezaba a anochecer y aún no había ni rastro de mi dinero. Hacía bastante mas frio que en la tarde y ya estaba demasiado oscuro cómo para encontrarla.
Ya no había nadie por allí, todos volvían a sus casas a celebrar la Noche Buena. El parque estaba completamente vacío y en silencio. Me senté en uno de los bancos sintiéndome deprimida y desgraciada. Me resultó imposible reprimir un sollozo que vino seguido por un llanto casi infantil.
Me cubrí el rostro con las manos. ¿Qué había hecho para ganarme esto?
Sin que yo llegase a oirlo alguien se paró frente a mí. No me dí cuenta de su presencia hasta que puso su mano en mi hombro.
Levanté la mirada para encontrarme con unos ojos rojos cómo la sangre que me hechizaron completamente.
Jamás había visto unos ojos cómo esos.
Sentí mis mejillas arder de repente.
Yo siempre evitaba en la medida de lo posible ocultar mis sentimientos a todos, sin excepción. Y sin embargo el había conseguido pillarme en pleno momento de debilidad.
Mierda. No podía dejar de mirarlo, era demasiado perfecto.
No podía saber en que estaba pensando, su rostro era completamente impasible. Me tomé mi tiempo para estudiarlo. Cicatrices..
Su cabello era blanco y lo llevaba despeinado, estúpido toque sexy.
¿En que diantres estoy pensando?
El silencio se alargó unos segundos más hasta que finalmente saqué el valor para romperlo.
—¿Que quieres? —pregunté fingiendo una seguridad que no sentía.
Finalmente el habló. Su voz era seca pero suave al mismo tiempo. Era extraño pero me encantaba su voz.
—Que vengas conmigo.
—¿Qué? ¿A dónde?
—A cenar.
Juro que grité cómo una loca interiormente.
—¿Cómo? —pregunté sin creerme lo que acababa de oir.
—No mereces tener que pasar la Noche Buena sola.
Me ruboricé cómo un fresón. Aún no asimilaba que alguien me hubiese dicho eso. Quise decir algo pero no encontraba las palabras. Estaba emocionada.
¿Pero quien era el y porque se preocupaba por mí?
—¿Quien eres?—logré murmurar.
—Mi nombre es Zed. Soy tu milagro navideño.
Dijo antes de inclinarse hacía mí y juntar sus labios con los míos. El beso fue dulce, cálido, inolvidable....había tantos adjetivos que atribuirle que no sabía ni cómo describirlo. Sólo sentí que era lo más mágico que me había sucedido nunca.
Y había sucedido en Noche Buena.
Las Navidades no eran tan malas después de todo.
Oh Zed...mi milagro navideño... Gracias por aparecer en mi vida.
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La Soberana. [Zed x Syndra]
Fiksi PenggemarLa oscuridad no es sinónimo de maldad. La gente no suele saber diferenciar entre ambos términos, y Syndra nunca entendió muy bien por que. Ella conocía bien el significado de las dos palabras y sabía que no había ninguna relación entre ellas. Ella e...