CAPITULO 10

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Se fueron los dos de la cosecha. Yo aún seguía trabajando sin importarme lo que haya dicho la doncella, porque ni ella manda realmente en este lugar. El emperador puede llegar a matarla en cualquier momento, como hizo con su esposa siete años atrás. Comenzaron a subir las escaleras muy rápido los dos. La doncella, al parecer, tenía que hablar algo con el emperador. Así que dejé de un lado la cosecha para escuchar qué es lo que querían hacer conmigo. Me escondí debajo de la ventana del palacio, justo donde estaba la habitación del emperador. Se ve que aún la doncella no llegó allí, pero tocaron la puerta. El emperador le contesta que pase.

"Esposo mío, te debo pedir que azoten a la esclava, esa que lleva ropa diminuta. Me golpeó y manoseó mi vestido justo en el lugar de los cultivos", dijo la doncella.

"Ja, ja, ja, lo siento, pero no puedo hacer eso. La esclava está tan atractiva que decidí dejarla viva para tenerla en mi lecho y hacerla mía un día de estos", dijo el emperador.

"Pero, ¿de qué hablas acaso? Yo no soy tu esposa. ¡No permitiré que te acuestes con esa esclava!", dijo la doncella.

El emperador se levanta de su lecho acercándose a la doncella y agarrándola de las manos muy fuerte, que ella comenzó a exigirle que la soltara, que la estaba lastimando, pero al parecer a él no le importa lo que le digan ella o cualquier otra mujer que obtenga para su beneficio.

"Me importa poco lo tuyo. Yo soy libre y si estás conmigo es porque yo lo quise así", dijo el emperador.

La abofeteó tan fuerte que cayó arriba de la cama tocándose la mejilla. Lo que quedó mirando muy asustada por lo que él le hizo, porque al parecer, para ella, siendo la esposa, cree que él nunca le tocaría un pelo. Pero ¿qué se puede esperar de un psicópata como él que le gusta el sufrimiento?

Decidí retirarme del lugar para volver a mi puesto antes de que alguien me viera. Cuando llegué al cultivo, solo los esclavos estaban allí trabajando. Los soldados llegaron y pensé que era por mí, pero no pasaron de largo y abrieron una puerta en el suelo que los llevaba a un sótano. Cuando vinieron, trajeron a una esclava casi sin vida y la dejaron tirada aquí en los cultivos. El emperador vino a ver que estamos haciendo bien nuestro trabajo y uno de los soldados le comenzó a hablar.

"Su majestad, aquí está la esclava que pasó una semana en el sótano sin comida ni agua", dijo el soldado.

El emperador se acerca a ver a la pobre esclava que estaba casi muerta de tanta deshidratación y desnutrición. Con la piel más pálida, sin el contacto con el sol por una semana, se agacha junto a mí. El emperador tocando mi cabello agarra mi rostro haciendo que lo mire.

"Así que hiciste enfadar a la doncella. Quiero que mires a una de tus amigas esclavas y veas que así puedes llegar a terminar tú si no te comportas como se debe. Más castigo del que te di no te voy a dar por ahora, pero que te quede claro lo que te dije ¡maldita perra!", dijo el emperador.

Se levantó y les ordenó a los soldados que se llevaran a la esclava y la mataran para tirarla al río, ya que para él no sirve una mujer débil en los cultivos, y se marchó muy tranquilo. Para ingresar al palacio, comenzó a ponerse la puesta de sol. Rellené muchas bolsas llenas de algodón para dejarlas a un costado e irme a bañar al río. Comencé a quitarme mi atuendo y puse mis pies primero. Con la palma de mi mano, fui mojándome todo mi cuerpo para después zambullirme en el agua y nadar desnuda para sacarme todo el sudor y tierra que me dejaba las cosechas día a día.

Apareció un esclavo justo cuando estaba por salir. Me asusté mucho porque pensé que era el emperador. Antes de mirar, le dije que se diera vuelta para secarme con un trozo de tela y ponerme otra vez mi atuendo. Así que salí corriendo a mi habitación para sentirme más a salvo. El esclavo volvió a su disposición. Le iba a dar las gracias, pero el susto me hizo olvidar mis modales. Los soldados entraron a mi habitación para decirme que el emperador me estaba esperando en su habitación, como lo acordaron. Me levanté y fui hacia la puerta. Salí junto con los soldados detrás de mí vigilando que yo no quisiera cometer ninguna locura, pero ellos sí me miraban mucho hasta como caminaba. Llegamos a las escaleras.

"Me harían el favor de pasar adelante de mí porque veo que se están babeando con mi silueta", dijo Amy.

"Te guste o no jovencita, debemos vigilarte y no es nuestra culpa que tengas un cuerpo maravilloso. Si el emperador no quiere contigo, nosotros estamos a tu disposición cualquier noche de estas", dijo uno de los soldados.

Me pareció un poco grosero hablar así delante de mí. Yo no tengo la culpa de desarrollarme de una manera extravagante, y ellos no deben de mirarme igual. Subí las escaleras con ellos atrás. Llegué a la sala, y me llevaron directamente a la puerta de la habitación del emperador. Los soldados tocaron y esperamos a que el emperador nos atendiera, pero se tardó mucho. Entonces, se sentaron en unas sillas que estaban en el pasillo para sala de espera. Cuando abrió la puerta, los soldados le dijeron:

"Aquí le trajimos a la esclava, su majestad".

"Bien, pasa. Al parecer, ahora sí estás obedeciendo, y eso me gusta mucho que seas sumisa a mis órdenes", dijo el emperador. Comenzó a tocar mi cabello de una manera muy extraña, como queriendo que yo me una en su juego que él iba a hacer junto con su esposa esta misma noche. Pero, le corrí la cara así no tenía que verlo a los ojos.

MALTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora