8. Conectando

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—No entiendo como hace un kage para poder salir cada veintidós días de su aldea sin que haya problemas —refunfuñaba Kakashi—. ¿Será permisiva la aldea o irresponsable el kage? 

—¡Kakashi! —lo reprendió Iruka en respuesta. El regañado se limitó a encoger los hombros—. Que estés celoso no te da permiso de ser grosero —dijo—, y él es un kage, así que ten más respeto, por favor.

—No entiendo porque lo hace —dijo Kakashi que en realidad sí se hacía una idea de lo que pretendía Gaara buscando a Hoshi—, pero no lo quiero cerca de ella.

—Aunque eso no es algo que podamos evitar —señaló Iruka mirando cómo, en el jardín, una bella adolescente disfrutaba la atención que ese pelirrojo le regalaba cada año de vida de ella que cumplía.

En la fiesta y la foto todo fue felicidad, pero el pastel ese año solo lo disfrutaron los mayores, pues a los chicos no les interesaba tanto comer ese delicioso dulce que, año con año, Iruka preparaba.

Cuando todos se fueron, cuando la casa quedó con solo la familia de ese hogar, los chicos, que recién habían despedido a sus amigos, entraron a la cocina a abrazar al que pretendía guardar la tarta que casi nadie tocó.

Naruto tomó el pastel y lo dejó en la mesa mientras Hoshi sacaba algunas cosas de la nevera y alacena.

—Prepararé chocolate —anunció la chica y todos se dispusieron a celebrar en familia un año/mes más de vida familiar.

Cuando la cena terminó los dos chicos se dirigieron a lavar los trastes que usaron en la cena y, antes de subir a sus habitaciones, ella besó dos mejillas.

—Te amo, papi —dijo la niña abrazando a su padre por la espalda, encaminándose a Iruka dijo después de otro beso—: Tu eres el mejor —y pretendió irse a descansar.

Hoshi desapareció de la habitación donde quedó una feliz pareja. 

Kakashi besó a Iruka, pero fueron interrumpidos por una aclaración de garganta de parte de la que había regresado a la cocina.

—Papi —canturreó la castaña—, Gaara pasará mañana por mí e iremos al cine —dudó—... papá me dio permiso —dijo hablando demasiado rápido. 

Kakashi tragó coraje en lugar de saliva. Esa niña se había atrevido a brincar su autoridad, y su querido esposito se había atrevido a dejarla salir con ese que él tanto odiaba.

—Relájate amor, ellos solo van a divertirse un rato y, —añadió con picardía el castaño— voy a compensarte. 

Kakashi sonrió fugazmente, pero una mirada horrorizante cruzó su rostro cuando espetó su advertencia.

—Pero, si lo que quiere es divertirse con mi hija, se me olvidará que es un kage —aseguró.

—Kakashi... —escuchó de Iruka en la segunda planta, y la sonrisa regresó a su rostro.


Continúa...

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD... MI VIDA CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora