Cap. (02): Imprevisto.

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Tras toda la noche tumbado en madera mirando al cielo, comenzó a salir el sol y con el despertar del nuevo día también despertó Eric para su entrenamiento matutino.

-Llevas más de una semana sin dormir Roy. - dijo comenzando su calentamiento

-Ya lo sé, pero no tengo sueño.

- ¿Sí? Pues ayúdame a entrenar entonces.

Eric comenzó a tocarse las puntas de los pies sin flexionar las rodillas de espaldas a mí con unos pantalones bastante cortos y ceñidos del mismo modo que su camiseta la cual le dejaba el torso al aire.

-Eric ¿De dónde has sacado esa ropa?

-Lima me ha dicho que mejora mi rendimiento.

-Si lo dice Lima es que es verdad. - dije dándole una palmada en la pantorrilla.

-Deja de hacer el tonto y ayúdame, sigo sin tener el control de mis brazos al completo.

Separó mis piernas con su pie y se sentó en medio pegándose bien a mí, su cola estaba tan pegada a mi vientre que me hacía hasta cosquillas.

- ¿En qué te ayudo?

-Pon tus brazos debajo de los míos.

- ¿Quieres que te guíe?

-Sí, si no puedo seguir moviendo los brazos tú empuja los míos, tengo la sensación de que hay algo mal en mi flexibilidad.

-Entonces hagámoslos uno por uno, si mueves los dos brazos a la vez pierdes la flexibilidad.

Baje mi brazo izquierdo a su cintura y con mi brazo derecho levanté el suyo hasta que Eric soltó un pequeño quejido, sólo sobrepasó un poco la altura de su hombro, no podía subirlo más sin que le doliese, pero rápidamente entendí porque era.

-Sigue empujando a ver si así se acostumbra.

-No, vamos a hacer otra cosa, ven conmigo.

Llevé a Eric hasta nuestro cuarto donde le quité la camisa y lo tiré sobre la cama, abrí la ventana que era literalmente era una trampilla que se levantaba y se sostenía con un palo y me puse a Eric boca abajo en la cama.

- ¿Roy? ¿Qué vas a hacerme? - preguntó con voz muy mona.

-Tú relájate y prepárate, voy a intentar que no te duela, pero no soy un experto. - dije dándome la vuelta mientras me quitaba la armadura para que no me estorbase.

Al girarme, me encontré a Eric sobre sus rodillas inclinado sobre la cama agarrando la almohada con la cara hundida en ella en una pose muy explícita.

-Vale, pero si te digo que pares paras ¿De acuerdo?

Sin decir nada, volví a tumbar a Eric y me puse de rodillas sobre él pasándolas a sus lados de tal modo que me senté sobre su cintura dejando su cola apoyada en mi entrepierna, después puse mis manos en sus hombros y comencé a masajear.

-Era un masaje, mal pensado, ahora relaja tus hombros y déjame hacer esto.

Mientras masajeaba, toda su espalda crujía de un modo muy basto, pero lejos de ser doloroso, Eric soltaba gemidos de placer.

-Sienta muy bien, necesitaba uno urgentemente.

-No soy un experto en transformaciones, pero creo que tienes que transformarte más relajado, ayer vi como lo hacías, creo que te esfuerzas mucho al hacerlo.

-Es que mi poder no fluye aún del todo bien, no llevo mucho tiempo transformándome, es como cuando intentas invocar tu mandoble, sabes lo que quieres, lo intentas con fuerza, pero no te sale bien.

Desterrados: Los misterios de AsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora