57. Samantha.

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Le devolviste la luz a mi vida,

Llenaste el vacío que en mí existía,

De mi borraste; Miedo, egoísmo y avaricia.

Me diste un amor, que nunca esperé que llegara.

Pues es un amor, que no recibí siendo una cría,

Y aunque sea mala con las palabras

Agradezco en aquel teatro, yo verte

Pues esa noche, de ti no apartaba mi mirada.

Y mis años junto a ti fueron los mejores que tuve,

Incluso viviendo en este mundo

En donde no podemos ser felices,

Pues nos amábamos a escondidas y en las sombras

Como los ladrones canallas.

Pero nos amábamos más, que cualquiera en la ciudad.

Esa tarde, cuando te pedí huir conmigo

Pasara lo que pasara; Esa misma tarde amor mío,

Te arrebataron la vida que en tus ojos llevabas,

Ese maldito hombre, lleno de odio y repugnancia

Apretó el gatillo sin saber que eras un ser, que nada más amaba.

Esa misma tarde, dejé de ser yo misma

El amor de mi vida ya no existía

Y sola había quedado yo,

Abandonada y sin consuelo alguno.

Como aquella chiquilla en el canasto

Que en la puerta de un orfanato se encontraba;

Sólo puedo leer esos hermosos versos

Que tú, llena de carisma en mi habitación relatabas,

No dejo de ver esos retratos,

En donde al compás de la música yo te pintaba.

No puedo describir mi dolor, no si en llanto caer

No puedo soportar tu ausencia, mucho menos tu falta de amor,

No puedo ni siquiera dejarte ir, pues en el fondo no quiero.

Extraño tus manos, tu risa y tus labios

Extraño ser un solo ser al estar en tus brazos;

Pero esta tarde, en donde las hojas del otoño caen

Yo volveré a ti, pues no pasaré el resto de mi vida

En miseria y extrañando una felicidad que jamás volverá

Y si no te encuentro en la muerte,

En otra vida será. 

El árbol de Roble Blanco (Poemario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora