Los collares

7 2 0
                                    

Fui a trabajar al día siguiente. Tenía puesto uno de los Collares de la Mónada. No estaba seguro del por qué, pero me sentí un poco más protegido cuando me lo puse. Irradiaba cierto calor y confort, como cuando un padre te abraza, te consuela y te asegura que ya no hay nada de lo que temer.

Mei llegó a la agencia con la misma cara que tuve cuando me fui de su casa.

—<<¿Podemos hablar?>>

—(¿Es sobre Rou?).

—<<Sí>>.

Fuimos al cuarto de recreación y establecí un vínculo telepático.

—(Me dijo más o menos lo mismo que te dijo ayer) —transmitió Mei.

Mis ojos se abrieron como platos.

—(¿De verdad te dijo... todo?) —pregunté.

—(Sí, hasta sus planes) —respondió Mei.

—(Me imagino cómo te sientes. Tu primo, lo más cercano que tienes a un hermano, resultó ser el avatar de Xéno y quien provocó tantas muertes por locura alrededor del mundo en tan solo una noche...).

—(Estoy preocupada..., especialmente con Sylvia. Nunca pensé que ella fuera su tipo. Sé que a casi todos los hombres les gustan las pelirrojas, pero pocas veces lo notaba pendiente de ella cuando venía de visita. Tal vez no lo conocía tan bien como creía. Nunca pensé en él como alguien tímido con Sylvia).

—(¿Qué vamos a hacer? ¿Denunciarlo?).

—(No lo sé. Podríamos hacer más mal que bien. Enviaremos gente tras él solo para condenarla a una muerte innecesaria.

>>No sé cómo pudo terminar así. Era la persona más amable, cariñosa y gentil que conocí. Ahora es un genocida en potencia...).

—(Morir por culpa de tu padre fue lo que lo cambió. Y encontrar a Xéno en el mismo <<Limbo>> en el que cayó solo lo empeoró. Y si a eso se le suma lo desfigurado y mutilado que terminó su cuerpo tras el atentado...).

—(Regeneró sus brazos y sus piernas ayer. Restauró su cara y le volvió a crecer el pelo. Casi ni se notan sus cicatrices. También arregló a mi papá, y ni siquiera tuvo que tocarlo para hacer eso) —De acuerdo, creí que nada volvería a impresionarme después de descubrir quién era Rou, pero creo que me equivoqué.

—(Él siempre estuvo al tanto de sus planes, ¿no?).

—(Sí. No me lo dijo porque <<No estaba lista>>).

—(Sabía que había algo raro con él. Casi ni se inmutó cuando le dije que Rou estaba despierto).

Saqué los otros dos Collares de la Monada de mi bolsillo. Le acerqué uno a Mei.

—(Creo que uno es para ti y el otro para Sylvia) —dije.

—(¿Collares?) —preguntó Mei.

—(Me los envió la Mónada luego de regresar de la cena. Póntelo. Te vas a sentir mejor).

—(¿La Mónada?).

—(A mí también me costó creerlo. Pero créeme, tengo mis motivos).

—(¿Motivos? ¿Cuáles son?).

—(Después de meterme a internet y descubrir que estos pendientes eran el símbolo de la Mónada, me fui a dormir. Mientras soñaba, una voz me dijo que usara mi poder de telepatía sobre los collares, y así lo hice cuando desperté. Volví a escuchar una Voz parecida a la que todos los avatares escuchamos antes de la guerra contra los Overlords y, al <<conectarme>> con estas cosas, escuché que nos protegerían de cualquier ataque de Xéno que no fuera físico).

—(¿En serio?).

—(Creo que la Mónada quiere que eliminemos a Rou y a Xéno del <<Juego>>).

Mei estuvo un rato mirando hacia abajo en completo silencio. Parecía decaída. Matar a quien consideraba una de las pocas personas <<buenas>> de su familia... Pero al final asintió. Matar a su primo era la única forma de traerle paz al mundo.

—(Pero... Xéno podría reaparecer en el futuro) —dijo Mei.

—(Tal vez la Mónada lo encierre en un lugar más difícil de encontrar cuando cortemos su vínculo con Rou) —consideré.

Mei no quedó muy convencida. Espero que la Todopoderosa haga algo para que no regrese... Aunque no estoy muy seguro de que eso ocurra, a decir verdad. Conociendo lo caprichosa que es con el mundo y las vidas que habitan en él, no me sorprendería que ella haya llevado el espíritu de Rou a la prisión de Xéno para que este último pudiera escapar solo para divertirse con el drama cual anciana viendo una telenovela. Espero que se aburra de él muy pronto.

Fuimos a buscar a Sylvia. La arrastramos al salón recreativo para decirle que el primo comatoso de Mei era el avatar de Xéno (exclamó <<¡¿Ah?!>> de un modo parecido al graznido de un pájaro), que quería controlar todo el bajo mundo a nivel mundial en general (volvió a gritar/graznar <<¡¿Ah?!>>) y que él la deseaba (gritó/graznó <<¿¡Ah?!>> tan fuerte que toda la agencia la escuchó). Al final le ofrecí el último collar.

—(Te protegerá de él... creo) —dije.

—¿Cómo se supone que esto me va a proteger de él? —exclamó con rabia y miedo.

Le expliqué lo mismo que le dije a Mei.

—(Si la Mónada nos envió únicamente estos tres collares, debe ser porque son más que suficientes para tener una oportunidad de vencer a Rou) —dije.

—Imagina que lo vencemos —dijo Sylvia—, y luego ¿qué? ¿Matamos a Rou, o lo obligamos a separarse de Xéno?

Yo, sinceramente, esperaba que el alma de Rou arrastrara al espíritu de Xéno al <<Mundo de los muertos>> cuando todo esto terminase.

—<<Xéno no tiene mente>> —dijo Mei—. <<Rou es quien controla a Xéno. Y como Xéno es el único que podría cortar el "contrato" entre él y Rou, la única forma de cortar su vínculo es... matando a Rou...).

—<<(Tal vez Rou sí pueda cortar su vínculo con Xéno)>> —dije, no muy seguro—. <<(Podríamos obligarlo a renunciar a él. Pero..., aunque le quitemos a Xéno de encima, de todas formas tendrá que responder por todas las personas que murieron por su culpa)>>.

—<<¿Y si no fue por su culpa?>> —cuestionó Mei—. <<¿Y si... el poder de Xéno lo "contaminó" o corrompió de alguna forma?>>.

—No lo sabremos hasta que los separemos —dijo Sylvia.

—<<(¿Cómo le vamos a hacer para enfrentarlo)>> —pregunté.

—<<Sacaré a mi padre y a sus empleados de la casa>> —dijo Mei—. <<El resto no importa. Puede haber algo de daño colateral>>.

—¿Deberíamos involucrar a algún otro avatar? —preguntó Sylvia—. Todas las agencias de paladines involucradas en la guerra contra los Overlords pueden facilitarnos un poco las cosas.

—<<Tres collares, tres avatares solamente>> —dijo Mei—. <<Muchos podrían morir y ya no tenemos el poder de resucitación>>.

—Ok —dijo Sylvia—. Pero en caso de que no podamos vencerlo y nos veamos obligados a escapar, tendremos que denunciarlo sí o sí.

Durante la hora de almuerzo, discutimos un poco sobre cómo combatiríamos a Rou. Esperábamos que con un intento bastara.

Dimitri de Simargel: Una Historia de ÍnsulaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora