CAPITULO 6

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Pasaron siete largos años y yo aún era esclava en las cosechas de algodón y café. Ya con tan solo catorce años, comencé a tener un desarrollo extravagante que los soldados no dejaban de mirar con intenciones de tocarme. Mi melena negra creció mucho desde la última vez que la corté, hasta me llega a la cintura, combinando con mis ojos celestes. La misma ropa que llevaba puesta desde niña ahora me queda demasiado corta, y tengo que jalarla hacia abajo cuando estoy agachada para que no se me note nada que provoque a los soldados o al emperador. Desearía no tener un cuerpo demasiado notable que despierte el deseo sexual de cualquier hombre que lo vea. Ahora estoy mucho más en peligro que cuando era niña, porque pueden hacer lo que quieran conmigo y tirarme al río como hicieron con las demás. Aún mi cabeza quedó traumatizada de tantas escenas de muerte y violencia enfrente de mí cuando era tan solo una niña. El emperador tenía compasión conmigo porque solo era una niña, decía él cuando desobedecía. Pero ahora trato de obedecer para que no pueda ver lo mucho que he crecido desde la última vez que le llamé la atención. Prefiero solo estar trabajando para poder vivir un poquito en paz. Como me sentía demasiado sola, aquí una esclava anciana me adoptó como su hija, pero solo de palabra para sentirme protegida y saber todas las cosas básicas que necesita una mujer para estar bien día a día.

- Hay mi niña, cuánto has crecido. Tengo miedo de que esos mugrosos quieran tocarte.
- No te preocupes, todo va a estar bien mientras el emperador no me vea lo desarrollada que estoy. Creo que estaré a salvo -dijo Amy.
- Recuerda lavar muy bien donde te toquen estos puercos.
- Claro, no te preocupes -dijo Amy.

Trataba todos los días de ayudarla a ella porque de tan anciana que ya estaba, no podía caminar para llegar a las cosechas y trabajar al igual que todos. Así que tenía doble trabajo. En las noches era todo más peligroso aquí porque los soldados comenzaban a ejercer aún más violencia. Parecía un burdel cada habitación del palacio. Las esclavas no tenían descanso, trabajando todo el día y en las noches tratando de aprovecharse de ellas. Las presas fáciles eran las jovencitas o las vírgenes. Para el emperador, los esclavos hombres trataban de ayudarlas, pero sabían que iban a tener un castigo por desobedecer las órdenes del emperador. Muchos de ellos tenían que ser castigados viendo al emperador teniendo relaciones sexuales con sus esposas en su habitación. Los esclavos guardan la bronca que tienen de querer matarlo en el acto sexual justo cuando está con sus mujeres esclavas. Cada noche corren peligro. Para yo protegerme, cierro con llave una de las habitaciones en donde está toda la producción de algodón. Aún los soldados no lo saben porque a la madrugada salgo de ahí para volver a la habitación en donde están todas las esclavas juntas durmiendo. Las doncellas que habían venido aquella vez aún siguen viviendo aquí. Son las esposas del emperador. Para él, son muy hermosas y coquetas, pero eso no le impide querer acostarse con las esclavas. Porque las doncellas se divierten con el sufrimiento de ellas, tratando de igualar al emperador con sus castigos. Tienen tanta maldad en su corazón que no les importa el sufrimiento que están pasando esas pobres esclavas.

Decidí bañarme en el río antes de que comenzaran todos a cosechar con la primera salida del sol. Para sentirme más segura de que nadie me estaba viendo, comencé a pensar si mi padre aún estaba vivo porque lo quería ver. Hace siete años que no sé nada de él, pero si le digo al emperador para ir a verlo, no creo que me deje. En fin, me sequé muy bien y me puse el mismo atuendo que llevo hace siete años, todo agujereado y cada vez más corto de lo que yo pensaba. Por lo que sé que dijo una vez mi padre, mi madre era una chica alta de pelo negro brillante y ojos azules con una piel delicada. Porque mi madre era una doncella antes de casarse con mi padre, salió de un palacio muy lejos de aquí. Pero tuvieron que huir porque a mi abuelo no le gustaba la idea de que mi madre se casara con un pobre, sino que debería estar con un emperador por la posición en la que ellos estaban. Aun así, mi madre prefirió a mi padre antes que a un emperador que la tratara mal y la engañara con cualquier otra doncella o esclava que tendrían en ese palacio. Si antes de mi padre, mi abuelo le había asignado el hijo de un colega de mi abuelo que también tenía un palacio aún más lejos de aquí, pero mi madre veía cómo las trataba a todas las mujeres y decidió quedarse aún más con mi padre. De la realeza pasó a la pobreza, pero se fue acostumbrando a los bajos recursos. Nunca aún fui una doncella como mi madre, pero tengo la sangre de la realeza y eso sí se toma para las personas que están en esos puestos tan altos. Saben identificar la crianza y hábitos que contiene.

Decidí hablar con el emperador las primeras horas del día para decirle mi petición de dejarme ver a mi padre. Aunque a partir de ahora no voy a estar más segura de lo que estaba porque el emperador va a conocer a la nueva Amy más grande y desarrollada, no una niña pequeña que solo se soltó de su padre para trabajar como una esclava en un palacio real de personas encarceladas en libertad medida por un psicópata y degenerado que le gusta ver la crueldad humana para tener una diversión de su vida que es tan amargar sin personas a su disposición a quien esclavizar para tener todo hecho porque sin nadie aquí él no es nadie.

MALTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora