VII

568 65 60
                                    

Mis manos temblaban mucho, pero aun así bajé el picaporte abriendo la puerta lentamente para dejar un gran recibidor a la vista

Cerré mis ojos al cerrar la puerta detrás de mí y no pude evitar sonreír cuando el olor al pan recién horneado de mi madre invadió mi nariz

Respiré hondo abriendo nuevamente mis ojos y recorrí el gran recibidor con la mirada, nada había cambiado, junto a la puerta había un sofá junto a un armario seguramente lleno de abrigos, la alfombra bajo mis pies estaba gastada y la escalera a unos pasos de mi seguía teniendo ese aspecto rustico de siempre, me había ido por cinco años y parecía que solo habían pasado unos días...

Empujé las valijas contra el armario para dejarlas allí y mi bolso lo apoyé en el sofá para caminar lentamente recorriendo todo con la mirada

¿Hola? ¿Hay alguien en casa?- pregunté entrando a una de las salas de la casa, la principal para ser más específicos, una gran habitación con una chimenea de piedra contra una pared mientras que en la otra había un gran ventanal que daba hacia el frente y las otras dos paredes restantes tenían unos arcos que vinculaban con la otra sala y con el recibidor

Al contrario que la otra sala, en esa no había televisión, solo una radio que mi padre solía poner en volumen bajo para disfrutar de la lectura que podía obtener de las dos estanterías llenas de libros que había a cada lado de la ventana, e incluso a veces se sentaba en el piano que estaba en una de las esquinas y nos tocaba alguna canción, eso sin duda era uno de mis momentos favoritos

Pero lo que más llamó mi atención al entrar allí, fue que en el centro de la sala, donde se encontraban los sillones frente a una mesa de café acompañado por una alfombra, habían dos hombres sentados

Mi suerte parecía no estar de mi lado ni siquiera durante un segundo, al parecer debía enfrentarme a un idiota y a la persona que creí que jamás volvería a ver y que a pesar de los años, me ponía nerviosa con solo pensar en su nombre

Vaya, vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí?- el moreno rubio de cabello corto y rubio se levantó del sofá donde había estado sentado para mirarme fijamente- ¿Y tú quién eres, preciosa?

Fruncí el ceño ante sus palabras, conocía a ese idiota, era uno de los mejores amigos de Izana, un imbécil que se creía genial por ser malo

Desvié la mirada hacia el otro hombre en la sala y sentí mi cuerpo estremecerse cuando esos ojos violetas que siempre me habían encantado, se clavaron en mí, él estaba cambiado, ya no llevaba el cabello rubio y negro, mucho menos largo, ahora lo usaba corto y tenía unas mechas celestes, a pesar de estar sentado podía apreciar que su cuerpo había cambiado, parecía tener más músculos que antes, así que lo único que parecía seguir igual en él, eran sus gafas...

Ahora también eres idiota aparte de bruto?- levanté una ceja en dirección al que se había puesto de pie y señalé una fotografía a mi lado, en la cual se me veía a mi abrazada a Izana, ambos con nuestras mejillas apretadas entre ellas mientras reíamos- ¿Necesitas un árbol genealógico o un certificado de nacimiento?

Vaya, la pequeña Sano sacó sus garras- South caminó lentamente hacia mi

Creí que no tendría que verte la cara esta vez- suspiré- que mala suerte la mía ¿En dónde está Izana?

¿Tienes idea de con quien estás hablando?- gruñó furioso

Con un idiota que se cree mucho, te recuerdo que esta es mi ca...- sentí su mano en mi cuello poniéndome contra la pared cortando mi oración

Él siempre había sido mucho más grande que yo y que todos los de nuestra edad, pero ahora era mucho más grande e intimidante que en el pasado, quizá por genética o por entrenamiento, pero tenía muchos más músculos y su fuerza era gigantesca

Dark paradise | Rindou Haitani | +18 (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora