CAPITULO 35

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Al encenderse el calor comenzó a quitar todo el frío que durante la noche hace. Mi padre comenzó a transpirar, pero con un sudor frío quite las manzanas de la tela, me levante del suelo, salí de la cueva a buscar agua, algún río puede que allá en este lugar. De tanto caminar sin alejarme demasiado de mi padre, encontré una laguna pequeña, sumergí la tela para que quedara bien empapada. Me levanté del suelo y así volver con mi padre mientras caminaba, se comenzó a oír ruido muy lejos de aquí de carreta con caballos. Me escondí detrás de un árbol para que no me viera cuando pasara. Después de unos minutos de haber pasado vi que llevaba unos esclavos caminando detrás de la carreta, al parecer el emperador estaba esperando nueva mercancía para las siembras. Hui lo más rápido posible para llegar hasta donde estaba mi padre entre a la cueva agitada por correr demasiado.

¿Qué sucedió?, Amy, ¿por qué entraste corriendo de esa minera?, ¿Acaso alguien te está persiguiendo? -dijo el padre de Amy.

No papá, solo que vi pasar una carreta con unos esclavos detrás, pero no te preocupes, tú debes de descansar aquí, traje la tela húmeda para limpiarte el sudor -dijo Amy.

El sudor proviene de la fiebre que estoy teniendo en este momento, creo que la bala que tengo introducida en la pierna me está produciendo esto -dijo el padre de Amy.

Déjame verte -dijo Amy.

Le levanté su pantalón hasta su rodilla al rededor de la bala hay demasiada sangre. Comencé a limpiarlo hasta que no quedo nada de ella. Su piel está inflamada y enrojecida, me asusté un poco porque no sé cómo puedo ayudarlo, no sé nada sobre medicina ni tampoco soy un doctor. Mi cabeza me da vuelta de tantas cosas que vienen a mi mente, no quiero perder a mi padre solo por una bala, debo ayudarlo a que se recupere, pero ¿cómo que debo hacer?, de tanto pensar se me ocurrió la idea de envolver la herida con el trozo de tela en donde están envueltas las manzanas para detener la hemorragia. Mientras pienso en como quitarle la bala de su pierna.

Hija, necesitó que me ayudes, ¿aún tienes la daga que siempre has tenido cargando contigo a cualquier parte que vayas? -dijo el padre.

Sí, pero para qué la quieres no tiene ninguna utilidad con la que te pueda ayudar -dijo Amy.

Me quitaré la bala con ella, si no la perdida de sangre aún va a seguir  -dijo el padre.

Estas loco puedes morir -dijo Amy.

Si no me la quito, moriré igual, pásamela rápido, obedece a tu padre.

Me quedé un minuto en silencio pensando en la decisión que mi padre tuvo. Le entregué la daga con mucho miedo de lo que pueda suceder, pero no me quedaba otra opción, él ya decidió su destino. Corto su pantalón con sus manos quitando un trazo, agache mi cabeza con mi mirada hacia otro lado, no quería ver el sufrimiento que él iba a pasar en este momento. Me tapé los oídos para no escuchar sus gritos de dolor. Después de unos minutos intentándolo la bala salió, la perdida de sangre era aún más rápida, debíamos actuar rápido para parar la hemorragia. Él me pasa el trozo de la parte del pantalón que corto antes para que lo calentara.

Bien, ahora quiero que lo dejes caer en mi herida, lo más rápido que puedas, no tengas miedo de lo que pueda pasarme, cierra los ojos -dijo el padre.

Agarre la daga para sostener el trozo sin quemarme, lo acerqué a la herida, cerré los ojos antes de dejarlo caer. Solo escuche las quedas de dolor de mi padre, después los abrí, pero mi padre estaba desmayado, me asuste por qué pensé que se había muerto. Así que salí corriendo a buscar agua con el trozo de tela llegue a la laguna pequeña de antes lo sumergí en el agua limpiándolo muy bien lo deje empapado goteando agua. Volví otra vez con más deprisa le mojé el rostro a mi padre para que despertara, solo pasaron unos minutos para que él abriera los ojos. Sentí que el alma me volvió otra vez al cuerpo, lo abrace con lágrimas en mis ojos de la emoción de verlo otra vez vivo.

Nunca me dejes papá, pensé que ya no te volvería a ver jamás que sería de mí sin ti -dijo Amy.

Quédate tranquila, Amy necesito que me envuelvas ese trozo de tela, otra vez en mi pierna, esto no me garantiza que pueda a llegar a quedar vivo, necesito si o si un doctor que me cure  -dijo el padre.

¿Pero en dónde puedo encontrar uno estamos en el medio del bosque? -dijo Amy.

No lo sé, pero en estos momentos lo necesito -dijo el padre.

Me recosté a su lado, apoyé mi cabeza en su hombro pensando en como ayudarlo si o si necesitamos de un doctor, pero ¿como conseguirlo en el lugar en donde estamos ahora?, sin darme cuenta, cerré mis ojos quedándome dormida. Pasando las horas ya de noche a lo lejos se oían ruidos que me despertaron, mi padre aún dormía sin darse cuenta de nada, me levante del suelo, agarre el mosquete, me puse delante de mi padre, a lo lejos se veían personas caminando y otros a caballo no se podía distinguir muy bien quienes eran así que solo apunte sin gatillar hasta que ellos se acerquen. Ver quienes son así sentirme segura, parecía que la caminata se estaba haciendo larga entre en duda de si en realidad eran personas o yo ya estaba ilusionando de tanta hambre que tenía  y de la mala calidad de vida en la que estoy pasando, aun así no quise bajar el mosquete por ninguna circunstancia. No debo bajar la guardia, debo proteger a mi padre que está herido por mi culpa, si no discutíamos el ahora estaría bien, pero ya no puedo volver al pasado para que no le haya pasado debo seguir.

MALTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora