Capítulo 13

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Territorio Tridax – Zona Novex
Derek


Diciembre traía la primera nevada, los primeros copos eran un recordatorio de un funeral, uno en el que tres ataúdes fueron enterrados en el jardín oeste, cerca de la entrada del bosque.

Ese día siempre soñaba con sus cuerpos en la funeraria, con sus ataúdes abiertos en el funeral mientras todos dejaban una gema azurrina al rededor de sus cuerpos. Las palabras del rector patriarcal y sus versículos sagrados, que jamás sirvieron como consuelo para mí.

Los últimos años una cena formal se conmemoraba en mi casa. Si hubiéramos nacido en una clase baja, todos se hubieran olvidado de la muerte de tres personas. Pero como éramos de alto rango, todos lo recordaban. Pero aquel espectáculo montado era lo único que odiaba de mi especia. Quizás algunos lamentaba las perdidas, pero otros solo fingían, lloraban por ellos cuando ni siquiera los conocieron. Esa hipocresía era lo que me hacía reacio a querer sociabilizar con alguien en aquellas fechas.

Esperaba que esa farsa concluyera rápido para poder escapar de todos esos ojos que siempre estaban observándome. Algunos con lastima, otros con desprecio por hacerme una víctima, otros con burla e inclusive dudas de si algún día sería capaz de llenar un puesto y liderar nuestra especie. La presión siempre la tuve en mis hombros, pero desde que mi padre falleció aumento. Y el consejo solo me opaca o me minimiza en todo en lo que intento aportar.

Erick entro a mi habitación, forzó una sonrisa. Se acercó a la ventana conmigo para mirar los vehículos que se detenían para dejar a los invitados.

—Ya están casi todos. Deberías bajar.

No le respondí. Observaba como seguían el camino al gran salón que estaba en el otro extremo, no se veía la edificación desde mi ventana.

—¿Y Katy?

—En la tienda de Valery.

—Sé que es mejor que no esté aquí pero... ¿Necesitas un minuto con ella?

—Quiero terminar con esto.

Me di la vuelta y salí por la puerta. El murmullo era abrumador mientras caminaba por los jardines, no podía concentrarme con tantas voces. Las pisadas de Erick me seguían en silencio. Miré el cielo gris, las nubes moverse lentamente, mientras el frío se colaba por mis huesos. Necesitaba llegar al salón cálido lo antes posible, aquel traje no era para nada cálido. Aquel día, nada era cálido.

Los pequeños copos de nieve caían sobre el césped, dejando rastros blancos en todo lo verde. Respiré hondo varias veces antes de ingresa por una de las puertas laterales y encontrarme con el rector y el señor Rosso en uno de los apartados.

Detestaba los discursos, pero debía dar uno antes de que el rector diera el suyo.

No estaba seguro de si el silencio de la sala cuando entre era satisfactorio o si convertía el aire de la estancia más pesado. Caminé hasta el centro y me pare frente a todos. Miré una fracción de segundos la cúpula y los ojos de mi madre cruzaron mi mente. Quise maldecir, pero todos podían agudizar sus malditos oídos; Así que trague, respiré y solté el discurso de todos los años. Dónde agradecía la presencia de todos, dónde les recordaba lo que mis padres habían hecho hasta que dejaron de respirar. Era todo agobiante. No podía ni nombrar a Kara. Creía que estaba manejándolo mejor últimamente; No era difícil hablar de ellos con Katherine. Pero me costaba horrores hablar frente a todas esas personas.

Corte el discurso antes de tiempo y me relevo el rector patriarcal. Me senté en mi mesa junto a la familia Rosso y la familia Cront. Erick a mi lado apretó mi hombro mientras escuchábamos al hombre barbudo soltar palabras repetidas. Estaba seguro que él tenía ese discurso escrito y siempre lo relataba, jamás cambiaba algo.

Almas Gemelas (Trilogía de Almas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora