La Batalla del Estadio Nacional

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—Damas y caballeros, les habla Rou de Xéno. Este es un aviso para todas aquellas personas interesadas en atestiguar mi ascenso al poder. Las cadenas de televisor pueden sentirse libres de transmitir este evento este viernes a las diez de la noche en el Estadio Nacional de Nexus, ubicado en Axis. No se pierdan la resurrección de todos los zetanes que, hasta hace unos días, estaban en pleno proceso de reformación. Invitados estelares: Roger de Azoth y los diecinueve Overlords. Los esperamos.

Sylvia, Mei y yo estábamos desayunando, viendo las noticias, cuando la transmisión se cortó y se reprodujo el video de Rou. Quedamos con la boca tan abierta que se nos cayó parte del desayuno. No nos esperábamos algo así.

Rou habló en la lengua común, posiblemente para entregar este mensaje a todo el mundo. Esto era claramente un desafío para todos los avatares que no estaban unidos a su causa.

—¿Por qué hacerse un ejército en lugar de materializar a Xéno con un tótem y mandarlo a atacar a todos sus enemigos desde el espacio? —preguntó Sylvia.

—<<Si hace eso, su cuerpo será vulnerable>> —respondió Mei—. <<Necesita a Xéno dentro de él en todo momento. Sabe que todo el mundo lo está buscando, y creo que esta es la oportunidad perfecta para deshacerse de todas sus amenazas y dejarle en claro al mundo que es una mala idea desafiarlo>>.

—<<¿Por qué Roger está con él?>> —pregunté—. <<¿Control mental?>>.

—Lo dudo —respondió Sylvia—. Roger solo pelea por lo que más le convenga, ya sea dinero, prestigio o, en este caso, para salvarse el pellejo manteniéndose en el equipo que él considera ganador. Y puede que Rou también le haya pagado. Y si a eso se le suma que pudo quedar intimidado con el poder de Xéno...

—<<No entiendo sus motivos para revivir a los muertos>> —dijo Mei.

—<<A lo mejor no quiere arriesgarse a reclutar a muchas personas vivas que también podrían ser "bendecidas" por la Mónada y que pudieran levantarse en su contra>> —respondí, tratando de encontrarle también la lógica a su decisión. Una persona que murió es una persona que ya no tiene derecho a una buena vida y a un buen final, supongo.

Unas horas más tarde, Joshua nos llamó. Nos dijo que el gobierno de Nexus ya solicitó a la ONU que todos los países enviaran a sus paladines a Axis para tener más probabilidad de vencer a Rou. Esta prometía ser una guerra más breve pero mucho peor que la vivida contra los Overlords.

Nosotros tres seguimos entrenándonos en el gimnasio de nuestro refugio. No sabíamos si Rou haría equipo con otros dos avatares, pero la presencia de Roger nos hizo suponer que sí. Nos hicimos una idea de quién podría ser el tercer miembro. Si eso se daba, yo decidí hacerme cargo de Roger, Mei de Dominic y Sylvia mantendría a Rou ocupado hasta que Mei y yo fuéramos a auxiliarla (intentaría, en un principio, convencerlo de detener todo su juego usando sus <<encantos femeninos>>; espero que no lo asuste diciendo que intentará ser la <<jefa>> en la relación o algo por el estilo). Si íbamos a la Arena, Rou no podría escapar y nosotros podríamos terminar el trabajo de una vez por todas.

Llegado el viernes, más o menos cerca de las diez de la noche, la legión más grande de paladines jamás concebida se aglutinó alrededor del Estadio Nacional de Nexus. Todas las puertas de acceso estaban abiertas. Sobre nosotros había decenas y decenas de helicópteros, ya sea de la policía, del ejército o de la prensa. La última batalla sería transmitida en vivo para todo el mundo.

Tengo imagen de los avatares resucitados —nos dijo un policía, que iba en uno de los helicópteros, por medio de nuestros comunicadores—. Rou está con Roger y Dominic en el centro de la cancha. Tengan cuidado, porque creo que nos superan en número. No solo la cancha está llena de avatares resucitados. Las gradas también están atiborradas de <<muertos vivientes>>... Dios, nunca antes había visto a tantos avatares reunidos en un solo lugar.

Dimitri de Simargel: Una Historia de ÍnsulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora