Capítulo 2 - Yo seré el más fuerte

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Entrenar, entrenar y entrenar, día tras día desde que sale el sol hasta que se alza la luna en los cielos, más fuerte, más rápido, tengo que ser mejor cada vez para ser el más fuerte. Mi madre, una doncella de pueblo apenas respetada ante todos los demás cuida de mí junto con los Caballeros del Rey, quienes me entrenan y educan para tener el más basto conocimiento en todo ¿De qué sirve un Caballero estúpido? ¿De qué sirve conocerlo todo si no puedes pelear? Un equilibrio entre ambas, solo así podré ir tan lejos como pueda y resaltar ante todos. Pero hoy estoy exhausto, he entrenado sin parar por toda el área desde el alba y apenas he conseguido llegar a medio día, debo mejorar.

– Nicolás, has hecho suficiente por ahora, tomemos un descanso del entrenamiento y acompáñame al mercado, que tu madre me ha encargado unas cosas en lo que esta en su reunión con el Rey - Entra August a la sala mientras yo caigo al suelo sin aire, si continuo no podre pararme o incluso pierda el conocimiento, creó que un descanso estará bien ahora.

– Esta bien, Sir August, deme un momento - casi no puedo respirar, me recuesto en el suelo mientras recupero el aliento, han pasado seis días y apenas he logrado una pequeña diferencia en mi entrenamiento con la espada.

Recorriendo el mercado llevamos una canasta cada uno, la llevo cargando sobre mi cabeza ya que si la llevo de frente no puedo ver bien, he conseguido equilibrar la para llevarla sin que se caiga incluso corriendo, mientras August compra algunas frutas mi atención se pone en un nuevo puesto, al acercarme veo que tiene muchos frascos y cosas raras, incluso máscaras con figura algo extraña como si fueran rostros.

– ¿Te interesa algo niño? Tengo de todo, desde pociones de amor hasta el más mortífero veneno, máscaras mágicas y muñecos, tu solo di que deseas y tal vez lo tenga aquí - Sale el mercader por encima de la barra haciéndome dar un salto atrás, se ve muy feo, esos dientes desalineados y amarillentos, su ojo sin color y la cicatriz que recorre por su ojo, no le queda bien como la de Sir August.

– Señor no sea tonto, la magia no existe - El mercader suelta una carcajada haciéndose hacia atrás, parece estar loco, eso explica porque vende cosas inservibles.

– ¡Te equivocas niño! La magia es tan real como tú y yo. Los seres míticos, los ángeles, demonios, cíclopes, ogros, orcos y todo lo que imagines, todo es real.. ¡Y yo te vendo la mejor mercancía magica que puedas encontrar! - Este hombre está realmente convencido de que esas cosas existen, definitivamente esta loco - Bernard Smith, mucho gusto muchacho - Se ha acercado casi subiéndose a la barra para acercarme la mano, ¿Quiere que lo salude?

– Yo soy.. Nicolás Astaroth Rose, y seré el Caballero más fuerte que haya - No me da mucha confianza, pero no parece un mal hombre, tomo su mano en muestra de respeto como saludo, un Caballero debe ser amable.

– ¡Oh jojo! Un aprendiz de Caballero, eso es realmente nuevo para mi, he recorrido toda Inglaterra y jamás he visto un aprendiza de Caballero tan decidido ¿El más fuerte dices? Estaré honrado de verlo, tengo algo para tí futuro Caballero - Se da la vuelta rebuscando algo mientras tira otras cosas ¿Qué tanto trae con él? ¿Cómo viaja con todo eso? - Este medallón perteneció a un poderoso Demonio, lo llevaba consigo como amuleto de la buena fortuna y del amor, ira contigo a todas partes muchacho, buena suerte - Extiende su mano mostrándome un medallón con un dragón y una espada tallados en ella, por alguna razón siento algo familiar con esto.. Pero ¿Por qué?

– No se si pueda pagarlo, señor Smith - Volteo a verlo un poco nervioso, solo traje conmigo un par de doblones para ver si podría conseguir una fruta para mí durante el camino.

– Oh no te preocupes muchacho, es un regalo de buena fe, para quien esta decidido a ser el Caballero más fuerte - ¿Me lo esta regalando? ¿En serio puede hacer algo así? Creó que no debería rechazarlo siendo así, tomo el medallón y lo coloco en mi cuello, por alguna razón siento algo familiar con este medallón.

– Lo atesorare, lo llevare conmigo todo el tiempo, Señor Smith - Con una sonrisa miro al mercader, no es común que alguno te regale algo tan extraño - Debo rime, el Capitán debe estarme buscando.

– Y no estas equivocado, solo me despisto un momento y desapareces - Volteo por la sorpresa viendo al Capitán August llegar por detrás con una cesta repleta de frutas, verduras y algunas carnes junto con pocas especias - Veo que tienes algo nuevo, ¿Cuanto cuesta?

– Ohh el Capitán August, parece que se ha vuelto muy hábil, el medallón es un ragalo de mi parte, no te preocupes por el precio - ¿Ellos se conocen? ¿No es nuevo este mercader?

– Bernard, un gusto verte, hacia años que no rondabas por aquí, si es un regaño supongo que no pasa nada, pero nosotros ya debemos irnos antes que tu madre se preocupe - Asiento com la cabeza empezando a caminar junto al Capitán y volteo un momento a despedirme del Señor Smith quien me regresa la despedida, espero volverlo a ver.

Pasando las horas mamá aún no regresa de con el Rey, ya se hace tarde y he decido regresar solo a la cabaña, me despido del Capitán y empiezo a caminar saliendo del castillo caminando com confianza, se lo suficiente de combate para librarme de una pelea. Estando a varios metros de la cabaña me detengo oyendo pisadas por varias casas mientras yo volteo tratando de seguir el sonido hasta que siento un empujón que me tumba al suelo seguido de varias patadas en mi estomago, mi espalda, mis piernas y algunas llegan a mi cara. Trato de ver quienes son y solo veo tres figuras algo oscuras, son casi de mi tamaño ¿Serán otros niños?

– ¡Vamos! Levántate y demuestra que eres un Caballero, niño ¿Te crees privilegiado? - Esa voz.. Creó haberla oído antes, pero.. ¿En dónde?

– Esta vez el Capitán no va a salvarte, solo eres un patético bastardos - Paren.. Cállense, nada de lo que dicen es cierto.

– Solo vas al Castillo Real porque tu madre es una concubina más del Rey - Ya basta, eso no es cierto, ¡No es cierto!

– ¡Cierren la boca! - Estoy molesto, me levanto con fuerza dando un puñetazo en la cara de uno de ellos, cuando alzó la mirada los miro con más claridad.. Son niños del pueblo, si acaso me ganaran por un par de años.. - ¡Mi madre no es ninguna concubina! ¡Y yo seré el Caballero más fuerte! ¡Tan fuerte que ustedes se inclinaran ante mí pidiéndome piedad cuando ejerza la justicia de la corona sobre ustedes! - Ya tuve suficiente, estoy enojado y no oiré parloterias de gente estúpida.. ¡Nadie se atreverá a hablar mal de mi madre!

No se si fue por golpear a uno, por gritar con tanta fuerza o algo más, pero cuando los vi en el último momento sus rostros reflejaban terror, como si hubieran precensiado algo espantoso.. Después solo salieron corriendo mientras yo caía al suelo cansado, me duele todo.. Solo quiero descansar.

El Caballero de la Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora