Capítulo 8 - Malos recuerdos

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Aquella sensación de frialdad que siento por todo el cuerpo...
Me siento raro...
Mi cuerpo no responde...
Yo...

Kendo: ¡Ah!

Mi respiración se volvió agitada, ¿Estoy sudando? ¿Qué fué lo que me pasó?

Al mirar a mi al rededor, pude ver con más claridad aquella habitación en la que vivía, no tiene mucho, pero esa soledad y falta de cosas hace que se sienta cómodo.

???: ¿Kendo estás bien?

Cuando miré a quien me dirigió la palabra, pude ver a una bella mujer de cabello rubio, con ropas bastante simples y comunes.

Kendo: Ah, si, perdón por preocuparte ma, creo que tuve una pesadilla.

Mamá murft: Ya tienes 10 años, pero aún actúas como uno de 7 jaja.

Kendo: ¡Oye! Todos tienen pesadillas.

Madre murft: Jaja, vale vale, ahora vístete y baja, el desayuno ya está listo, no querrás llegar tarde para la entrega de pokemons, ¿Cierto?

Kendo: ¡Lo había olvidado!

Tan pronto recordé la fecha que tanto había esperado, llevé a mi madre afuera de mi habitación y cerré la puerta para poder vestirme.

Cuando terminé, salí y me dirigí rápidamente hacia el primer piso, dónde pude ver un vaso de jugo a algunas tostadas en un fino plato.

Sin pensarlo mucho y debido a la emoción, bebí rápidamente el vaso de jugo y con una tostada en mi boca, salí corriendo de mi casa, observando el bello paisaje que me ofrecía el lugar donde vivo.

Mamá murft: ¡Kendo espera!

A pesar de que probablemente iba a ser regañado, seguí corriendo con dirección al laboratorio del profesor, emocionado por recibir mi primer pokémon y compañero de aventuras.

La brisa del aire era muy refrescante, la calidez del sol hacia que me sintiera más vivo que nunca, pero aquella felicidad terminó cuando llegué a las puertas del laboratorio.

Frente a ellas, se encontraba un grupo de niños de mi edad junto al profesor, bloqueando cualquier entrada.

Ante esto, sujeté con mi mano aquella tostada en mi boca para poder a hablar.

Kendo: Oigan, ¿Qué sucede? Necesito entrar para recibir a mi pokémon.

Estaba confundido, pues realmente no tenía idea de lo que pasaba, pero cuando uno de ellos habló, entendí todo.

Niño 1: ¡Lárgate asesino!

Niño 2: ¡Si! ¡Fuera!

Niño 3: ¡No mereces tener un pokémon!

Me quedé congelado, ¿De que hablaban? No entendía nada, y sin embargo, las lágrimas se hicieron presente.

¿Por qué me tratan así? Yo no entiendo que sucede.

Cuando voltee a ver al profesor, este solo volteó decepcionado y entró en silencio a su laboratorio, mientras que aquellos niños solo continuaron insultandome.

Niño 2: ¡Lárgate!

Niño 3: ¡No te queremos aquí!

Niño 1: ¡Monstruo!

Mi tostada calló al suelo, mis lágrimas cada vez eran más, no sabía que hacer, pues no entendía que era lo que sucedía y no quería que siguiera.
Pensé que si hablábamos podríamos resolver las cosas, pero un pequeño dolor en la cabeza me dió a entender que no sería así.

Un mundo de Poke-locurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora