Un niño en el Infierno, ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo paso algo así? Eran las preguntas que rondaban la cabeza de aquel infante de cabellos y ojos rojizos cómo rubíes. Uno de esos seres hace sonar su alabarda entre los barrotes llamando la atención del pequeño niño que se trataba de esconder en una esquina de la celda, Nicolás que sentado en la esquina más lejana a los barrotes con sus ojos sumidos en lágrimas.
– ¡Arriba niño! Los Señores Daemon quieren verte pelear - Decía un hombre de cabellos y ojos rojizos cómo los del niño, vestido como un soldado pero en vez de un pantalón de hierro llevaba algo parecido a una falda hecha de cuero que le llegaba a las rodillas.
– Pero... Yo no quiero pelear, quiero ir con mi madre - Dijo entre sollozos, asustado pues seguía incrédulo de que estaba en el infierno ¿No se supone que nada de eso existía?
– Entonces te obligarán a pelear - Con enojo el hombre se puso un casco de hierro que formaba una M en la cara y llevaba una cola de tela desde la parte superior a la nuca, tomando un brazo del niño y arrastrándolo como si fuera un muñeco.
Así, el pequeño Nicolás fue lanzado a la arena de combate, dónde pudo divisar un coliseo enorme, lleno de seres que variaban sus tamaños y figuras, hermosos y horribles, pero sin ninguno que no tuviera una cabellera rojiza, como si fuera algo icónico de todos, ¿Esos eran Demonios? Eran casi como lo contaban los sacerdotes cuando el niño espiaba las misas en algún rato libre.
Frente a él se encontraba uno de gran tamaño, obeso y algo peludo del pecho y brazos, portaba un garrote de madera rodeado de picos y vistiendo un pantalón corto color café junto a poleas de cuero que formaban una X en su pecho y unas sandalias de cuero, reía de una forma burlona mientras que su boca, casi visible entre una barba rojiza con puntas blancas que se notaban más que su calva cabeza veía al niño asustado que estaba al frente.
– ¿Qué? ¿Me pondrán a pelear con un mocoso? No me hagan reír - Dijo el demonio enorme burlándose del niño asustado que estaba en la arena de combate.
– Yo no pertenezco aquí... Quiero volver con mi mamá, quiero volver a Northumbria - sollozaba el pequeño asustado de que lo fueran a matar.
– Malas noticias, niño, aquí no hay forma de huir, solo sales dejando de existir, y eso haré contigo - Sonriendo ampliamente levantaba un pie y al dar el primer paso hacia retumbar el suelo, desorientado a Nicolás.
Siendo sorprendido por el temblor provocado por el demonio obeso, Nicolás voltea a todos lados buscando una salida que pareciera inexistentemente milagrosa para su vida, ¿Acaso seguía vivo? ¿Era todo un horripilante sueño y despertaría en los brazos de su madre? Esas preguntas distrajeron la atención del pequeño siendo arrollado con suma fuerza por el garrote hasta estrellarlo en uno de los muros, había corrido con suerte que no fue con u o de los picos aquél golpe que resonó con esa gruesa y burlona risa.
– ¡Vamos! mínimo hazlo un poco más interesante para mí, mocoso - Riendo se acercaba con los retumbados pasos en el suelo, ¿Había alguna forma de huir o pelear con semejante monstruo?
– Si ganar es la única manera de sobrevivir, entonces como un caballero... ¡Te haré doblegar! - Dijo aquel niño levantándose de entre los escombros, abandonando su miedo y recurriendo a lo único que puede salvarlo ahora, el instinto de supervivencia.
Así lo que una vez fue un alegre niño de 7 años, se estaba convirtiendo en un gladiador más para el entretenimiento de miles o incluso millones de Demonios que gritaban eufóricos de ver más sangre derramada en la arena, un panorama ridículamente disparejo y que cualquiera diría que ya sabrá el resultado, y aunque pareciera un tanto raro la "pelea" de un niño contra un viejo y fuerte demonio gladiador capto la atención de tres demonios bien vestidos sentados en un balcón.
– Esto... Puede ponerse un poco interesante.
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El Caballero de la Rosa Negra
RandomAmor, odio, orgullo, ambición, poder, tantas son las emociones y anhelos que trastornan a cada persona en camino de sus propios ideales, el bien y el mal siendo tan distintos y conflictivos, más no pueden existir por separado ¿La familia son aquello...