Epílogo

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La Mónada nos regresó el poder de resucitación, pero no pudimos hacer nada por los que se volvieron polvo en la última batalla. Lloramos a nuestros amigos una última vez, brindamos en su nombre y nos obligamos a seguir adelante con nuestras vidas porque eso es lo que ellos hubieran querido para nosotros.

Mei y yo llegamos muy temprano al aeropuerto el día de nuestra partida. Ella aún no se sentía lista para volver a pisar China y mirar a la cara a los familiares cuyas vidas se vieron afectadas por las acciones de su padre, especialmente a los padres y hermanos de Rou, así que iríamos primero a Rusia a conocer a mi familia.

Hablamos un poco sobre nuestro futuro, y decidimos qué, si las cosas en Axis mejoraban mucho durante nuestra ausencia, entonces le daríamos una segunda oportunidad a Nexus. Sylvia nos mantendría informados y nos aseguró de que se esforzaría por poner a todos los criminales que quedaban (especialmente a los socios y enemigos de Renlei) tras las rejas antes de nuestro regreso, que ella daba por inminente. Espero que Nexus se convierta en el veintiunavo país más seguro del mundo antes de que terminemos nuestras largas vacaciones (sé que yo las merezco menos que Mei, pero Mei me incluyó en su paquete y yo debo seguirle la corriente) alrededor de Ínsula.

Nuestros amigos de la Agencia Privada de Paladines Meteora vinieron a despedirse de nosotros. Nos abrazaron, nos desearon lo mejor, se tomaron fotos con nosotros y nos dieron regalos que aumentaron el peso de nuestros equipajes. Algunas personas del aeropuerto nos reconocieron como los héroes que destruyeron la legión de Rou y nos fotografiaron y filmaron con sus celulares.

Llegado el momento, Mei y yo nos despedimos de nuestros amigos, agradecimos a Joshua por todo, nos tomamos de la mano y subimos al avión.

—(Es extraño —pensó Mei, pues yo tenía abierto un canal telepático para que conversáramos durante el viaje—. Ahora que por fin estoy por mi cuenta, no puedo evitar sentir un poco de nerviosismo, miedo y ansiedad. Como si muy en el fondo creyera que mi vida no fuera a cambiar para mejor ahora que la mayoría de mis problemas desaparecieron. Como si... tuviera asumido que todo va a seguir igual que antes. Supongo que... una parte de mí se había resignado a estar encadenada a mi padre para toda la vida).

—(Las cosas mejorarán si nos ponemos a trabajar para construir esa nueva vida sin los errores , rencores y remordimientos del pasado —dije—. Estamos juntos en esto ahora. Caminaré junto a ti hacia adelante. Te ayudaré cada vez que un problema se te presente. Nunca te dejaré caer. Lucharé para que tengas una sonrisa en la cara cada día durante el resto de tu vida).

—(¿Lo prometes?).

—(Lo prometo).

Dimitri de Simargel: Una Historia de ÍnsulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora