- Esto... Puede ponerse interesante - Decia un hombre de pelos y ojos rojizos sentado en medio de los tres.
Aquellos tres hombres sentados en el balcón, vistiendo por igual los tres ropajes que los distinguían de entre todos los demonios, sin duda eran los que gobernaban en el Infierno.
- ¿Por qué vemos esto, Lucifer? Es solo un niño... En seguida lo matará - Dijo con enojo el que se sentaba al lado derecho, Belcebúb, el segundo de los hermanos que regían el Infierno.
- El destino puede dar vueltas inesperadas, pero ciertamente solo se ve un resultado... - Decia con indiferencia el que se sentaba al lado izquierdo, Astaroth, el tercero de los hermanos.
- Porque es entretenimiento a fin de cuentas, parece que Glorkton acabo con los más fuertes y no querían entrar, por lo que solo quedaba ese niño - Dijo con una cínica sonrisa el del medio, Lucifer, el mayor de los tres hermanos y quien era el principal monarca en la trinidad que regia todo el Infierno.
Los tres grandes Demonios, la Trinidad Infernal, veían como el enorme demonio, Glorkton, alzaba su garrote para aplastar al niño que pareciera ya estar herido por el choque contra el muro, sin éxito pues al descender su garrote el pequeño se había lanzado a un lado evitando el impacto.
- Vaya vaya, el niño sabe escurrirse cuál cucaracha ja ja ja - esa estridente risa pero penetrante en los oídos del pequeño, quién mantenía su distancia.
- Debo encontrar como mínimo tirarlo... Si hubiera entrenado más y con una espada en este momento - Se decía para si mismo mirando a todos lados intentando conseguir una piedra con el suficiente tamaño para causar daño y que pudiese levantar.
Sin perder el tiempo, Glorkton había levantado de nuevo su garrote para volver a aplastar a Nicolás quién reacciona al momento pero sin escapatoria se cruzaba los brazos por encima de su cabeza queriendo cubrirse del golpe sin embargo sin poder detener el haber sido aplastado por el garrote.
- Eres un mocoso incrédulo, no podrás ganarme con ese minúsculo tamaño - Decia burlándose el demonio y levantaba el garrote mirando un Nicolás adolorido en el hueco que se había hecho en el suelo mientras esté trataba de levantarse.
- No... No moriré aquí... - Adolorido y apenas con fuerzas en los brazos se iba levantando lentamente hasta ponerse de pie.
- Sigue soñando, Mocoso - Con un tercer golpe de su garrote, lanzaba de nuevo a Nicolás al otro lado de la arena provocando otro hueco en la pared.
Los gritos de los demonios en las gradas se elevaban regocijandose, a la par que los tres hermanos en el balcón veían atentamente como se notaba que acabaría la pelea y un burlesco Glorkton se acercaba lentamente al centro de la arena.
– No eres más que un simple mocoso, no me duraste ni diez minutos - Reia en ese molesto y tosco tono burlón, pues el niño no parecía tener la más mínima oportunidad.
No se oía otra cosa en ese coliseo más que risas y ovaciones al burlón y enorme Demonio que se encontraba parado en el medio de la arena de combate, mientras que el pequeño Nicolás se levantaba lentamente de los escombros esforzándose por mantenerse vivo, Glorkton veía su pequeña figura entre todo el polvo que se había levantado por la arena y escombros hasta divisar un par de diminutos resplandores de un suave tono dorado que lo saco de su risa y lo metió en una extraña confusión por lo que veía. Nicolás, quién parecía mantenerse de pie se había abierto de pierna cruzando sus brazos, en un fuerte y rápido moviendo de brazos en el que disipó la nube de polvo, aparecieron un par de esferas oscuras que giraban y parecían atraer más energía en si mismas en las manos del niño.
– ¿Qué...? ¿¡Qué carajos es eso!? - el Demonio parecía un poco sorprendido ante el extremo cambio de un niño lleno de miedo a uno que no parecía revelar ni la más mínima expresión en su cara, que lo más llamativo en esta eran esos ojos antes rojos y ahora brillaban en un intenso dorado.
Parecía que se preparaba para un último intento de salvarse del enorme Demonio, al igual que uno de los tres hermanos parecía más atento con más interés ¿Inquietud tal vez? Pues podía ver al niño y aunque estuviera más lejos que del Demonio que peleaba con ese niño, podía verlo incluso más cerca, intrigado por lo que veía y que tenía un aspecto distinto, fuera de sus rasgadas ropas, los brazos de Nicolás hacían sobresaltar lo que parecían ser escamas y uñas afiladas como garras en sus manos, al igual se notaban algunas escamas en partes de su rostro junto con esas iris doradas que hacían resaltar unas pupilas afiladas tales como las de los reptiles. Esa apariencia lo inquietaba y más lo que hacía en ese instante, y no le quedó dudas al oírlo gritar.
– De entre los más oscuros abismos, yo te convocó... ¡Cañon Abismal! - Nicolás junto de golpe sus muñecas extendiendo sus manos a los lados a la par que las esferas de energía, las cuales en el impacto estallaban y formaban un enorme rayo de energía oscura que arrasaba con el campo así como con el enorme Glorkton que había quedado en el camino junto con parte del coliseo.
Cuando se disipó aquel rayo de energía, Nicolás había bajado sus brazos exhausto así como su cuerpo había regresado a su cuerpo había vuelto a la normalidad y un momento después se desplomaba inconsciente debido al gran cansancio y dolor, junto con aquel repentino y extraordinario ataque que había no solo destruido un lado del coliseo, si no que había arrasado y dejado sin rastro de Glorkton más que su casi calcinada mano que había quedado en el campo y apagado por completo las ovaciones de todos dejándolos asombrados y boquiabiertos.
– Ese... ¿Qué no es tu gran movimiento personal, Astaroth? - Decía el hermano mayor, Lucifer, un poco curioso ante lo que pasó hacía el más joven.
– Sí, estoy sorprendido que ese niño sepa hacerlo y siga ahí - Estaba inquieto, ¿Cómo un niño recién muerto sabría ese movimiento que solo él sabía hacerlo.
– Solo hay una explicación para eso, y es más que clara - Lucifer no despegaba su mirada del inconsciente Nicolás quién era recogido por un par de guardias - Ese niño, no es más que tu propio hijo, solo así podría hacerlo.
Un silencio sepulcral reino entre los hermanos, ¿Un hijo desconocido de los tres grandes Demonios? Es más que insólito y casi imposible, sin embargo, ahí estaba y era evidente, Astaroth ahora no solo estaba inquieto, si no anonadado ¿Un hijo que no conoce? Era algo sorprendente, pero ¿Ahora que le deparará a ese niño?
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El Caballero de la Rosa Negra
RandomAmor, odio, orgullo, ambición, poder, tantas son las emociones y anhelos que trastornan a cada persona en camino de sus propios ideales, el bien y el mal siendo tan distintos y conflictivos, más no pueden existir por separado ¿La familia son aquello...