Capítulo O7

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Tensión
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— Oh, Dios mío, ¡eres un bicho raro!

— ¿Soy tu bicho raro?

— No empieces conmigo Manoban. — amenazó Jennie con ojos juguetones acompañados de una suave risa, un sonido por el que el corazón de Lisa no dejaba de revolotear.

Lisa se limitó a reír también con los ojos enfocados de nuevo en la carretera.

— Tienes razón, pasos de bebé — se burló.

Desde el almuerzo, el ambiente entre las dos cambió a algo ligero y fluido. Las continuas bromas de Lisa eran implacables hasta el punto de que Jennie ya no podía ocultar la sonrisa en su rostro ni la risa que solía contener siempre.

— Eres demasiado confiada para tu propio bien — comentó Jennie, disfrutando del puchero en los labios de Lisa demasiado para su gusto.

— Malvada — gimoteó Lisa con la voz más infantil que había usado nunca. Jennie tuvo que jalar su labio inferior entre los dientes y forzar su concentración en todas partes menos hacia la rubia a su lado. Que linda, pensó la morena con las mejillas ligeramente sonrosadas. Sintió que su corazón bombeaba con fuerza y no sabía si disfrutaba mucho de la sensación.

Por otra parte, cuando se trataba de Lisa, Jennie nunca sabía nada, siempre se quedaba confusa y simplemente perdida. Sus emociones pululaban continuamente por su cabeza y su pecho y ninguna de ellas parecía legible o comprensible.

Jennie se giró hacia Lisa y la escaneó con una expresión confusa.

¿Por qué me siento así siempre que estoy contigo Manoban?

— Esto no es justo. — Lisa exhaló con un chasquido de lengua en señal de decepción. Jennie inclinó la cabeza hacia un lado con las cejas fruncidas.

— ¿Qué no es justo? — preguntó. Y, sin perder el ritmo, Lisa respondió con algo que dejó a Jennie hecha un lío, una vez más.

— Que tú puedas mirarme y yo no porque estoy conduciendo — Y para alegría de Lisa, se detuvo de repente en un semáforo en rojo con una sonrisa de satisfacción.

— Ah, mucho mejor — exhaló antes de girar a su derecha y apoyar el codo en la consola del reposabrazos.

Jennie observó con el corazón acelerado la forma en que Lisa apoyaba la barbilla en su mano y miraba su rostro con plena admiración.

— Hola — se burló Lisa con su famoso guiño juguetón, pero al instante siseó de dolor en el momento en que la ruborizada gatita le dio un golpe en la frente.

— ¡Y-yah! Pervertida! — exclamó la morena.

Al ver que el semáforo cambiaba a verde y se alejaba, Lisa sólo se rió sentándose adecuadamente y frotándose el dolor punzante de la frente.

— Vale, vale ya he terminado.

Jennie se limitó a resoplar antes de desplomarse en su asiento con una mirada sombría y las mejillas rosadas. A Lisa le pareció una acción súper adorable, especialmente el pequeño puchero en sus labios.

Pero, algo la molestó ligeramente.

— ¿Puedo preguntarte algo? Y, por favor, sé sincera — preguntó Lisa un poco incómoda y nerviosa, de lo que Jennie se percató rápidamente.

Jennie se deslizó hacia atrás en su asiento y miró a la inquieta rubia a su lado confundida por el repentino cambio de humor. Asintió con la cabeza de forma vacilante.

tócame | jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora