Capítulo 10 - Superación

35 6 0
                                    

Era una mañana tranquila, un cielo despejado y un sol tanto brillante como cálido.

Mientras los adultos trabajan, todo niño necesita divertirse, y con esto, podemos ver a un grupo de niños jugando cerca de un pequeño lago.

Todo eran risas y juegos, pues la diversión nunca faltaba en ese pequeño grupo, reían y saltaban, jugando con el agua del lago mientras se perseguían, pero todo cambió cuando en el lugar hubo cierta presencia.

Kendo: ¡Hola! ¿Qué están jugando? ¿Me puedo unir?

Tan pronto su voz resonó en los oídos de los demás niños, estos voltearon a verlo con desprecio.

Niño 1: ¿Qué estás haciendo aquí?

Niño 3: ¡Si! ¡Este lugar no es para gente mala como tú!

Dichas palabras causaron una tristeza en el rubio, quien bajó la mirada y tenía pensado retirarse.

Niño 2: Oigan oigan, no sean así, dejemos que se nos una un rato.

Tal gesto de amabilidad reanimó a nuestro héroe, quien con una sonrisa entró en el lago con la intención de jugar.

Pero...

¿Esa muestra de amabilidad y compasión era cierta?
La respuesta es fácil.

No.

Tan pronto entró al agua, el mismo niño se encargó de hacer tropezar a Kendo, haciendo que este caiga bajo el agua y usando ambos brazos, trató de mantenerlo ahí.

Niño 2: ¡Este es el trato que merecen monstruos como tú!

Era una escena horrorosa, un niño siento ahogado por otro, tratando con todas sus fuerzas de liberarse mientras trataba de gritar...

Mientras los adultos trabajan, todo niño merece divertirse.
A esa edad, un niño solo debería estar jugando, pero la vida es dura con varios de nosotros.

Más tarde...

En la entrada de una pequeña casa, podíamos ver a nuestro rubio acompañado de su madre, quien con una toalla secaba su cabello.

De fondo ambos podían ver a un grupo de niños corriendo y riendo juntos, mientras que Kendo, se encontraba solo y aislado.

Kendo: Mamá...

Mamá Murft: ¿Que sucede cariño?

Kendo: ¿Por qué soy así?

La madre miraría al chico con sorpresa y confusión.

Kendo: ¿Por qué es que vivo así? ¿Por qué la vida me hizo un monstruo?

Pequeñas lágrimas empezaron a salir de sus pequeños ojos, lágrimas de un niño cuya infancia era para el una tortura.

Ante esto, su madre lo silenció de un cálido abrazo, rodeando con sus brazos el cuerpo de su hijo mientras que en su cabeza se hacía presente pequeñas caricias.

Mamá Murft: Kendo, escucha, tu no tienes la culpa de todo lo que te esté pasando, no culpes a la vida, la vida te ama pues permite que sigas aquí conmigo.

El niño quedó perplejo y en silencio mientras aquella dulce voz calmaba su inquietud.

Mamá Murft: Se que es difícil, pero hasta ahora has demostrado ser alguien realmente fuerte, nunca estarás solo, pues pase lo que pase, siempre estaré contigo porque te amo hijo.

Kendo: Mamá...

Te amo Kendo...

.
.
.

Un mundo de Poke-locurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora