Capítulo 9: Daemon

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Tres días habían pasado ya, Nicolás estaba abrazando sus piernas en una esquina, repasando una y otra vez lo que había pasado, ¿Hijo de un Demonio? Y de no cualquier Demonio, uno de los tres grandes, ¿Por qué su madre jamás se lo contó? ¿Ella no lo sabía? ¿O ella no era su madre y por eso no se lo decía? Preguntas incesantes invadían su cabeza una y otra vez, pues era una revelación tan exageradamente enorme.

– Oye chico, ¿Cómo te sientes? - preguntaba Smoke pues en esos tres días, no había hablado ni una sola vez.

– ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué estoy aquí? - Decía por fin como un tono decaído, ciertamente era que es bastante fuerte.

El silencio se volvia apoderar de la habitación mientras que ambos se miraban, Smoke no conocía nada sobre él, pero algo dentro de él lo impedía ignorar tan fuerte situación, era una pregunta constante en ambos ¿Cómo es posible? Sea cierto o no, ahora los Demonios serían más peligrosos sabiendo la identidad del niño, siendo peor que todos han visto como ganaba dos peleas consecutivas a morir.

– De seguro tuvo una gran razón por la que no lo hizo ¿Recuerdas sobre el compañero del que te hablé? - Al recibír un sí con la cabeza de Nicolás, sonrío un poco - Él era muy fuerte, íbamos a la par al pelear, una vez le pregunté cómo tenía habilidades tan extrañas como los escasos que usan fuego y una que solo vi en él.

– ¿Y qué fue lo que le dijo? ¿Qué otra habilidad tenía? - Ahora había capturado la atención del chico, despejando su mente de lo demás ansioso de saber por ese viejo compañero de su mentor.

– Decía que eran sombras, que le costó bastante llegar a combinarlas y crear esas flamas oscuras, pero que agradecía haber heredado esas habilidades de sus padres, que ese fuego era más fuerte por ser herencia de los Demonios.

Era increíble, aún existían personas que decendian de los Demonios en la era de Smoke, si ese chico podía combinar habilidades, ¿No significa que de algún lado salieron las sombras? Herencia, las habilidades se heredan, eso significaba que las suyas también, ¿Habrá sido la voz de su padre la que escucho? Aquella que le indico usar su propio aliento como uno de esos legendarios Dragones de los que contaban los Caballeros.

– ¿Nunca le dijo cómo heredó la otra? - Ahora la curiosidad lo tenía atento.

– Por desgracia nunca me habló más sobre ello, si tú eres un Demonio, entonces tal vez vivas tanto como para conocerlo en mi tiempo, claro si sigues vivo para entonces.

– ¡Lo haré! Viviré para conocer a tu amigo, volveremos juntos a la Tierra - Esa motivación le duraría solo un momento, pues Smoke bajaba la cabeza con una sonrisa melancolíca.

– Yo fui un humano, chico, no es posible que yo reviva o salga del Infierno, así que si tú lo logras... - Levanto la mirada mirándolo con una sonrisa - No dudes en buscarme cuando llegue mi época, buscanos y si sobrevives a los dos, tomemos unos tragos juntos.

Era una noticia algo triste, pues si llega a vivir tanto como para conocer al Smoke que vivió, no va a recordarlo, pero seguía emocionado porque entonces podría ver pelear a Smoke y conocer al compañero del que hablaba, si ganaba o sobrevivía, podría convivir con ellos, aún cuando fuese un niño, sentía ansias por crecer y beber un trago junto a quien lo ayudo a ser más fuerte en el Infierno.

– Por cierto, antes de que vengan los Guardias... Tengo unas cosas que darte - Se asomaba cuidando que no vinieran Guardias se sacaba los guantes y de abajo de su túnica, sacaba lo que parecía ser un tuvo sacándolos de su celda estirandose a la de Nicolás - Tomalos como regalos, los guantes son muy especiales para mí, son resistentes a casi todo.

Nicolás curioso tomaba los guantes junto con ese extraño, los guantes al ponérselos parecían casi hechos a su medida lo que fue extraño pues sus manos eran más pequeñas que las de Smoke, así para ver ese rato tubo.

– ¿Para que es eso? - Veía a Smoke, curioso, pues un objeto así no era común para él.

– Esa cosa tomara la forma del arma que necesites o pienses, puede que a ti te funcione, así que cuídala bien - Decía con una sonrisa mirándolo, en poco se había encariñado con ese niño, sin razón aparente, pero no sé quejaba pues era cogedor.

Podían sentir ambos una conexión, una extraña sensación de confianza, admiración y ¿Amistad? Pues aunque llevarán poco de conocerse, parecía que estaba destinado a pasar ese encuentro entre ellos, querían poder tener un momento de tranquilidad pero se veía interrumpida por la entrada de un Demonio, no era espectador ni Guardia, si no, Astaroth, el más joven de los tres hermanos y presunto padre de Nicolás.

– Así que... Tú eres Nicolás, revés un poco más grande de cerca - Dijo con un tono de indiferencia en su voz mirando al niño y dándole la espalda a Smoke, wl cuál volvía a sentarse en el suelo.

– ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre? - Se alejaba de los barrotes, asegurando su distancia por si las dudas, y así tener tiempo de reaccionar.

– Soy Astaroth Daemon, el Duque de los Abismos y al parecer... Tu padre - Esas palabras volvieron a resonar en su cabeza, ¿En serio era su padre? Las preguntas volvieron a inundar su mente.

Un largo silencio se apoderó del lugar, ambos se veían a los ojos como si fuese una competencia de miradas, ninguno parpadeaba hasta que Astaroth cerraba los ojos metiendo su mano derecha en su chaleco se su elegante vestimenta provocando que Nicolás se exaltara y retrocediera sujetando con fuerza el extraño tubo. No era un arma lo que sacaba, si no un pequeño collar con algo colgado, no eran gemas ni un crucifijo, si no un dije que Astaroth abrió con un pequeño botón de un lado y se lo acercaba a Nicolás.

– ¿Qué...? ¿Qué es eso? - Dijo con un tono de temor, pero la curiosidad lo movió para acercarse pidiendo ver una imagen en ese dije, era una imagen de su madre, Elisa.

– Tu madre siempre está cerca de mi corazón - Dijo ahora demostrando un tono melancólico al abrir sus ojos que eran de un tono rojizo, a diferencia de unos instantes que eran dorados - Quédatela, lo cuidarás mejor y puede que sea un apoyo para ti.

Tembloroso Nicolás tomaba el dije, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y ahora en su mente solo había una pregunta ¿En dónde estaba su madre? En su último combate mencionaron que era una Reina, entonces ¿Por qué vivían como pueblerinos bajo la seguridad del Rey de Northumbria?.

– Si usted es realmente mi padre, tengo muchas preguntas... - Dijo apenas entre sollozos volteando a verlo, notando que sus ojos habían vuelto a ser dorados con un semblante serio e indiferente.

– En otro momento... Ahora solo sobrevive.

El Caballero de la Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora