𝟖: 𝒂𝒍𝒎𝒊𝒓𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔

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Luscinda se siente desnuda ante los inumerables ojos que la observan, algunos con enojo o rabia, otros con total curiosidad.

Desde comodoros hasta el almirante de la flota, todos juzgando a la aprendiz que recientemente recuperó la memoria.

Esa sala, luce como el interior de las casas termales de japón; las paredes de madera, el piso de madera flotante y las puertas deslizantes, típicas del país del sol naciente.
Con la diferencia que no hay termas, ni está en Japón. Sino en Marineford, con hombres sentados en el suelo oyendo sus crímenes y ella en medio de todo.

Luscinda nota a los tres almirantes que destacan entre todos los marinos; Bosalino, el almirante general, tiene una sonrisa divertida, como si le causara gracia tenerla en ese lugar, y como no, se supone que ella debería estar en impel down pagando sus crímenes, no en un comité con marinos decidiendo aprobar su ingreso como recluta.

El porte del almirante Aokiji es fascinante, su imponente estatura digno de un árbol antiguo hace juego con su mirada apacible, quieta, paciente.

A lo contrario del almirante de la flota, Akainu, que con su presencia intimidante y autoritaria ahoga todo buen diálogo. Además, él está en contra de que ella sea una marine.

Razones no le falta.

Están en medio de la lista de los crímenes ejecutados por Luscinda, comentando porqué no debían de aceptar a semejante mujer entre los marinos.

A pesar de sentir miedo, ella mantiene la poca valentía a flote.

— Sólo maté a marinos... y se lo merecían. Y ningún civil fue herido. — Pero la ignoran sin más. Eso solo provoca un chasquido con la lengua.

— Su madre, Marceline — Dice Akainu, revisando un informe sobre Luscinda —, una desconocida que ingresó a una isla ilegalmente, con la plant plant no mi masacró a docenas de marinos y civiles cuando trataron de arrestarla... — Resume el informe en sus manos, en segundos espeta:— De tal madre tal hija.

La acusada sonríe con burla, Akainu aprieta su mandíbula de la rabia.

Así que... Esa fue la tapadera.

Garp mantiene su seriedad ante las acusaciones, mientras Sengoku piensa en que debe de haber una gran razón por la cual el puño se enfrente a la marina por esa chiquilla.

Akainu manifiesta duramente la crianza de Marceline, y preguntándose si el padre sería igualmente de desalmado. Luscinda se carcajea hilarante por aquellos dichos, Smoker le hace guardar silencio.

¿Pensarán de la misma manera cuando se enteren de todo? — Piensa Luscinda. Estaba ansiosa de ver sus caras cuando se descubra sobre sus padres.

— Tú... — Le espeta Akainu.

— Esas son palabrerías que no me afecta. — Encoje un hombro Luscinda, luciendo una sonrisa. —... Los muertos no escuchan a los vivos. — Responde con arrogancia, pero con el corazón latiendo a mil por hora.

Debía mantener su bocota cerrada. ¿Tan difícil era eso?

— Mocosa insufrible. — Maldice Akainu.

— ¿Qué harán conmigo? ¿Me aceptan... o me enviarán a Impel down?

— Fuiste un pirata... así que si quieres formar parte de la marina...— Sentencia el almirante de la flota —Tendrás que pagar una cuota... Dando tu cuerpo.

Eso... Que mala elección de palabras señor.

— No. — Responde, no iba a pasar por esa pesadilla otra vez. Prefería ser pirata. — Todo menos eso.

—No es negociable.

—¿Para qué? ¿Que quieren investigar? ¿Como funciona mi sangre? Van a fallar, como ese idiota de Elmer...

—¿Elmer? — pregunta Sengoku — ¿El médico Elmer Oston?

— Ese mismo... busquen en los archivos de ese tipo.

En el momento en que Sengoku frunce el ceño, Luscinda se alivia, ya que pudo desviar su atención a otra cosa. No quería que descubrieran del distintivo (aparte de la sangre venenosa) que heredó de su madre.

Si se enteraban de la raza humanoide del que proviene... No la dejarían salir nunca de la marina.

—¿Archivos? — Cuestiona Aokiji.

— Sé que es un ex marino que está prófugo. — Prosigue Luscinda — Fue partícipe principal de mi desaparición... Bajo el nombre de la marina estuvo malversando por años en la isla donde me tenían secuestrada y posteriormente rescatada y, — En ello se descubre su camisa, dejando en evidencia medio torso; se destacan marcas de cigarros, pinchazos y costurones por suturas mal hechas —... estas cicatrices no fueron hechas en batalla, ¿saben?

Luscinda deja al aire que al igual que los piratas, algunos marines son avariciosos, codiciosos y abusan del débil.

¿Debería de aceptar la condición?

— Estarás en vigilancia hasta que terminen con la investigación, se leerán esos archivos. — Sentencia Aokiji abatido por ver aquellas heridas, y luego de haberse formado un silencio fantasmal. Lucy, con su cara de póker Murmura:

— Acepto.

— Con eso se termina. — Finaliza Akainu quien se retira primero. Él se dirige hacia la salida que está detrás de Luscinda.

Sin el almirante, Luscinda finalmente da cara a los presentes, los vicealmirantes, Aokiji y smoker notan que la indiferencia en sus ojos han cambiado totalmente por una sola emoción:

Desprecio.— Piensa Smoker.

Eso es lo que pocos marinos ven en los ojos de aquella marine, un sentimiento cultivado con tiempo, quizás de años.

Y Kuzan aokiji conoce bastante ese sentimiento.

Mas le sorprende que esa chiquilla tenga ese tipo de sentir en su interior.

— A quien va dirigido eso — pregunta Garp, dando a entender que se refiere a esa mirada de intimidación. Luscinda con sinceridad responde:

— Akainu.

—Oye — Kuzan llama a Luscinda, el almirante sin pensarlo dos veces le pregunta—: Que te ha hecho akainu que le tienes tanto rencor.

Ella no dice más que «Almirante» como despedida y procede a caminar por el pasillo. Kuzan la ve partir mientras ella mentalmente inicia la lista de insultos hacia Akainu.

Ese maldito perro mató a Ace — Se dice, causando un palpitar en sus venas—. Y casi mata a Luffy.

¿No sería obvio tenerle rencor?

¿No sería obvio tenerle rencor?

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𝕆𝕁𝕆𝕊 𝕀ℕℂ𝔸ℕ𝔻𝔼ℂ𝔼ℕ𝕋𝔼𝕊 || 𝒐𝒏𝒆 𝒑𝒊𝒆𝒄𝒆 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora