Katsuki Yuuri, un joven de 23 años, graduado en uno de los mejores colegios de Kyushu, Japón, titulado en economía y finanzas en la Universidad de New York, cansado de ser rechazado por todos los ejecutivos que lo han entrevistado, se aventura a bus...
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Yuuri envuelto en una manta de vergüenza y preocupación , siguió los pasos de sus compañeros de trabajo hasta el restaurante de siempre en completo silencio y con la mirada pegada a los pies, sin levantarla hasta el momento en que debió tomar asiento en la gran mesa que solían usar los chicos , sintiéndose superado por los nervios al seguir escuchando las risas de Yuko y los demás por lo ocurrido en la oficina minutos atrás.
Y es que no conforme con alardear de pertenecer al circulo del asistente de presidencia, los chicos tomaron el beneficio como un motivo para burlarse de Seung y hacer su existencia un poco mas miserable por unos minutos...
"Yuuri luego de asegurarse que su jefe no necesitaría nada mas, salió de su oficina encontrándose con su grupo de amigos discutiendo con la angustia pegada en el rostro.
-¿Están listos para ir a comer chicos?- pregunto el japonés con una sonrisa-.
--Ojala pudiéramos, pero no tenemos suficiente dinero Yuuri- contesto Mila con voz cansada- así que estamos organizando un sorteo para ver quien almuerza hoy y quien se sacrifica-.
-¿Que?, pero.... - el japonés se quedo a media estrofa cuando Georgi, feliz y cantor como cada día, se sumo a la conversación-.
-Buenos días, buenas tardes, que hermoso grupo de flores y cactus tenemos hoy aquí- comento el ruso en tono juguetón-.
-Mas vale que no nos torees Georgi, tenemos hambre y estamos de muy mal humor- protesto Minami en un infantil mini berrinche-.
-Pero, pequeño rayito de sol con kétchup, mi crujiente nugget recién fritado, mientras yo exista, tu no te veras forzado a pasar hambre-.
-¿De que hablas Georgi?, ¿y a quien diablos le llamas nugget?- protesto el japonés mientras el resto del grupo intentaba no reír-.
-Pues previniendo que hoy seria también un día de austeridad para nosotros, me di la libertad de pedir un dinerito por ahí para poder asegurar una de tus tres comidas diarias, solecito- respondió el ruso entregándole a Minami cinco dólares en billetes arrugados y aun tibios por haber estado en su mano desde la mañana-.
-Vaya vaya Minami, tienes a este pobre chico tan embrujado que es capaz de asaltar bancos por ti - rio Mila golpeando suavemente el hombro de Georgi mientras Minami se ponía rojo hasta el cuello- y bien Georgi, iras con nosotros a comer?-.
-Lamentablemente mi credibilidad financiera no es mucha como para que me presten para dos menús, pero si Minami no siente hambre, yo soy y seré feliz-.
Yuuri se enterneció mucho con esa escena tan dulce, le recordó todas las veces en que Mari le cedía la ultima bola de arroz, o le daba la mitad de su varilla de mochis en los festivales a los que solían ir antes de mudarse de su natal Japón, por lo que se prometió pedir una orden para llevar para el portero de la empresa y para el mensajero, o también conocido como el posible futuro esposo de Minami.