𝟗: 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒔𝒂

137 29 3
                                    

Ha pasado tres meses que Luscinda ingresó a la marina.

Había estado en un instituto educacional llenos de adolescentes... y no era tan asfixiante como este lugar.

Desde que se descubrió que "Céline" era en realidad una asesina de marinos, los cadetes le han dado la espalda y hecho la ley del hielo.

Claramente es un sentimiento desagradable; fingen que no está presente y el silencio que dan es sepulcral, pero es preciso para pasar desapercibida e inmiscuirse en la biblioteca para leer e informarse sobre los acontecimientos que sucedieron en el tiempo en que estuvo inconsciente.

- Y es mejor la indiferencia que el manotaje... - dice en voz alta, pausado su tiempo de lectura- Los golpes duelen muchísimo.

Y sabía bastante sobre eso.

¿No había estado prisionera en un laboratorio disfrazado de cárcel por más de cinco años?

La tripulación Sombrero de paja fueron amables en no decirme cuando estaba amnésica.

Guardando el libro en el estante, su mente rememora aquellos fatídicos años, y su cuerpo tiembla, sintiendo lo mismo.

¿No le sacaron tanta sangre como para hacerle una transfusión a un pelotón?

¿No sufrió por los constantes golpes y cortes sin anestesia hasta quedar inconsciente?

¿No la quemaron hasta quedar vendada por meses?

¡Fue un infierno! - grita internamente, se sienta en el suelo y se abraza para calmar el pavor -¡Nadie sabía de su existencia como para preocuparse!

Lentamente, respira para poder tranquilizarse.

Ya no estaba allí, a medio morir. Ahora está viva, fuera de aquella isla, esperando el momento para saldar la deuda e irse inmediatamente de la marina.

Mientras se levanta, sacude su ropa y limpia el sudor de su frente.

Y sintiéndose un poco mejor, cruza la puerta de la biblioteca y se queda mirando el pasillo.

Odia estar en la marina. Si no fuese por el enorme respeto que le tiene a Garp, hace mucho se hubiese ido de allí.

Todos son unos idiotas.

-¿Otra vez en la biblioteca Linda? Eso te provoca más dolor de espalda.

A excepción de algunas personas.

- Ah, Koby... ya terminé de leer, déjame estirarme e iré a comer con las cocineras ¿Vas?

- Te acompaño.

Koby es uno de los pocos que han estado con ella, a pesar de actuar como una arrogante, a pesar de su pasado.

Ambos van atrás del comedor, donde están las cocineras. Las señoras le tienen cariño al marino, y Luscinda ha sido cordial con ellas, por lo que siempre son bienvenidos a comer con las jefes de la cocina.

-Puedes venir cuando quieras Linda- Dice una de ellas, sólo ellos le llaman "Linda". Mientras le sirven arroz, frijoles y un pedazo de panita piensa en que aquel apodo era muy tierno para alguien que decía más groserías que palabras.
Al comer, siente el sabor a hierro que le hace sentir que repone fuerzas, más que comer cualquier cosa.

No consumía tanta carne roja, pero le encantaba esa parte del hígado.

- Muchas gracias, la gente de aquí no me habla normalmente.

- Por que son unos idiotas sin cerebro... Ah, tu no, Koby.

El chico sólo sonríe.

- Koby siempre es la excepción - Dice Luscinda, causando que al marino se le tiñen las mejillas -, es un buen chico.

𝕆𝕁𝕆𝕊 𝕀ℕℂ𝔸ℕ𝔻𝔼ℂ𝔼ℕ𝕋𝔼𝕊 || 𝒐𝒏𝒆 𝒑𝒊𝒆𝒄𝒆 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora