El capricho de Bill.

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El sol brillaba y las olas barrían la orilla de la playa. La cabaña estaba en silencio y dos figuras recostadas en una misma hamaca utilizaban un poco de su tiempo libre.

Mientras se besaban, Bill se acomodó más cerca de su gemelo, obligando a este a colocarse de espaldas hacia él, haciéndole notar que estaba feliz de que hubiera aceptado, y con calma tiró de la cinta de la ropa de Tom, ahí a mitad de su muslo, y el nudo que la sostenía en su lugar se deshizo, permitiéndole quitar la prenda sin tener que sacarla por las piernas. Después desplazó su mano de vuelta al bajo estómago del rastudo, pero éste lo detuvo.

– Espera un segundo – pidió, con las mejillas sonrosadas.

Bill puso su mano en su cadera y lo miró, impaciente por ver qué era lo que iba a hacer.

Tom se mordió los labios con deseo y también llevó las manos detrás de su espalda para desamarrar la ropa del menor, quien, con sorpresa observó cómo su gemelo rodeaba con su diestra su febril erección. Jadeó y también buscó el placer de Tom.

Ninguno se detuvo después de eso. El calor comenzó a crecer en sus cinturas y acortaron aún más sus distancias para unir sus labios mientras que sus lenguas jugaban por la dominación de la otra dentro. Estaban tan cerca que Tom podía sentir el pecho del menor subir y bajar, agitado.

Ambos trataban de esconder sus excitadas respiraciones mientras se masturbaban lenta y suavemente, pues el niño aún estaba en la cabaña, y aunque no los miraba, sí que podía oírlos.

Atrapado en la mano de Bill, Tom comenzó a pensar en qué se sentiría mejor sobre el cuerpo de su hermano... dejó de rodearlo por completo y tomó la punta del miembro de Bill con los dedos, presionando ligeramente.

Un sonido salió de la garganta del menor y cerró los ojos a la vez que apretaba la erección del rastudo. Este último se arqueó por la repentina presión y soltó la punta del otro, pero lo rodeó de nuevo y siguió moviendo la mano, encendido por la expresión de placer del rubio. Bill hizo lo mismo.

– ¡Ah! – una sacudida corrió por el cuerpo del mayor, uno de sus más sensibles puntos había sido tocado.

Tratando de respirar, miró por sobre su hombro hacia arriba y se topó con los ojos de Bill, que le miraba con ansia eh impaciencia.

– Tom...

Bill se agachó para lamer y morder el lóbulo de su gemelo, con ese placentero gesto Tom trató desesperadamente de mantenerse en silencio.

El sonido de la piel frotándose contra la piel se volvió después de un tiempo un sonido húmedo, causa del pre-semen de los dos, sonido que le hizo compañía a los gemidos ahogados y a los jadeos cada vez más frecuentes. Ambos deseaban llegar a más, pero no estaban dispuestos a detenerse en ese momento, no ahora que sus manos se deslizaban con facilidad sobre sus erecciones... Pero debían hacerlo si querían disfrutar por completo.

Bill dejó de rodear el miembro del mayor, cosa que también éste hizo, y llevó su mano a los labios del otro. Acarició el inferior con el dedo anular, pidiendo permiso para entrar, permiso que fue concedido y después de unos segundos Tom ya chupaba y ensalivaba los dos dedos que estaban dentro, acariciándolos con su lengua.

Después de unos minutos el rubio los sacó y, en lugar de llevarlos directamente a su destino, acarició primero la clavícula de Tom y fue recorriendo todo su abdomen ligeramente, de manera que solo su uña acariciara la piel de su hermano, en la cintura se desvió hacia atrás y por fin alcanzó su objetivo.

Mientras esos dos dedos se internaban en su cuerpo, Tom cerró los ojos, se sujetó a la tela sobre la que yacía y abrió un poco más las piernas para que el trabajo de su gemelo fuera más fácil. Una serie de temblores le subían por todo el cuerpo cuando el rubio tocaba aquella parte de sí mismo que le hacía gemir más algo de lo que hubiera deseado.

El regreso a la Laguna azul - TWCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora