58. De ti, para mi

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Mujer divina, tienes cuerpo de guitarra;

Mis ojos de forma atrevida aprecian tus curvas,

Mientras tu cuerpo, reclama mis manos deseosas

Que anhelan el poder tocarte

Tu voz, es melodía para mis odios;

Tu risa, tu llanto y gemidos lo son todo para mí,

Dos de ellos, quiero provocar constantemente

El otro, quiero calmarlo siempre

Oh amada mía, estaré contigo cuando me necesites.

Y como pintor quiero plasmarte, justo como tú lo haces

Al ver por tu ventana, el atardecer asomarse;

Pero te plasmaré, solo en mi mente

Porque allí, incluso después de la muerte perdurarás en mí,

Pues el brillo en tu mirar es algo que jamás podré olvidar,

Y mientras tú, escuchas mis versos

Siendo maestra en el pincel, yo soy maestro en la tinta y el papel

Narrando está obsesión que contigo he de tener. 

El árbol de Roble Blanco (Poemario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora