III

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Ella era la única amiga que tenía, una chica que a pesar de mi actitud bastante apática, continuaba a mi lado y no sabía la razón.

-Pareces alguien distante y cortante, pero ¿sabes? nadie merece estar solo, ni siquiera tú- dijo la primera vez que la vi. Recuerdo que sus ojos desbordaban determinación, sus puños estaban cerrados y su ceño fruncido, estaba tan seria que daba miedo. Al Al inicio solo la observe de lejos, luego la seguí y analice su comportamiento, y al final pude interactuar con ella. Descubrí que no era como aquellas chicas que adoraban a las rosas sin alguna razón aparente y las falsas apariencias. Ella era diferente, escuchaba lo que pensaba, me incitaba a actuar si debía hacerlo, me orientaba con mi imagen personal, se esforzaba por hacerme notar y me hacía sentir segura de mi misma. Personas como ella hacían de la vida un poco más sencilla y transitable.

- ¿En qué piensas? - le pregunté. Parecía concentrada en algo y eso era raro, normalmente sería muy inquieta y estaría comiendo en clase o mirando su celular.

-Estoy algo dispersa, no puedo dejar de pensar en algo- dijo intentando esconder su voz de la profesora de sociales, una mujer no tan estricta, pero si algo temperamental, no me agradaba en lo absoluto, ni a nadie en el salón, por lo que mientras la resolución de la nueva metodología de clase para los y las maestras se actualizaba todos y todas nos manteniamos al margen de provocarla. A ella y a los y las demás docentes que nos detestaban por el hecho de cambiar las reglas.

La observé por unos segundos y luego paré de escribir, arqueé la ceja y esperé a que me contestara.

-Es algo sobre ti, bueno algo que encontré, la verdad me gustaría preguntarte.

- ¿Qué cosa?

-Últimamente estas bastante distraída y piensas mucho, se que es algo normal que te ocupes en tus cosas, pero estos días pareces preocupada por algo- intento explicar- En fin, quería preguntarte si eso tiene que ver con tu Principito.

- ¿Qué?- pregunté algo fuerte, a lo que la profesora volteo molesta dejando de escribir en el tablero, me quedé en silencio y baje la mirada, observó por unos segundos el salón y luego continuó copiando más cosas en el tablero. Quienes estaban a mi lado me miraron con preocupación, pero sonreí con timidez indicando que todo estaba bien - ¿De qué estás hablando? ¿Cómo sabes lo del Principito? - dije en voz baja, ella sonrió y luego continuó escribiendo.

-Solo lo se- sonrió- ¿Me explicarías en el descanso? Quizás te diga cómo me enteré del Principito- La mire con molestia y luego suspiré frustrada.

-Te lo diré luego de que tú me expliques lo que sabes- le espeté, arqueó las cejas ofendida, pero luego río por lo bajo

-Trato hecho- y continuamos con la clase.

-Pero qué desastre- dije sorbiendo lo poco que me quedaba de jugó en la caja, ella se apoyó en su mano y sonreía feliz- ¿Dónde encontraste el poema?

-En tu bolsillo, cuando me prestaste tu chaqueta el otro día en educación física- puse la mano en mi cabeza.

- ¿Qué esperas que te diga? Es tu culpa por ser tan descuidada- dijo con petulancia- ¿Entonces? - insistió. - ¿Por qué escribiste esto?

-¿Qué piensas? - pregunté, lo que le sorprendió, ella sonrió, sacó y desarrugo el papel.

-“¿De abrazarte  tan fuerte qué tú único planeta sea yo?”- recitó y sonrió- no creí que fueras tan cursi.

-Ni yo- dije recostándome en la pared del salón- solo salió, y sentí que, si no lo escribía, mis sentimientos desaparecerían- ella me miró bastante confundida, creo que jamás me había visto tan vulnerable, esto no se lo había contado a nadie.

ALGUNA VEZ EL AVIADOR Y EL PRINCIPITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora