Se miró al espejo y se encontró distinta. Se había sentido muy extraña desde hacía unos días. Estaba preocupada, nunca se había sentido así. Comía demasiado y sus cambios de humor eran más repentinos e impredecibles que de normal.
Frunció el ceño. Aquello la enfadaba, se movía poco y comía y dormía en exceso y aquello empezaba a dejar marca en su cuerpo. Había engordado. No le gustaba, pero Zed insistía en que algo más de carne en el cuerpo se veía hermosa.
Se le pasó fugazmente la idea de hacer algo de ejercicio por la mente, pero una oleada de mal humor se apoderó de ella y las ganas de golpear algo la llevaron a romper el espejo.
Suspiró tratando de calmarse, pero sintió como una arcada acudía a su garganta y por poco no le dío tiempo a llegar al retrete antes de soltar la pota.
Fue entonces cuando se asustó. Aquéllos síntomas... Cambios de humor, hambre y sueño em exceso, ahora vómitos... Se llevó una mano al vientre con los ojos abiertos cómo platos mientras estos se anegaban de lágrimas. Sintió miedo y felicidad al mismo tiempo. Lo cierto era que no sabía que sentir.
Zed había vuelto a la orden, pero sabía que no tardaría en regresar. Casi nunca la dejaba sola y cuando lo hacía no tardaba ni dos días en regresar a su lado.
Optó por echarse en uno de los sillones que adornaban su habitación y tratar de calmarse.
No podía asegurar nada, pero todo apuntaba a que una pequeña vida empezaba a aflorar en su interior. Frotó delicadamente su vientre con nerviosismo y una emoción que hacía que el corazón le golpeara con fuerza el pecho. Se preguntó que diría Zed y aquélla duda la asustó. ¿Y si resultaba si estar embarazada y Zed no quería o no estaba preparado para formar una familia? ¿Y si se quedaba sola? Pero por otra parte...¿Y si los dos se ilusionaban y resultaba que había sido una falsa alarma? Aunque en ese caso siempre podrían intentarlo de nuevo. Cerró los ojos con la esperanza de que la noticia fuera bien recibida por su amado.***
Cansada de estar siempre sola tomó la decisión de dejar de aguantar y actuar de una vez. Sabía que Zed iba a volver a largarse y no dudó en seguirlo. No era ni medianamente normal que desapareciera tantas veces y empezaba a sospechar que ocultaba algo. Y quería averiguar que era.
El maestro se encaminó con paso tranquilo hacía el bosque de cerezos que rodeaba el dojo sin darse cuenta de la presencia de Io. Llegó a un claro por el que se filtraba la luz de la luna entre los petalos rosados de los arboles dando al lugar un aspecto mágico y sobrecogedor.
Colocó las manos en una posición que había aprendido en Kinkou y había perfeccionado a su manera conviritiendola en una técnica propia de teletransporte.
Io corrió hacía el agarrandose a su torso en el instante antes de la teletransoprtacion, por lo que ambos desaparecieron juntos del claro.
Zed miró a todos lados, alarmado y vio a Io. Luego descubrió con horror que el teletransporte no se había cancelado y habían terminado los dos en el templo de Syndra.***
Lo notó. Cada vez que se teletransportaba se sentía una pequeña vibración en el aire. Zed había regresando.
Se le revolvió el estómago por el nerviosismo y al mismo tiempo sintió una enorme emoción desbordandola.
Se levantó del sillón en el que, para variar, se había echado una larga siesta y flotó rápidamente por los pasillos para recibir al padre de su posible hijo.
Llegó al salón principal donde siempre la aguardaba Zed. Y cómo siempre, ahi estaba, pero no sólo.
El rostro de Syndra sólo mostraba confusión. ¿Quien era aquella chica? ¿Porqué estaba abrazada a Zed?
El maestro de las sombras estaba pálido cómo el papel. Tenía miedo de lo que ocurriera a continuación.
-¿Quién eres?-preguntó la soberana sin perder la calma.
Io se sentía insegura. El suelo de aquél lugar tenía algo extraño, era cómo si no estuviera anclado a la tierra y allí su capacidad de sentir las vibraciones del suelo se veía alterada.
-Soy Io...ninja de la orden de las sombras...
-¿Y que haces aquí?
Io empezó a asustarse. Oía la voz de Syndra pero no la detectaba, no sentía su posición en el suelo, sólo podia suponer donde se encontraba por el sonido de su voz pero era cómo si fuera un fantasma.
-Yo...estaba preocupada porque Zed siempre estaba fuera de la orden...
-Ya. Estaba conmigo.
-¿Y tu quien eres...?-preguntó la invidente sin soltar a Zed.
La peliblanca no apartaba la mirada de aquella chica. No la conocía de nada pero no soportaba su mera presencia.
-Mi nombre es Syndra, soy la pareja de Zed.-le respondió remarcando todas las letras de la frase.
El señor de las sombras estaba al borde del desmayo.
-¿Como...? Pero si...la pareja de Zed...soy yo...-murmuró la joven Ninja.
Los ojos de la soberana empezaron a emitir un brillo mas poderoso y espeluznante que de normal. Sus orbes vibraron violentamente mientras orbitaban rápidamente a su alrededor. Su cabello empezó a ondear cómo si un potente viento lo agitara.
El corazón de la soberana estaba siendo consumido por la ira y el odio. No sabía a quien odiar, si a aquella molesta Ninja o a Zed.
Los separó impactando una de sus esferas contra ellos y los siguientes ataques fueron todos hacía Io.
Esta no era capaz de defenderse puesto que no podía saber de donde venian los ataques.
Syndra estaba ofuscada. Sólo quería matar y no pensaba en otra cosa. A demás, había marcado cómo objetivo a Io.
Io debía morir.
Io iba a morir.
Zed trató de detener lo que por su culpa se había iniciado, pero era muy tarde. Syndra no iba a dejar vivir a su objetivo. Si ella decidía que alguien debía morir, dicha persona iba a morir y ella se iba a asegurar de ello.Las heridas empezaban a marcar la piel de Io. Cada esfera que la tocaba le producía una especie de quemaduras que consumian la piel alrededor de la zona afectada. El dolor era insoportable y el no poder esquivar los ataques no era agradable.
-¡Ya vale Syndra! ¡Ella no tiene la culpa!-Gritó Zed horrorizado y corrió hacía Io para socorrerla.
Demasiado tarde. Cinco esferas a la vez impactaron contra el pecho de Io rompiendole instantáneamente el esternón. Sus pulmones y corazón no aguantaron la presión y sucumbieron bajo los orbes oscuros de la soberana.
Todo había terminado para Io.
Una horrible mueca de dolor fue la última expresión del palido rostro de la joven Ninja.
Zed cayó de rodillas junto al cadáver de su alumna mas brillante. Todo aquello era su culpa. El había provocado eso. La muerte de Io era un peso horrible sobre sus hombros.
Su mente estaba alterada y no pensaba con claridad, no era capaz de asimilar lo que había presenciado. El sonido de la caja torácica de Io crujiendo bajo el poder de Syndra nunca se borraría de su mente.
Syndra recuperó la cordura. Había perdido la cabeza y había asesinado a la joven Ninja. Un profundo abatimiento se apoderó de ella. No era la primera vez que aquello ocurría. Varios años atrás, su maestro...su padre, había encontrado la muerte en las manos de la soberana por uno de aquellos letales arrebatos. Se dio cuenta de que atraía a la muerte. Muchas personas habían terminado sus dias por su culpa, ella nunca se consideró un ser malvado, pero si lo era. Era una asesina. Había terminado por autoconvencerse de ello.
Por eso siempre había estado sola. Por eso debía seguir sola, para que nadie mas muriese por su culpa.
Es por eso que Zed debía alejarse. La única persona a la que había amado...a el no podía ponerlo en peligro de esa forma. Pero antes de dejarlo ir debía decirle algo.
-Zed.....-murmuró.
El maestro de las sombras tomó el cuerpo sin vida de Io y miró a Syndra con odio, miedo y dolor. Una mirada que hizo pedazos el corazón de la soberana.
-Zed yo....-por desgracia no le dío tiempo a terminar la frase antes de que el joven desapareciera con su técnica de teletransporte. -estoy embarazada.... -farfulló la peliblanca cayendo de rodillas y rompiendo a llorar.
Estoy embarazada...FIN~
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QUE NOOOO XD Que esto no se acaba así! Yoro. Io era mi hamor, pero tenía que morir. Las cosas cómo son, nadie puede interferir entre Zed y Syndra plox. Bueno, el salseo es real, este capítulo os ha dejado...HIMPAKTADOHS yo lo se pues eso, espero que os haya gustado y hayais llorado mucho xD
Bai bai ❤
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La Soberana. [Zed x Syndra]
FanficLa oscuridad no es sinónimo de maldad. La gente no suele saber diferenciar entre ambos términos, y Syndra nunca entendió muy bien por que. Ella conocía bien el significado de las dos palabras y sabía que no había ninguna relación entre ellas. Ella e...