Todo era perfecto, todo era felicidad, colorido y emocionante. Mi nombre es Nicolás Astaroth Rose, tengo 7 años y vivo en Northumbria, Inglaterra. Mi madre, Elisa Rose, cuida de mí en una bonita cabaña cerca del Castillo Real, es emocionante porque a veces me lleva al Castillo donde los Caballeros me enseñan a usar la espada y a pelear, aúnque nunca esta para verme ya que cuando vamos la llama de inmediato el Rey, es algo molesto porque cuando vuelve esta cansada y no me da el tiempo de enseñarle lo que aprendo. Hoy igual toco ir al Castillo, mamá esta en algún lado con el Rey mientras yo estoy con los Caballeros aprendiendo el manejo correcto de la espada.
– ¿Aún tengo que aprender más? Ya se como se usa - Decía al Capitán de la Guardia Real, August, un hombre de cabellos castaños y hondulados quién vestía una armadura con su usual casco en la mano y espada que colgaba en su cintura, en protesta de todo el asunto
– Así es pequeño, nunca es suficiente y nunca lo sabrás todo, siempre hay una nueva técnica que puedes aprender y que deberás perfeccionar si la quieres hacer, tal vez algún día incluso sepas más que yo sobre la espada - Dijo con una sonrisa mientras revolvía mi cabello, aún cuando tiene una cicatriz que recorre entre sus ojos hasta su mejilla izquierda, se ve como un buen hombre.
– Pero mamá nunca está para verme, quiero que un día me mire pelear, poder cuidar de mi madre - Decía con fuerza parándome frente August, las reglas de los Caballeros dicen que mientras aún pueda ponerme de pie y siga respirando, mi deber será proteger y cuidar de mis allegados, hasta ahora solo son mi madre y el Capitán August.
– Jaja esa es una gran convicción muchacho, si quieres protegerla, entonces deberás aprender mucho y ser muy fuerte, porque hay seres que tienen una fuerza sin igual - Decía August con un tono un poco burlón, no cree que pueda hacerlo todavía.
– ¡Lo seré! Seré el Caballero más fuerte de todos, no habrá nadie que se me compare ¡Seré tan fuerte como los Dioses! - Emoción y euforia salían de mi boca, no he pensado en mis palabras solo sigo la convicción en mi corazón, y creó que he dicho algo impensable, pues August se ha quedado sorprendido por la cara que tiene ahora mismo, no hay enojo ni indignación, solo hay asombro y silencio.
– Entonces hazlo, entrena y haste con la fuerza que puedas ser tan fuerte como los Dioses, se el mejor - Volteo y veo a mi madre llegar con una sonrisa en su rostro, ¿Qué tanto escucho? Espero que realmente no haber dicho algo que haya ofendido a los Dioses.
– Si vas a igualar a los Dioses, entonces entrena mucho, vuélvete el Caballero más fuerte de todos los tiempos - Me saca de mis pensamientos la palmada de August en mi espalda tras sus palabras, suirada ahora demuestra orgullo ¿En serio puedo hacerlo?
– ¡Sí! Entrenare mucho y seré el más fuerte - Con una sonrisa corro de nuevo al área de entrenamiento agarrando una espada de madera que me dio August para entrenar, estoy ansioso por un día portar una espada de verdad.
Ha caído el sol, caminando a la cabaña junto con mi madre la veo un tanto distraída, como si algo ocupará su mente y le angustiara.
– Madre, ¿Te sientes bien? - Con mi mano libre jalo los pliegues del brazo del vestido negro que lleva, así atrayendo su mirada.
– ¿Eh? Oh si, descuida mi amor, estoy bien, solo.. Pensaba en alguien que conocí hace muchos años - Por un momento parecía estar bien, ahora solo veo melancolía en su mirada, como si le doliera.
– ¿Es mi padre? ¿Algún día lograre verlo? - Nunca lo he visto en mis 7 años, mamá me contaba historias de él como un noble caballero muy fuerte que con sus dos hermanos dirigían su propia nación, pero no entiendo porque no están juntos.
– La verdad sí, tu padre es el hombre que he amado desde que lo conocí y aún después de tantos años, mi corazón no lo olvida - Esas palabras van llenas de tristeza, le duele que papá no esta aquí con nosotros.
– ¿Cómo se veía él? Tal vez cuando me vuelva Caballero pueda encontrarlo un día, así podré decirle que vuelva y así puedan estar juntos - me ha mirado con asombro, lágrimas recorren sus mejillas ¿He dicho algo malo?
– Oh mi pequeño, en serio que tienes un valor inquebrantable - Envosa una sonrisa melancólica para cargarme en sus brazos, como cuando era un bebé - Tu padre era un joven muy apuesto, cabellos rojos como el fuego, ojos dorados como el oro he intimidantes como los ojos de un enorme Dragón, su presencia intimidaba a sus oponentes y era tan fuerte que movía rocas enormes con sus brazos.
– Se oye como un hombre muy fuerte ¿Yo también podre ser así de fuerte? - Volteo mi mirada hacia ella algo incrédulo, no se si pueda ser así de fuerte, pareciera que hablara de un hombre sin igual.
– Si te lo propones, serás incluso más fuerte que él, como su hijo tu podrás hacer todo eso y más, nunca dudes de quien eres - Sonrío ante sus palabras y me recargo en su hombro, mi convicción es ser muy fuerte, así podré proteger a mi madre y a todos, yo los protegeré a todos.
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El Caballero de la Rosa Negra
DiversosAmor, odio, orgullo, ambición, poder, tantas son las emociones y anhelos que trastornan a cada persona en camino de sus propios ideales, el bien y el mal siendo tan distintos y conflictivos, más no pueden existir por separado ¿La familia son aquello...